Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El mundo del arte escénico está de luto. El actor, productor y escritor Manuel Guízar falleció la noche del sábado, luego de que se diera a conocer en días pasados su grave estado de salud.
El también gestor cultural fue uno de los fundadores de El Corral de la Comedia en 1988, icónico espacio donde más de 100 obras se han puesto en escena. Ubicado en el corazón de la ciudad de Morelia, este lugar es uno de los más representativos si de teatro se habla.
Guízar fue uno de los artistas michoacanos que orgullosamente formó parte, durante siete años, de la Compañía Nacional de Teatro, y estuvo bajo la dirección de José Solé.
Por más de 20 años, el actor dio vida al personaje protagónico de “La vida inútil de Pitó Pérez”, obra del escritor también michoacano, José Rubén Romero.
Sus más de 50 años en el arte lo llevaron a experimentar no solo en el mundo del arte escénico. Manuel Guízar participó también en proyectos de radio, televisión y cine.
El último evento público en el que se hizo presente el director escénico, fue en la inauguración del Teatro Matamoros, en el centro de la capital michoacana, el pasado 16 de marzo, cuando el gobernador del estado, Silvano Aureoles Conejo, le prometió impulsar a la compañía estatal de teatro.
Los escenarios, su pasión
Desde pequeño Guízar disfrutaba el teatro, gracias a su padre, y en la primaria comenzó a subir a los escenarios escolares, lo que sirvió de preparación para después ingresar al Instituto Michoacano del Arte.
En sus inicios conoció al maestro Mario Enríquez Torre, con quien tuvo sus primeras clases por las noches, después de los estudios básicos.
Fue con Enríquez Torre cuando tuvo su primera participación en una puesta en escena que no era escolar: fue parte del elenco “Caín el hombre”, obra de Emma Godoy.
Posteriormente, fue invitado por José Manuel Álvarez a participar en “Las voces”, obra que ganó el concurso estatal y después el nacional del Seguro Social.
La compañía Los Farsantes la formó tiempo después, junto con otros actores michoacanos, marcando una pauta sobre su carrera actoral.
Morelia y el teatro tejieron su relación con actores como Sofía Rojas, José Solís, Graciela Morales y Felipe Rodríguez.
Inevitable fue su paso por la Ciudad de México. “El monstruo defeño” lo llamó desde que supo que en la ciudad de las canteras rosas ya había transitado los caminos posibles para aprender del arte escénico.
En la capital del país se unió a la Compañía Nacional de Teatro (CNT), la más importante a nivel nacional en el siglo XX. Ahí trabajó con grandes de la actuación como Augusto Benedico, Carlos Ancira y Miguel Córcega.
Algunas de las puestas en escena que marcaron el andar de Guízar fueron el montaje de “Moctezuma II”, del michoacano Sergio Magaña; “El alcalde de Zalamea” y años después “Juan Tenorio”, de José Zorrilla, sin dejar de lado la ya mencionada obra “La vida inútil de Pito Pérez”, que le marcó su carrera profesional.
Fue justo esa adaptación de José Francisco Bolaños, con la colaboración del propio Manuel, Humberto Villicaña, Francisco Bautista y José Manuel Álvarez, la obra que le identificaría en el mundo del arte dramático.
Su pasión por el arte escénico lo llevó a crear su propio espacio en Morelia, el Corral de la Comedia, que después abriera sus puertas para cientos de actores profesionales y en crecimiento.
Fue reconocido con el Premio Eréndira, la máxima condecoración que entrega el gobierno estatal a los perfiles más brillantes de las artes.
Aguililla, Apatzingán, Uruapan y Morelia fueron las ciudades michoacanas que dieron hogar a Manuel Guízar, quien siempre se dijo agradecido con la vida, con el teatro y sobre todo con el eterno aplauso del público.
El mundo del arte escénico está de luto, pero sí existe el más allá, del otro lado estará de fiesta, con la mejor temporada de “La vida inútil de Pito Pérez”, en su gira eterna.