Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– La ceremonia del Fuego Nuevo Purépecha que tradicionalmente se lleva a cabo los primeros días de febrero, podría sufrir algunos cambios este 2021, a fin de adaptarse a la pandemia.
En entrevista para El Sol de Morelia, un carguero de Comanja, de quien se resguarda su nombre a petición del propio entrevistado, explicó que las autoridades comunales de Comanja y el Consejo de cargueros aún no llegan a ninguna determinación sobre cómo se realizará la 39ª ceremonia del Fuego Nuevo o si ésta será suspendida, a causa del adverso escenario derivado de Covid-19.
Señaló que sería hasta la segunda semana de enero que tengan certeza de los cambios o cancelación de la fiesta, en tanto las autoridades arriba mencionadas valoren la pertinencia del evento.
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"No sabíamos cómo se iba a comportar la situación de la pandemia, tanto en la comunidad como en la región. Y así como está la cosa, vemos que está complicado", señaló.
En ese sentido, calificó de inusual el hecho de que este año las condiciones de salud comprometan la realización del evento que dura alrededor de tres días y que dependiendo de las condiciones se podría prescindir de la caminata para la entrega del fuego, de la comunidad de Capacuaro hasta Comanja, la nueva sede.
Historia de la ceremonia
El carguero entrevistado explicó que el rescate de la ceremonia inició en Tzintzuntzan en el año de 1983, gracias a la iniciativa de un grupo de purepechas originarios de varias comunidades, quienes junto a "Tata Agustín Alcaraz" –padre originario Zacapu–, se propusieron rescatar la tradición y llevarla a cabo de manera ininterrumpida cada año, el 01 de febrero.
Actualmente hay 38 comunidades que han sido distinguidas con la sede, a las cuales se suman año con año otras comunidades, a fin de "generar antecedentes en las participaciones durante varios años, para ser consideradas", explicó.
Cabe señalar que de acuerdo al calendario purépecha, el año consta de 18 meses de 20 días cada uno e inicia el 01 de febrero. El ritual consiste en llevar cada año el fuego a una comunidad distinta, que recibe de los cargueros de la sede anterior el Fuego viejo y lo renueva para custodiarlo durante un año y, a su vez, entregarlo a la próxima sede.
Aunque se comenzó a recuperar en 1983, la tradición se remonta al pasado remoto del pueblo Purépecha que ofrenda el Fuego Nuevo (Kurhikuaeri K´uinchekua) a la Madre Tierra (Nana Kuerajperi), para darle gracias por los favores recibidos a lo largo del año.
Este ritual marca el comienzo del año para la cultura Purépecha, según sus propios ciclos productivos de la tierra, y busca dignificar y restablecer una tradición milenaria.