Capula, Michoacán. (OEM-Infomex).- La tenencia de Capula ubicada a escasos 20 minutos de la ciudad de Morelia, se ha caracterizado por ser un pueblo artesano que trabaja con el barro en la escultura de platos, ollas, utensilios de cocina y catrinas.
El trabajar el moldeado del barro es una tradición de los habitantes de la demarcación que se lleva a cabo desde el seno materno, pues desde tempranas edades, los niños comienzan a estar en contacto con el barro haciendo figuritas de juguete, miniaturas y ayudando a sus familiares en tareas sencillas que así lo requieran.
Es algo que llevamos casi, casi que en la sangre, uno hace jugando con barro, nuestras casas son a veces nuestros propios talleres, nos enfrentamos al barro desde niños, haciendo cositas chiquitas que como niño entretienen, hasta que aprendemos como tal el oficio
Carlos Ayala Reyes, maestro artesano de la comunidad.
Sin embargo, aún cuando éste sea el oficio más antiguo y con mayor número de trabajadores en la tenencia, la realidad es que cada vez es más difícil para los artesanos comercializar los productos que venden, ya que relatan “la gente viene a la tenencia, pero no compran, comen y se van”.
A raíz de ello, los artesanos se han visto orillados a innovar su inventario, no sólo salir de lo que tradicionalmente realizan como artículos para la cocina y catrinas, sino a incursionar en el moldeado de la madero, el vidrio y otros materiales que puedan ser atractivos para quienes visitan Capula.
Estamos en una etapa en la que estamos haciendo cosas nuevas y diferentes, piezas que le gustan a la gente, ya hay quienes hacen muebles, otros que andan soplando vidrio, lo que se pueda a hacer para sobrevivir
Alfredo Martínez Mata, artesano desde más de 60 años.
A pesar de que reconocen que el flujo de visitantes y turistas ha incrementado considerablemente en la demarcación, los artífices señalan que esto no es suficiente para llevar el pan a sus hogares.
Es de señalar que, únicamente en Capula existen 640 talleres de artesanos, que trabajan día con día el moldeado de barro, además de la venta por mayoreo o minoría, lo que mejor que se les acomode y en todo caso, lo que se pueda vender.
La época de mayor venta para quienes trabajan con barro se registra durante los meses de octubre y noviembre, con la llegada de la “Feria de la Catrina” en el marco de las festividades del Día de Muertos, la tenencia cobra vida “de una manera impresionante, los carro no nos caben ni en las calles” argumentan los maestros artesanos de la zona.
A raíz de la llegada de esta feria en el año 2011, Capula se convirtió en un punto de visita para turistas, visitantes y morelianos, que gustan acudir a comerse un buen taco, a pasear por la tenencia con la plaza de azulejos y simplemente apreciar el arte de realizan las manos michoacanas.
Desde que empezó la feria, la tenencia cambio de cara, todos los fines de semana está abarrotado, en los 80’s este era un pueblo muerto en cuestión de comercio, no venía la gentes, es más yo creo que mucha gente de la ciudad ni sabía que existíamos
Artesano Carlos Ayala Reyes.
De tal forma que, hartos de las malas ventas y los habitantes de la tenencia se organizaron para hacer difusión a lo que ahí se producía, comenzando por pequeñas ferias, pagando anuncios en la radio y una serie de actividades que pudiesen elevar las ventas de sus negocios.
A razón de ello, nace la “Feria de la Catrina” y con ello un acompañamiento por parte del gobierno municipal a la tenencia, la difusión a lo que ahí se realiza comenzó a incrementar y con ello las ventas de los artesanos.
Si hablamos por años, el 2018 fue uno de nuestros mejores años, nos visitó gente de muchísimos países y se querían llevar todo lo que veían, eso es lo que esperamos que nos pase siempre, pero esto es muy irregular
Alfredo Martínez Mata.
Los artesanos señalan que hoy en día no sólo se trata de innovar probando nuevos materiales, sino de realizar piezas por épocas, distinguirse un poco de los demás, pues “al final de día más de 600 artesanos realizando los mismos trabajos, no nos da para comer ni a la mitad”.
Los costos de lo que se produce van desde los 15 pesos con una cazuela pequeñas de barro, hasta los mil 500 pesos con una catrina de casi un metro, moldeada y pintada a mano por los realizadores.
A sabiendas de que lo que se moldea y exhibe no siempre es lo que la gente quiere, los artífices siempre están en búsqueda de nuevos retos, como lo fue la creación del monumental nacimiento de piezas de barro, en la Plaza de Armas de la ciudad de Morelia.
A decir de don Alfredo Martínez Mata, la realización de platos de casi dos metros de altura ha sido uno de los retos más grandes en todo el tiempo que se ha dedicado a este oficio.
EL RETO
Un día llegó el secretario Roberto Monroy (secretario de Turismo de Morelia) diciéndonos que nos tenía un reto y yo cuando oí lo que quería como que no le quería entrar muy bien, eran las piezas más grandes que como artesano yo iba a hacer, ni siquiera sabíamos por dónde entrarle, pero nos lanzamos, porque sabíamos que eso también beneficiaba a la tenencia
Este nacimiento artesanal que adorna los jardines del corazón del Centro Histórico cuenta con más de siete mil piezas elaboradas por las manos de los artesanos de Capula, quienes se dicen orgullosos del trabajo que realizaron para embellecer el municipio del que ellos forman parte.
No obstante, aún con este tipo de apoyos por parte del Gobierno de Morelia, los artesanos aseguran que hace falta mucho más que únicamente promocionar la tenencia en ciertas épocas del año o cuando a los funcionarios “les conviene”.
Si hemos tenido apoyos y no nos quejamos por eso, lo que pasa es que en Capula se come todo el año, no sólo cuando es Noche de Muertos o las épocas de diciembre, nosotros comemos lo que vendemos y no es fácil
Artesano Carlos Ayala Reyes.
Así como los artífices, los habitantes de la tenencia esperan que ansiosos se aumente el flujo de turistas y visitantes a la tenencia, sabiendo que esto solo puede ser resultado de su arduo trabajo y de la difusión que las autoridades y los medios le den a lo que ellos venden.
“Capula tiene mucho qué dar y si nos sentimos abandonados de repente, porque ni estamos tan lejos y sólo a veces nos hacen caso, ustedes vienen y ven cosas bonitas, pero no ven que aún tenemos casitas con techo de cartón, lo que pasa en Morelia nos afecta directamente aquí”, dijo don Alfredo.
Augurando un 2020 con más ventas, más visitas y más apoyos, los artesanos aseguran que no hay día ni año malo, únicamente rachas de vacíos en los que “no se come sino se vende”, no obstante, ellos no pierden la sonrisa, ni mucho menos los ánimos de trabajar.