Morelia, Mich (OEM/ Infomex).- No solo los chinos replican las artesanías michoacanas. También lo hacen artesanos de otras entidades, hecho que constituye una piratería más fuerte, pues la réplica de los diseños se hace también de forma manual.
Catrinas de Capula, guitarras de Paracho, los diablitos de Ocumicho, son solo algunas de las artesanías del estado que han sufrido la apropiación de parte de otros estados y países.
Para los artesanos michoacanos, es una práctica desleal, que los desmotiva en su trabajo, por lo que ya han pedido la intervención de las autoridades estatales.
Por su parte, el director del Instituto del Artesano Michoacano (IAM), Cástor Estrada Robles afirma que hasta el momento ellos no han recibido ningún reporte de las y los artesanos respecto a si han sentido vulnerados sus derechos.
Las catrinas
Uno de los casos más llamativos es el de los artesanos de Metepec, en el Estado de México, quienes empezaron comprando catrinas para la reventa, pero ahora las clonan.
“Ellos trabajan el barro y hacen el Árbol de la Vida’, entonces consiguieron moldes de las catrinas de Capula y la están haciendo bastante, ese es un problema y una competencia desleal, ellos tiene su atractivo o ¿qué les parecería que nosotros imitáramos el ‘Árbol de la Vida’ y lo vendiéramos?”, explica el artesano de Catrinas, Alejandro Jacobo.
Por su parte Alfredo Martínez Mata, artesano de Capula se dice desmotivado por la clonación de sus obras que se está dando en Metepec.
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“Pero los mismos lugareños de ahí saben que no se compara la calidad a la de Capula. Podrán hacerlas de barro, pero no tienen el diseño, la finura y la calidad que nosotros manejamos”, comenta Martínez Mata.
Ante esta situación ya se entablaron pláticas con el Gobierno de Michoacán, a quien le han pedido que les externen a las autoridades de Metepec la inconformidad de los artesanos del estado para que pare esta práctica.
“No queremos llegar a la parte legal, sino que se concilie todo de la mejor manera”, sentencia Alejandro Jacobo, vocero y fundador de la Feria de la Catrina de Capula.
En el caso de Capula, recordaron, hace tres años con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla mientras era diputado local se trabajó en el Congreso del Estado una iniciativa para proteger los derechos de la Catrina de barro ante la piratería china, pero el tema no avanzó.
“No se le pudo dar el seguimiento porque estas compañías asiáticas son prácticamente irrastreables, no se sabe de dónde vienen. Nosotros no hemos pedido amparo ante la Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas, solo tenemos los registros de marcas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), no estamos empapados de ese tema de protegernos de otra forma”, explica Jacobo.
Por su parte, Alfredo Martínez Mata, artesano de Capula con 30 años en la creación de catrinas, asegura que en este tiempo sí han existido infinidad de momentos de agresión y vulnerabilidad a sus derechos, sobre todo como heredero de una tradición única.
“Me han hecho sentir decepcionado de lo que hago, pues pese a ponerle el mayor empeño para hacer una pieza, me han externado comentarios como que han visto mejor trabajo en otros lados y más baratas. El regateo también es lo que a uno le da para abajo, pero ante la necesidad de comer, accedes a bajar el precio real de tu pieza, yo le he bajado hasta la mitad”.
Desmotivados, es como se definen los artesanos, pues a esta clonación se le suman las copias chinas que se encuentran en el mercado, buscando competir con las creaciones originales.
“Sí nos están copiando mucho pero no tienen la misma calidad, en Capula hay buenos artesanos y piezas de concursos. Hemos tratado de irnos protegiendo, pero ha sido complicado, pues nosotros no podemos protegernos de todo, es difícil patentar cada pieza y que la gente sepa que nos debe respetar, eso es frustrante, porque nos da a entender que no nos aprecian”, explica Martínez Mata.
Las guitarras de Paracho
Enclavado en la Meseta Purépecha se encuentra Paracho, municipio donde nació Martha Villafan Zalapa, quien lleva 52 años dedicada a la elaboración de las tradicionales guitarras. Este oficio lo aprendió de su papá Domingo Villafan Magaña.
En los años recientes, asegura, la práctica del regateo en el local que tiene en el segundo piso del Instituto del Artesano Michoacano (IAM) ha ido desapareciendo, aunque en décadas pasadas el público buscaba que se bajaran los precios.
La temporada donde se da más el regateo, explica, es en Noche de Muertos, por los distintos festivales o actividades que se realizan en las instituciones educativas.
“Hay personas que sí hacen el regateo, aunque a mí ya casi no me sucede. Esta práctica se da sobre todo ahorita en Noche de Muertos, por ejemplo viene gente y me dice o se ve que van a tener un evento en las escuelas, piden las cosas más baratas porque lo usarán por un ratito, pero ¿y uno qué culpa tiene de eso?”.
Martha Villafan Zalapa agradece que los turistas extranjeros, en su caso, sepan valorar y no regateen.
“El turismo casi no regatea. A la artesanía no se le debe de regatear, es lo que me dicen. Años atrás nos decían que las obras estaban caras y que no valían, ya se les explicaba el porqué y aún así se iban”.
En estas más de cinco décadas, recuerda, logró aprender de sus papás a conocer la madera, a poner cuerdas, entrastar, a poner la maquinaria, ver de qué madera es, y cuándo está vencida la guitarra, mientras que de su mamá adquirió el conocimiento de bordar, el cual ahora está transmitiendo a sus nietos.
Los diablitos de Ocumicho
Localizado rumbo a Zamora, pasando Tangancícuaro, donde hay una desviación con el nombre del pueblo artesanal, Ocumicho, que alberga otra de las artesanías más emblemáticas del estado: los Diablitos.
Y precisamente ahí se encuentra el hogar y el taller de Sergio Rafael Julián, quien lleva 22 años trabajando los diablitos, oficio aprendido por su mamá Zenaida Rafael Julián, señora que lleva 40 años más o menos en este oficio, y quien a su vez aprendió la elaboración de los diablitos de su mamá, María de Jesús Julián Vicente.
En su experiencia, tanto en Uruapan como en Pátzcuaro, a donde con frecuencia se traslada junto a su madre para ofrecer sus creaciones, Sergio externa que sí han sufrido discriminación y han sentido vulnerados sus derechos.
“Sí, muchas veces, por decir está la cuestión del regateo, donde muchas veces los culpables somos los artesanos que por la urgencia de vender y tener qué comer, malacostumbramos a los clientes a pensar que los precios son baratos, dando en 30 pesos un Diablito que llega a costar 900 pesos. En una ocasión en el Tianguis Turístico Artesanal de Domingo de Ramos en Uruapan, una persona me dijo que por qué tenía ese precio mi pieza, si solo era un pedazo de barro, yo le respondí que no estaba apreciando el trabajo que uno hace”.
Los momentos amargos no se quedan solo con él, pues comparte que su mamá fue víctima de robo por parte de un turista estadounidense al que las autoridades policiales terminaron por defender y señalar a los creadores michoacanos.
“Esa ocasión mi mamá atendió a un gringo, como le decimos aquí, este señor se interesó en una pieza, él ya no regresó, pero mandó a uno de sus trabajadores que iba con él, esta persona le dijo que se llevaba la pieza y enseguida regresaba el gringo a pagar, cosa que no se dio y fuimos a reclamarle el pago. Solo hasta entonces intervinieron unos policías y guías de turistas, que en vez de defendernos a nosotros, los defendieron a ellos y nos dijeron mentirosos, les explicamos la cuestión y los policías nos dijeron que no reclamáramos. Eso fue en Pátzcuaro, más o menos en 2016 o 2018”.
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Al recibir este tipo de acciones o comentarios ¿cuál es su sentir? “Más que nada lo que pienso con esos comentarios es la ignorancia del cliente, pues yo sé el trabajo y esfuerzo para hacer una artesanía, esta es una arte”.
Instituto del Artesano Michoacano, sin reportes de agresiones
Por su parte, el director del Instituto del Artesano Michoacano (IAM), Cástor Estrada Robles afirma que hasta el momento ellos no han recibido ningún reporte de las y los artesanos respecto a si han sentido vulnerados sus derechos, pero también, dice, en dado caso de recibirlo, les acompañarán primeramente a las instancias estatales correspondientes.
“La realidad es que no tenemos ninguna queja u observación de los artesanos, si fuera el caso como el IAM sería nuestra responsabilidad defenderlos y darle salida a esa situación que sería lamentable”.
La experiencia que hay entre el gremio artesanal y los turistas, asegura Cástor Estrada, es positiva, “lo que hemos observado en esa relación es que cada vez es más de entendimiento, si bien hace unos años se dio el tema de regateo y no valorar su trabajo, cada vez es más valorado su talento y eso se ve en la relación de cliente y proveedor. El tema del regateo ellos no lo ven como ofensa pero es una práctica que se debe de erradicar”.
Finalmente niega que haya un protocolo interno de actuación en el IAM, revirando que lo que sí hay es una cultura interna de los trabajadores del Instituto.