Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- Ya sea en el día libre, en vacaciones o al salir del trabajo, la cuestión es que ir al cine sigue siendo una actividad que seduce, pese a que resulta mucho más fácil llegar a casa y conectarse a una plataforma de Internet.
Más allá de esto, en Morelia todavía sigue siendo vigente que la gente acuda a las grandes salas, sobre todo de las dos cadenas que operan en la entidad.
Esto nos llega recordar la historia de la llegada del cine a la ciudad, lo que estuvo a cargo de los hermanos Alva, quienes abrieron el primer cine de la capital michoacana.
El relato de quiénes fueron ellos y lo que hicieron nos lo compartió la doctora en historia Tania Ruiz Ojeda, la cual conoce de este tópico porque es parte de la Unidad de Investigaciones sobre Representaciones Culturales y Sociales (UDIR) de la UNAM campus Morelia.
Ella sabe que los hermanos Alva hacían marketing para sí mismos y su proyecto de una casa de películas, porque “decían que eran parientes de Thomas Alva Edison, lo cual no era cierto pero les servía; ellos comenzaron con funciones en el Teatro Ocampo y construyeron la primera sala de cine en la ciudad”, levantada en 1908 con el nombre de Teatro Salón Morelos.
Y es que ellos quedaron fascinados con el cine, pues de acuerdo con Ruiz Ojeda, las primeras funciones eran en el teatro Ocampo y se cree que desde 1897. El Ocampo recibió entonces películas como Viaje a la Luna, de Georges Méliès, siendo entonces que los Alva “empezaron a ir como público y a partir de ahí lo ven como negocio, porque el cine tenía eso, fascinaba a la gente y creo que hasta la fecha lo hace”.
Entonces, el primer cine de Morelia, construido por los hermanos Alva, estaba en la plaza Benito Juárez, a un costado de Catedral. Era una estructura de madera llamada Teatro Salón Morelos. Lo curioso es que en esa misma zona todavía se siguen proyectado cosas en la actualidad, ya sea para las funciones al aire libre del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) o los partidos del mundial.
Pero en ese entonces había una construcción, misma que a decir de Ruiz Ojeda “tenía la anomalía de que fue las primeras en incorporar una caseta de proyección, porque el cinematógrafo solía colocarse en medio del público o atrás de la pantalla”.
Pero los hermanos Alva pudieron hacer eso porque tenían dinero, pues como lo mencionó la historiadora, “eran de una familia porfiriana muy prominente y se metieron al negocio del cinematógrafo de lleno pues tuvieron esa sala en Morelia pero también dos en Ciudad de México.
A esta última es a donde terminaron yéndose los hermanos Alva, mientras que en Morelia “dejaron a cargo a un cuñado, que era quien firmaba todo por ellos”. Luego el Teatro Salón Morelos fue desmantelado en 1914 debido a cuestiones políticas.
Mencionó que entonces estaba el periodo revolucionario y el gobernador que estaba entonces, el general Gertrudis Sánchez, fue quien lo mandó desmantelar, con el argumento de que el cinematógrafo le quitaba público al teatro, el cual sí era un arte culto mientras que el cine no.
Pero eso fue la apariencia, pues a decir de Ruiz Ojeda, se debió más bien a diferencias políticas. Entonces, de la misma forma en que ahora hay divisiones al interior de los partidos políticos, en ese tiempo existían diferencias entre las figuras revolucionarias; entonces los hermanos Alva apoyaban a Madero, el cual no era santo de la devoción de Gertrudis Sánchez.
“Nosotros creemos que por ahí va, pero no hay una razón como tal”.
Ruiz Ojeda mencionó que luego de eso, los hermanos Alva se retiraron y murieron en la Ciudad de México, mientras que uno de sus sobrinos se quedó con material fílmico de los Alva, el cual ahora se encuentra resguardado en la Filmoteca de la UNAM.
“Son cerca de ocho horas de materiales fílmicos, que suena poco pero es mucho porque además en ese tiempo las películas eran muy cortas”.
Por tanto, las primeras películas donde aparece Morelia se encuentran resguardadas en la Ciudad de México, donde al parecer se puede acceder a ellas y, como mencionó Ruiz Ojeda, es mejor estén allá “pues aquí no habría forma de resguardarla, porque son películas de nitrato que requieren estar a una temperatura y humedad controlada”.
Hoy día es imposible ver rastros físicos del Teatro Salón Morelos, que a decir Ruiz Ojeda, fue una construcción muy bonita, aunque sí se la apreciar por las fotografías que le tomaron en su tiempo.