/ miércoles 19 de octubre de 2022

Teorema de tiempo, el nuevo largometraje de Andrés Kaiser

Será el 27 de octubre, a las 17:00 horas, que Teorema de tiempo se pueda ver en el FICM

Morelia, Michoacàn (OEM-infomex).- Luego de su ovacionado debut con Feral, la historia de un sacerdote que cría a tres niños bajo esa condición en la sierra de Oaxaca, el cineasta mexicano Andrés Kaiser ofrece su segundo largometraje: Teorema de tiempo, donde una vez más recurre a la búsqueda de archivos, pero ahora para mostrarnos la historia de sus abuelos, Arnoldo Kaiser y Anita Schlittler, una pareja de ascendencia suiza que era muy conocida en San Luis Potosí al administrar una imprenta de libros contables, pero que en sus ratos libres filmaban películas caseras.

Seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), Kaiser vuelve a jugar con las herramientas de la ficción y el documental: primero disfrazó de documental un relato escalofriante con escritura propia, mientras que ahora exhibe archivos reales que se tratan de pequeñas cintas creativas.

En entrevista, comparte que hace poco más de 10 años se iba a vender el edificio donde por muchos años sus abuelos adaptaron una bodega para la imprenta, así que al hacer las labores de limpieza un tío de él se encontró con cientos de películas cuyo contenido eran las historias grabadas por Arnoldo y Anita. “Las rescató y me dijo que yo era el cineasta, que a ver qué hacía con ellas”, recuerda con jocosidad.

Foto: Cortesía | Andrés Kaiser

Así comenzó un proceso largo de restauración, no solo de las cintas, sino de muchas fotografías familiares que necesitaban ser digitalizadas, lo mismo que audios y por supuesto el video. Andrés se apoyó en la Cineteca Nacional, a través de su Archivo Memoria, para después ser beneficiado con el Foprocine.

El resultado es una película armada 100 por ciento con material de archivo del periodo 1945-1985, “un viaje donde la gente verá la historia de mis abuelos, pero seguro los llevará a su propia historia”.

Arnoldo y Anita se conocieron en la Ciudad de México y consumaron su amor en San Luis Potosí, donde imprimían los libros de contabilidad que toda empresa seria necesitaba. En los ratos libres, ambos tomaban la cámara para filmar películas, haciendo, tal vez sin querer, un enorme acervo en cuanto a cine casero del siglo pasado.

El inicio sabremos que la pareja protagónica se conoció en un baile, donde él la invitó en tres idiomas, ignorando que ambos hablaban el español. También que compraron una casa con todo el estilo de chalet suizo, y que las primeras grabaciones estuvieron a cargo de él, quien se encuadraba tomando vino, fumando cigarros o leyendo libros, lo que ya se advertía como una verdadera obsesión.

Andrés explica que las historias filmadas por sus abuelos recurrían a todo tipo de imaginación y con el material que tuvieran a la mano, en un plano de inocencia para lo que muchas veces encontraron cómplices entre sus mismos amigos. “Aunque con el tiempo hubo una factura de cineasta avanzado, porque implementaron herramientas como el stop motion… es la particularidad de dos artistas que durante años hicieron cine amateur, que es muy distinto al cine independiente”.

El realizador revela que parte de su trabajo de restauración fue descubrir el estilo de esos cineastas por convicción, así que luego de muchas vistas, pudo hacer la selección ideal que se contextualiza con investigación documental y una impresionante colección de postales, cartas, fotos, permisos de trabajo, pasaportes y desde luego, testimonios personales de integrantes de la familia, que por cierto pudieron ver en casa las primeras versiones de las películas en 8 y 16 mm.

Será el 27 de octubre, a las 17:00 horas, que Teorema de tiempo se pueda ver en el FICM, lo que tiene entusiasmado al director, quien ya la pudo estrenar en el Festival de Múnich, en Guanajuato, donde ganó el Premio de la Prensa; en Monterrey, en el cual se alzó como Mejor Documental, además de que tiene proyecciones aseguradas en Bologna para participar en un festival especializado en películas de archivo, en Nueva York y hasta en el Docs MX.

Morelia, Michoacàn (OEM-infomex).- Luego de su ovacionado debut con Feral, la historia de un sacerdote que cría a tres niños bajo esa condición en la sierra de Oaxaca, el cineasta mexicano Andrés Kaiser ofrece su segundo largometraje: Teorema de tiempo, donde una vez más recurre a la búsqueda de archivos, pero ahora para mostrarnos la historia de sus abuelos, Arnoldo Kaiser y Anita Schlittler, una pareja de ascendencia suiza que era muy conocida en San Luis Potosí al administrar una imprenta de libros contables, pero que en sus ratos libres filmaban películas caseras.

Seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), Kaiser vuelve a jugar con las herramientas de la ficción y el documental: primero disfrazó de documental un relato escalofriante con escritura propia, mientras que ahora exhibe archivos reales que se tratan de pequeñas cintas creativas.

En entrevista, comparte que hace poco más de 10 años se iba a vender el edificio donde por muchos años sus abuelos adaptaron una bodega para la imprenta, así que al hacer las labores de limpieza un tío de él se encontró con cientos de películas cuyo contenido eran las historias grabadas por Arnoldo y Anita. “Las rescató y me dijo que yo era el cineasta, que a ver qué hacía con ellas”, recuerda con jocosidad.

Foto: Cortesía | Andrés Kaiser

Así comenzó un proceso largo de restauración, no solo de las cintas, sino de muchas fotografías familiares que necesitaban ser digitalizadas, lo mismo que audios y por supuesto el video. Andrés se apoyó en la Cineteca Nacional, a través de su Archivo Memoria, para después ser beneficiado con el Foprocine.

El resultado es una película armada 100 por ciento con material de archivo del periodo 1945-1985, “un viaje donde la gente verá la historia de mis abuelos, pero seguro los llevará a su propia historia”.

Arnoldo y Anita se conocieron en la Ciudad de México y consumaron su amor en San Luis Potosí, donde imprimían los libros de contabilidad que toda empresa seria necesitaba. En los ratos libres, ambos tomaban la cámara para filmar películas, haciendo, tal vez sin querer, un enorme acervo en cuanto a cine casero del siglo pasado.

El inicio sabremos que la pareja protagónica se conoció en un baile, donde él la invitó en tres idiomas, ignorando que ambos hablaban el español. También que compraron una casa con todo el estilo de chalet suizo, y que las primeras grabaciones estuvieron a cargo de él, quien se encuadraba tomando vino, fumando cigarros o leyendo libros, lo que ya se advertía como una verdadera obsesión.

Andrés explica que las historias filmadas por sus abuelos recurrían a todo tipo de imaginación y con el material que tuvieran a la mano, en un plano de inocencia para lo que muchas veces encontraron cómplices entre sus mismos amigos. “Aunque con el tiempo hubo una factura de cineasta avanzado, porque implementaron herramientas como el stop motion… es la particularidad de dos artistas que durante años hicieron cine amateur, que es muy distinto al cine independiente”.

El realizador revela que parte de su trabajo de restauración fue descubrir el estilo de esos cineastas por convicción, así que luego de muchas vistas, pudo hacer la selección ideal que se contextualiza con investigación documental y una impresionante colección de postales, cartas, fotos, permisos de trabajo, pasaportes y desde luego, testimonios personales de integrantes de la familia, que por cierto pudieron ver en casa las primeras versiones de las películas en 8 y 16 mm.

Será el 27 de octubre, a las 17:00 horas, que Teorema de tiempo se pueda ver en el FICM, lo que tiene entusiasmado al director, quien ya la pudo estrenar en el Festival de Múnich, en Guanajuato, donde ganó el Premio de la Prensa; en Monterrey, en el cual se alzó como Mejor Documental, además de que tiene proyecciones aseguradas en Bologna para participar en un festival especializado en películas de archivo, en Nueva York y hasta en el Docs MX.

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