Morelia, Mich (OEM-Infomex).- A finales del año 2014, un grupo de músicos michoacanos se encontraba en la desesperanza. No tenían disqueras, promotores que confiaran en ellos ni fans. Pensaban que estaban destinados a tocar sus canciones en medio de borracheras en las que nadie escucha. De esa atroz realidad, nació Sin Futuro, un colectivo que, sin pretenderlo, los terminaría marcando en sus carreras artísticas.
Como muchas cosas en la vida, relata Aquiles Tarumba, músico moreliano, la idea surgió en una borrachera. Cuenta que por aquellos años solía reunirse con sus colegas, Axel Catalán y Cuauhtli García, para beber y perder el tiempo mientras la música era la atmósfera.
“Ya cuando estábamos borrachos poníamos una computadora y comenzábamos a grabar nuestras pendejadas, armábamos un tipo pódcast que le llamábamos Radio Peda, pero en una de esas, Axel Catalán propuso que hiciéramos una banda que se llamara Los Flacos Sin futuro y fue algo que nos gustó, sonaba chido”.
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Entre broma y broma, y ya en sobriedad, la iniciativa fue tomando seriedad al punto de que decidieron transformarlo en un colectivo. Grabaron su primer compilado en cassette, justo cuando el músico Walter Esaú regresaba de la Ciudad de México para integrarse al proyecto.
De a poco se fueron sumando más propuestas musicales, bandas, solistas y demás, hasta que se convirtieron en una gran familia, todo bajo una visión independiente y de autogestión. Organizaban eventos, se solidarizaban cuando uno de los suyos presentaba una nueva canción y vendían cintas en las ciudades que visitaban.
Para Aquiles Tarumba, la creación de Sin Futuro tuvo mucho que ver con el ego de una generación pasada. Dice que como amantes de la música crecieron viendo a músicos talentosos del estado que se ponían el pie uno al otro, que se saludaban de frente pero se tiraban la puñalada en cuanto se volteaban.
“Lo hermoso del colectivo fue que entendimos que juntos éramos más poderosos, porque a final de cuentas todos somos amigos, nos cotorreamos desde que teníamos 18 años, entonces yo me quedo con el poder ver esa hermandad, saber que podíamos salir adelante”.
Además de la solidaridad, para el músico algo que los nutrió como compositores fue la competencia sana. Pues si bien eran un colectivo, cada uno seguía trabajando desde su trinchera y al observar que alguien presentaba una canción que dejaba la “vara muy alta”, los obligaba a exigirse más para tratar de estar en el nivel.
Aprendimos a ser independientes
Walter Esaú (Negro) recientemente presentó dos sencillos que formarán parte de su próximo disco, trabaja con una disquera y este fin de semana se estará presentando en la Ciudad de México. Sus planes para el resto del año son tourear por todo el país y si es posible, saltar al extranjero.
Hace ocho años las cosas no funcionaban así. Cuando regresó a Morelia, Walter comenzaba con su proyecto como solista, pero él mismo reconoce que se trataba de algo “que todavía estaba en pañales”.
El poder dar con Sin Futuro, explica, fue la oportunidad de moverse en bloques, pues, aunque cada músico poseía sus particularidades, se dieron cuenta que era más sencillo si subsistían en camada. Sumado a esto, considera que lograron darle una identidad muy michoacana a la música que realizaban en aquel entonces.
“Es tu escudo, lo que vas a llevar a sonar a otros lados. Y es que como escena muchas veces tendemos a querer copiar lo que sucede en otras partes y eso es un error. Las cosas no suceden igual aquí que en Guadalajara”.
Para Walter Esaú, con Sin Futuro también aprendieron a trabajar cosas de oficina; es decir, la labor iba más allá de subirse a un escenario a tocar, sino que fueron involucrándose en todo lo que implica un proyecto musical, muchas veces con errores, pero siempre con aprendizaje.
En este sentido, celebra el darse cuenta que, detrás de esta generación, vienen músicos que ahora están haciendo cosas que al colectivo en su momento les faltó. “Lo chido es mejorarlo, porque Sin Futuro para nada fue perfecto”.
Con el paso del tiempo, los proyectos tomaron caminos distintos y por ende el colectivo se encuentra inactivo. Pero se trata de una pausa simbólica, pues Walter se enorgullece de que la estructura de ser músicos independientes es algo que se mantiene. Argumenta que, pese a tener una disquera que lo respalde, él sigue trabajando exactamente igual que cuando formó parte del colectivo, pues a final de cuentas, añade, el único interesado al que realmente le preocupa tu proyecto “sigues siendo tú mismo”.