Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Trabaja como profesor universitario en Morelia, pero desde el 23 de marzo cumple a rajatabla el confinamiento en casa de Uruapan, acompañado de sus padres.
Héctor Echevarría trata de analizar a fondo la situación derivada del Covid-19; aunque es filósofo de formación, acepta que todo esto es una sorpresa, algo que nadie hubiese imaginado.
No pensé que esto iba a durar tanto tiempo; de hecho planeaba seguir en Morelia y finalmente me regresé porque no hay un final que podamos anticipar, ha sido una locura, una sorpresa
Revela.
Por lo pronto no tiene afectaciones en el terreno económico ni laboral; la universidad para la que labora planificó las clases a distancia y evitó cualquier recorte de personal o baja de salarios.
Los planteamientos de este profesor no son pocos en cuanto a la fase en la que se encuentra el mundo: “¿Cómo llegamos a este extremo, el que un virus aniquile a parte de la población? Habrá que plantearnos qué otras cosas pudieran suceder, si es el inicio de una serie de catástrofes que tengan que ver con armas biológicas o nucleares”.
Menor de 30 años y con una vida entregada a la academia y el conocimiento, Héctor extraña esas cosas que disfrazamos como rutina pero que en realidad son pequeños detalles que le dan sentido a todo como caminar por las calles o impartir las clases.
Hoy su modo de trabajar es distinto; ya no hay interacción con los alumnos de forma presencial, todo se reduce a las clases virtuales, a los programas para conferencias, a la evaluación desde un ordenador, a esperar que la conexión a internet tanto de él como de sus pupilos no se caiga.
Pero sobre todo, Héctor dice que le preocupan sus padres, que por ellos se queda en casa, al resguardo, a cuidarlos:
Aquí en Uruapan a mucha gente no le ha importado el tema, hacen fiestas, reuniones, salen en grupo, pero tenemos que ver más allá de nosotros mismos
Si algún libro tenía entre manos pero la actividad diaria no lo dejaba leer era El Ulises, de James Joyce, al que describe como complejo e interesante, “puedo decir que lo que más hago en estos días es leer, también estoy leyendo al filósofo Reinhart Koselleck, quien habla de cómo construimos un futuro ilusorio que de cualquier forma se va a venir abajo”.
Reintegrarse a las actividades cotidianas no será fácil de acuerdo a su análisis. “Habrá un trauma colectivo, no creo que la gente vuelva a tener confianza, al contrario, el miedo estará muy presente. Lo que creo es que paradójicamente esta situación nos ha llevado a revalorar el contacto humano, pues luego de varios días encerrados, con pura comunicación virtual, extrañamos los abrazos, estrechar la mano”, concluye.