Morelia, Michoacán. (OEM-Infomex).- El lleno en uno de los auditorios del Poliforum Digital de Morelia fue absoluto. Y no era para menos. La tarde de este miércoles 13 de noviembre quedó marcada como la fecha en que 30 personas con discapacidad visual ofrecieron un concierto orquestal gracias a la coordinación del etnólogo uruguayo Carlos Blanco Fadol. En ese recinto, pasadas las cinco de la tarde, se escuchó música creada con un instrumento único hecho con bambú encontrado en el sureste asiático, cuya sonoridad es tan particular que puede adaptarse a prácticamente cualquier canción popular.
Quién sabe por qué a los funcionarios mexicanos les guste hacer tan largos los protocoles, pero luego de un montón de palabrería, el titular de la orquesta por fin tomó el micrófono para explicar a los presentes en qué iba a consistir el concierto: “A lo mejor no nos sale del todo bien, pero tomen en cuenta que solo ensayamos 10 horas, que nadie de los alumnos es músico y además son discapacitados visuales. Pero sospecho que ustedes, como yo, vinieron por algo más”, mencionó el dos veces candidato al Premio Príncipe de Asturias.
De esa forma, los nuevos artistas y sus respectivos guías abrieron el espectáculo con la interpretación de Cóndor Pasa, llevando al auditorio por ese pasaje andino. De ahí se siguieron con el tema Feere Jaques, que a simple vista no nos dice nada, pero que resulta muy familiar cuando recordamos aquella tomada infantil de “Martiincillo, Martincillo, ¿dónde estás?”
Entre la sorpresa del público y la satisfacción de los músicos, el recital fue avanzando con otros temas como Juan sin tierra, el mexicanísimo Cielito Lindo y Cerezo Rosa. Cada que concluía una pieza, los aplausos eran generosos y las sonrisas no se ocultaban entre esos débiles visuales que se fortalecieron en ánimo con las estruendosas palmas. Concluyeron con el emotivo “Himno a la alegría”, y les salió tan bien, que sacaron lágrimas entre amigos, familiares y público en general.
Con este concierto culminó la visita de Blanco Fadol a nuestra ciudad. El también poeta y narrador seguramente emprenderá otro viaje que lo lleve a un rincón del mundo para que entonces vuelva a dar esperanza a los que a veces no la tienen. “Esto se trata de creer en las utopías, y si hacer que personas que no ven y no saben nada de música ofrezcan un concierto, entonces ya podemos creer en las utopías”, advirtió a mitad del espectáculo, y todos parecieron respaldarlo.