Morelia, Michoacán.- El olor a cempasúchil y cera quemada llenaron el aire de las comunidades originarias de Michoacán que se prepararon para recibir a los santos difuntos durante la Noche de Muertos.
Desde Arócutin, pasando por Cuanajo y Santa Fe de la Laguna, las localidades que se encuentran en la rivera del Lago de Pátzcuaro esperaron en vela hasta el amanecer en los panteones o sus viviendas el arribo de sus seres queridos.
Con altares llenos de frutas y caballitos de madera a forma de ofrenda, como es el caso de Cuanajo, o con tumbas adornadas con veladoras y cempasúchil esparcido por el suelo como en Tzurumútaro; cada habitante del estado celebró a su manera este 1 y 2 de noviembre.
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Pese a la pena de perder a un familiar o amigo que se adelantó en el camino, las risas y los momentos con los que aún están en este mundo no faltaron, mientras disfrutaban un vaso de atole o café.
A su alrededor los turistas, algunos caracterizados de catrinas y catrines, incluso aquellos que no tienen nada que ver con esta tradición michoacana, aprovechaban para tomarse selfies o fotos junto a los habitantes de estas regiones.
Por primera vez, la comunidad autónoma de Urandén, perteneciente geográficamente a Pátzcuaro, se unió a las celebraciones con el espectáculo de canoas a cargo de sus habitantes, entre los que se encuentran pescadores y estudiantes de la Escuela de Canotaje.
Por su parte, las ciudades más grandes de la entidad como Morelia, Uruapan y Zamora llevaron a cabo eventos culturales alusivos a la fecha. En la capital michoacana se realizó el ya acostumbrado Desfile de Catrinas y en la Perla del Cupatitzio el encendido de 17 mil velas.
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Es así como Michoacán se iluminó una vez más del ya típico color naranja de las flores y el despliegue de sabores de la gastronomía. Durante todo este fin de semana, continuarán los festejos hasta que sea momento de que las ánimas regresen al otro lado.