Morelia, Michoacán.- Dentro de la selección del XXI Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se encuentra un documental lleno de evocaciones, contrastes y evocaciones, se trata de La frontera invisible, un filme realizado por Mariana Flores Villalba, a quien realizamos la presente entrevista.
Pero antes de proceder con las palabras de la realizadora, podemos adelantar de qué va el documental. La cuestión es que La frontera invisible cuenta la historia de hombres y mujeres a quienes la vida ha llevado hasta la Isla Socorro, una formación volcánica ubicada 700 kilómetros de la costa mexicana, en donde se encuentra una estación naval militar permanente, habitada por integrantes de las Fuerzas Armadas Mexicanas de forma intermitente.
Pregunta: ¿Cómo fue que llegaste a un lugar tan remoto?, ¿qué cosas te conectaron con la isla y sus habitantes?
Respuesta: Supe de la isla hace más de diez años, fue por medio de unas amigas biólogas que estaban trabajando ahí con ballenas y cuando volvieron me contaron, fue algo que cautivó mi imaginación.
Luego fui en 2008 a hacer un trabajo documental, es algo que no quedó en esta película (en referencia a La frontera invisible), pero fue un viaje de investigación; pasaron los años, cambió el país, cambié yo y me pareció que conocer la vida de los marinos que vivían ahí cobraba otras dimensiones ante la coyuntura nacional.
Conocí entonces a Carlos Hernández, el productor, con quien empezamos a levantar el proyecto como un largometraje. Empezamos a filmar en 2017 y terminamos en 2018, fue un año y nos echamos tres años para editar y producir, pero es que hubo una pandemia.
Pregunta: Hay un choque entre el escenario natural, idílico, con la vida de los marinos, que ellos califican como la más difícil del mundo, ¿había esa intención desde el inicio de hacer ese contraste?
Respuesta: Sí buscaba hacer eso, desde el inicio algo me decía que era por ahí; quería que la isla fuera un personaje y que sirviera para decir cosas, contarlas. Conforme iba estando ahí, me di cuenta del poder que tenía la naturaleza en la realidad de los que estábamos ahí y luego trasladar eso a imágenes y tejerlas con el tema y narrativa de la película.
Pregunta: ¿Hubo una postura por desmontar estereotipos en torno a quienes dedican su vida al ejército y mostrar matices?
Respuesta: Sí, para mí el chiste son los grises, ver quiénes son (esos hombres), no todos, algunos obviamente. Ver quiénes son estas bases de la marina y todo lo que puede pasarles a estas personas, de que también son víctimas de la violencia, de las inequidades, de todas estas cosas que hacen que todo se vuelva gris (en el sentido de los matices).
Pero es algo más allá de la institución, que es otra cosa. Entonces fue traspasar el velo de la institución y ver quiénes son estas personas.
Pregunta: ¿Qué tan difícil fue que ellos compartieran sus historias?
Respuesta: Hubo de todo, pero al final sí hubo varios que quisieron abrirse y compartir lo que piensan, lo que sienten, lo que han vivido, y creo que, en ese sentido, tuvimos suerte porque hubo varios que sí quisieron contar su historia.
Aunque sí había gente que no quería saber del proyecto, ni hablar, salir en la cámara; pero sí hubo quienes querían contar su historia, ser escuchados y decir lo que les estaba pasando.
Pregunta: ¿Ellos ya pudieron ver el documental?
Respuesta: Muchos sí pero no todos, porque hubo algunos con los que perdí contacto. Les mandamos DVDs porque varios ya no están ni siquiera en la isla.
Pregunta: Antes de hacer este documental habías hecho cortos de ficción, ahora qué sigue, ¿continuarás en el género documental?
Respuesta: Después de este (La frontera invisible) hice con la fotógrafa un corto documental sobre violencia doméstica que se llama Su voz está dentro, el cual también se estrenó este año; entonces, sí continuar en el documental y quizá me gustaría explorar medios más experimentales, tal vez un poco de animación, por ejemplo. Pero sí me voy a quedar un rato dentro del género del documental.