Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).– Como una moderna versión de la historia de Abel y Caín puede verse Fuego adentro, de Jesús Mario Lozano, cinta ambientada en Cuetzalan, Puebla, metáfora del México contemporáneo que parece seguir su muy particular guerra civil silenciosa, iniciada hace catorce años.
Y es que el filme, que forma parte de la Sección de Largometraje Mexicano, narra la historia de León -interpretado por Hugo Catalán-, un joven hombre que huye de su pasado de violencia a un pueblo montañoso en el que se dará cuenta de que hay actos cuyas consecuencias no pueden ser evitadas tan fácilmente.
Cuando su hermano menor lo localice -Armando Espitia-, siendo su novia -Luisa Pardo- la única que sabía de su paradero, el protagonista escuchará de boca de Andrés que algo tremendo ha pasado y que amenaza con destruir todo cuanto constituye su existencia, y que no hay ya más espacio ni tiempo a los cuales escapar.
Dividida en cuatro apartados, que aluden a sitios míticos de la cosmogonía azteca, Chicnauhtopan -los nueve lugares encima de nosotros-, Tlalticpac -la superficie de la tierra-, Chicnauhmictlan -los nueve lugares de la muerte- y Tlalocan -el lugar del néctar en la tierra-, la película tiene una especie de presentación de ese pueblo que por su cercanía a las montañas parece estar entre las nubes.
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Sin embargo, con rapidez, el espectador sale de su ensueño para atestiguar una cruda escena en un matadero, en el que se acude al sacrificio de unos cerdos, en una analogía de la guerra civil en el país, en la que por igual unos mexicanos ultiman a otros mexicanos, en una espiral sin término.
Sobre la superficie de la tierra se verifica la llegada de Andrés, hermano menor del protagonista, quien dice estudiar medicina y que en breve informará a León de cuanto ha sucedido con Martha, su novia, y con la madre de ambos.
En Chicnauhmictlan no parece ocurrir gran cosa, pero el director da a entender que el personaje está muriendo a su identidad y que desciende al inframundo, en una especie de preludio del fin.
Ya en Tlalocan, la última parte de la cinta, las acciones se precipitan y tienen un desenlace esperado, anunciado por la presencia del hermano menor desde su arribo, pero no por ello menos notable.
Con un ritmo a veces vertiginoso y otras tantas reflexivo, pero siempre impecable, Fuego adentro posee un guión bien construido y montado que se desarrolla en apenas 70 minutos que se van volando, algo que el espectador agradece; no por la duración sino por lo bien llevada que está la historia.