Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- La primera vez que Adriana Torres asistió a un ritual para consumir hongos alucinógenos, se llenó de miedo y vio pasar todo muy lento. No lo disfrutó. Con el tiempo, se dio cuenta que fueron los prejuicios y la carga social lo que le impidieron llevar un proceso adecuado.
Fue junto a un lago y de día. Le prometieron que la experiencia sería más placentera por los colores que ofrece la naturaleza a esa hora, pero no pudo. Relata que hubo un bloqueo y que a su mente vino todas las cosas que escuchó desde niña por parte de la familia y la religión.
"Yo veía que las personas que estaban a mi alrededor tenían visiones, presentaban estos vómitos que les llaman alivios a nivel físico y emocional, pero para mí en ese momento no fue nada de eso, estaba asustada".
Adriana no desistió y decidió darle una segunda oportunidad a la ceremonia. La cosa fue totalmente distinta. Acompañada de la música de un flautista, al consumir hongos logró llegar a ese contacto con la naturaleza y con ella misma.
Aunque había nervios naturales por el antecedente que arrastraba, la confianza de que algo positivo iba a resultar de la experiencia le permitieron disfrutar cada momento. Dice que lo primero que percibió fue cómo las nubes comenzaron a tomar formas distintas a las que estaba acostumbrada.
"Por un instante experimenté ansiedad, pero luego vino la relajación, el sentir el sol con los ojos cerrados y tras abrirlos, ver cómo todo brillaba, desde el cerro que teníamos enfrente y hasta las hojas; todo estaba en perfecta sincronía con la música y las percepciones se abrieron para yo darme cuenta de eso".
De a poco fue entendiendo que los rituales con hongos alucinógenos nada tiene que ver con las falsas creencias que afirman que se trata de una droga más.
"En una tercera experiencia yo ya entendía para qué se hacen estas ceremonias y lo asumo como un manjar que nos da la tierra, la conexión que se logra, el percibir es algo que ya nunca más se te va a olvidar y es complicado que vuelvas a ser la misma persona que antes".
Para Adriana, estos rituales ayudan a que el ser humano vuelva a entender los ritmos naturales que se pierden por la misma cotidianidad, el urbanismo, la tecnología, el trabajo y el estrés.
Pero también aclara que se trata de un proceso que no es igual para todos, pues si por un lado está quien lo hace buscando un despertar de la conciencia, hay otro sector que simplemente quiere diversión como si se tratara de una sustancia más como la cocaína o las tachas.
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Tras haber vivido estas experiencias, considera que consumir hongos alucinógenos no tiene que ser visto a la ligera ni como recreación, debe existir un respeto y una gratitud de por medio, pues, a su parecer, son elementos que contienen un rango sagrado desde tiempos ancestrales.
Quien lo usa como juego y sin respeto, está en riesgo de perder la conciencia muy fuertemente.
En este sentido, detalla que algo fundamental en los rituales es respetar las reglas: valorar el fuego, los rezos y consumir hongos de dos en dos, nunca más. Sin embargo, al ser un tema que ha ganado popularidad y moda en los últimos años, critica que haya casos en que la ceremonia es vista como un negocio.
"Hay quienes llegan a meter hasta 50 personas a un ritual y vienen todos revueltos, te encuentras a quien va por primera vez, está el adicto y demás. Eso genera una combinación de energías que a mí no me termina de gustar, si alguien lo quiere disfrutar, yo le diría que trate de hacerlo lo más privado posible".
Un mundo por explorar
"Hongosto" es el término popular que se le ha dado al mes de agosto por la variedad de hongos que se producen durante esta temporada. El biólogo y doctor en ciencias especializado en la materia, Víctor Manuel Gómez Reyes, precisa que en Michoacán deben existir cerca de 11 especies calificadas como alucinógenas.
De este número, expone que hay un ejemplar que es de los más buscados por los jóvenes en Morelia: psilocybe cubensis. Su fácil identificación, así como su abundancia en estas fechas, hace que sea el manjar por excelencia de la juventud.
Más allá de la estigmatización, asegura que el exceso y la falta de cuidado es lo que puede generar consecuencias negativas en el cuerpo y cerebro humano.
"No se sabe que haya una medida que pueda provocar una sobredosis, pero al estar consumiendo constantemente, vas agarrando una resistencia a estos compuestos y por lo tanto cada vez requieres más hongos para poder tener los mismos efectos que antes con menor cantidad eran perceptibles".
Por el contrario, hay aspectos positivos de estas especies, como el uso que tiene para fines terapéuticos y psicológicos, o simplemente para tratamiento de alguna droga química o sintética, asegura.
Más allá de lo alucinógeno, el académico destaca que Michoacán es sumamente rico en la variedad de hongos, al registrar más de 700 especies, lo que sitúa al estado en el séptimo lugar a nivel nacional.
"Pero un poco el problema es que es un grupo que ha sido poco estudiado, falta mucho por conocer, ya que sólo se tiene conocimiento de un 6 por ciento en esta materia".
Sumado a esto, alerta sobre la pérdida del conocimiento de las especies; es decir, si en un pueblo originario antes se sabía de 60 ejemplares que habitaban en su territorio, ahora llegan a detectar a lo mucho 12, lo que habla de una merma en el acervo cultural y tradicional de las comunidades.
¿A qué se debe que el reino fungi no ha sido investigado con profundidad? Para Víctor Manuel Gómez Reyes hay dos factores: el primero es que los hongos nunca han sido considerados como parte de los grupos emblemáticos como sí sucede con las plantas o animales.
También está el hecho de que resulta un objeto de estudio no tan atractivo y hasta en cierto punto menospreciado, por lo que los estudiantes prefieren tomar caminos que se presentan más llamativos para sus intereses.
Para este año, el doctor Gómez Reyes prevé que la aparición de hongos sea inusual y positiva en Michoacán, tanto en las especies alucinógenas como las de otra índole. Confiesa que las pocas veces que ha salido durante la pandemia, ha detectado una variedad que le da un panorama de lo que se viene. Dicho en otras palabras, los términos de "Hongosto" y "Septongo" nunca pudieron ser mejor dichos que en este 2020.