Karina Vázquez indaga sobre la "modernización" del indio michoacano

Autora busca hacer visibles los intereses políticos que estuvieron detrás de los proyectos educativos indígenas

Josafat Pérez | El Sol de Morelia

  · lunes 24 de agosto de 2020

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En busca de visibilizar los intereses políticos –así como culturales, sociales y económicos– que estuvieron detrás de los proyectos indígenas en Michoacán, se publicó el libro “Modernizar al indio michoacano. El proyecto educativo del internado indígena de Paracho” (1935-1972).

En entrevista para El Sol de Morelia, Karina Vázquez Bernal, autora de dicha investigación, señaló que además de propiciar la discusión entre el gremio de historiadores, busca que su trabajo llegue a “otros públicos” para contribuir a la “apropiación social del conocimiento”, tan cara a los cenáculos académicos.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

“Lo que me parece interesante hasta el día de hoy es que los internados se empezaron a fundar desde 1931 a lo largo de todo el país, sin embargo no existe hasta el día de hoy algún estudio que aborde la historia de los internados indígenas”, dijo al advertir que su investigación es “el primer estudio de caso sobre un internado indígena”.

Luego de explicar que el internado indígena de Paracho –actual Centro de integración social # 16 “Vasco de Quiroga”– se funda durante la presidencia de Lázaro Cárdenas del Río, pero tiene sus antecedentes desde los años en que el general fue gobernador de Michoacán (1928-1930), aseguró que es hasta 1937 cuando comienza realmente a funcionar y en 1940 se constituye formalmente.

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De ser una investigación con la cual Vázquez Bernal se tituló de la maestría en Historia de México del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, el libro fue trabajado “en lenguaje lo más accesible posible para todo tipo de público” y surgió, en gran parte, por el acercamiento que la autora oriunda de Paracho, tuvo con dicha institución desde pequeña.

Advirtió que en ese contexto, además de surgir nuevos internados indígenas, hubo una emergencia de proyectos educativos y estudios sobre la población indígena, paralelos al contexto internacional en el cual se funda también el internado España-México.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

“Michoacán, en esta primera mitad del siglo XX, se convierte en un laboratorio de experimentos sociales”, dijo en consonancia con las pesquisas de otros investigadores del mismo periodo.

“Es un texto que no solamente explica el internado y su historia institucional, sino que intenta problematizar el contexto en el que surge –qué está pasando a nivel local, regional y nacional, que hacen que surjan internados indígenas– es un contexto de entre guerras, donde hay muchas teorías raciales”, dijo al explicar que esta discusión sobre las teorías de la raza y el origen biológico, tuvieron un papel preponderante en el diseño de políticas públicas.

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“El internado es un intento por revertir todas las teorías biologicistas que decían que la población indígena no podía modernizarse, ni cambiar sus condiciones de vida porque había un determinante biológico inamovible… surge como parte de las otras teorías científicas que dicen que el medio tiene una incidencia fundamental en el desarrollo de la inteligencia, en la adaptación a la vida”, precisó.

De igual manera, la también profesora de la ENES-UNAM campus Morelia advirtió que su trabajo está dividido en tres capítulos, a saber, el primero “aborda la discusión ideológica sobre lo que piensan los especialistas que se debe hacer con la población indígena”, bien sea incorporarla o integrarla.


En el segundo capítulo –dijo– aparece “como ya hay un acuerdo sobre lo anterior, aparecen las ciencias sociales –muestra el papel que los pedagogos y antropólogos tuvieron en el desarrollo de las políticas públicas del siglo XX–, y explico los modelos a partir de los cuales estas ciencias proponen transformar a la población indígena”, dijo al asegurar que “hay una larga línea de continuidad en la cual los políticos piensan que los indígenas deben dejar ser lo que son para que puedan salvar sus condiciones de vida”, lo cual calificó de “incomprensión hacia las diferencias étnicas y culturales”.

Asimismo, comentó que el tercer capítulo aborda más de lleno la historia local del internado e intenta mostrar cómo las políticas educativas diseñadas por antropólogos y pedagogos carecieron de un “conocimiento profundo de los espacios rurales y de las áreas indígenas”, a pesar de que sus políticas educativas estuvieran “bien calculadas”, lo cual derivó en que la aplicación de las mismas fuera más complicada.