Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En medio de un mundo digital, sí hay aún espacios que emplean la impresión con tipos móviles, como es el caso del taller de edición Typofania, un caso que se expuso en una charla celebrada hoy en el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH).
En concreto, el que expuso fue el diseñador colombiano Miguel Acosta Sanabria, porque además el taller es suyo y opera en el país sudaméricano. Él fue invitado al IIH, pues de acuerdo a la organizadora, Claudia Raya, la charla forma parte de las actividades del Seminario Mexicano de Cultura Impresa.
En el auditorio del IIH, Acosta Sanabria relató cómo se fue haciendo de las máquinas e implementos del taller Typofania y el modo en que utiliza dicho espacio, que entre sus líneas principales de trabajo es la educación con estudiantes de la Escuela de Artes y Letras, una universidad en Bogotá Colombia.
Entonces, relató que al comprar las piezas a impresores antiguos, podía ganárselos al decirles que sería para enseñar las artes de la impresión a los jóvenes, con frases como "quiero sacar a los estudiantes del computador y vincularlos a este mundo".
En el segundo término, Acosta Sanabria creó un comodato con la Escuela de Artes y Letras, donde se estipula que el taller y los implementos son de él pero los pone a disposición de los estudiantes. Cabe anotar que él mismo es profesor en esa institución.
Pero con la llegada de la pandemia, Acosta Sanabria contó que se puso a mejorar y ampliar el taller, lo cual implicó intentar conseguir maquinaria como la Sacapruebas tipográficas. Enfatizó esta última, porque no la encontró en Bogotá ni en sus alrededores, por lo cual se dedicó a construir una por sí mismo.
Otra cuestión fue buscar y encontrar clichés, que son el equivalente del Google imágenes de antaño, los cuales debió organizar en cinco clasificaciones. Mencionó que si estas piezas no estuvieran en el taller, probablemente estarían ahora en un basurero. Según Claudia Raya, esto se debe a que "las técnicas regresan".
El la charla estuvo presente el tipógrafo Carlos Castillo Martínez, quien tiene 25 años de experiencia en la tipografía y fue pionero en la recuperación de este oficio, cuando rescato el taller de La Purísima Coronada, a la muerte de su último impresor