Zamora, Michoacán.- “El comercio, el mercado es más fuerte que la tradición y desde los años 50 con el auge del disco y por consiguiente la radio la XEW forja un molde, no un modelo del mariachi”, señala el investigador del Colegio de Michoacán (Colmich), Álvaro Ochoa Serrano, quien entre archivos parroquiales, bandos municipales y otros documentos rastrea el origen del mariachi como ensamble musical y como espacio temporal de diversión y rituales.
A estas alturas hay dos cosas que no se superan, el famoso origen coculense del mariachi a partir de una canción, no de una investigación ‘De Cocula es el mariachi’ de ahí no salen y lo otro es el conjunto, el ensamble musical y el centro de esta investigación es el espacio festivo-ritual que es la fiesta, el baile en el que entran muchos elementos y el principal de éstos es la música.
De acuerdo con el historiador, el mariachi en sus conceptos de ensamble musical y espacio festivo, tendría su origen en el Oeste mexicano que conforman hoy los estados de Colima, Jalisco, Michoacán y Nayarit, “más pedazos de Guerrero y Guanajuato” aunque regiones como Sinaloa, Sonora y las Californias aportaron también; en el mariachi, dice, convergen también las tradiciones de las tres vertientes del mestizaje mexicano: la nativa, la europea y la africana.
"Sin embargo no hay localidad precisa que permita ubicar dónde surgió tal tradición”, señala Álvaro Ochoa Serrano, que explica que del curso de su investigación se desprende que el testimonio más antiguo del mariachi aparece como nombre de una ranchería del Estado de Nayarit en una referencia que data de 1830 en los registros parroquiales de Santiago Ixcuintla de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Precisamente en la arquidiócesis tapatía se documentó una circunstancia en torno al tema. Al final de la Semana Santa de 1852, el párroco de Rosa Morada en Nayarit informó a su obispo ‘en la plaza y frente a la misma iglesia se hallan dos fandangos una mesa de juegos y hombres que a pie y a caballo andan gritando como furiosos en consecuencia del vino que beben… en estas diversiones que generalmente se llaman por estos puntos mariachis.
Otro antecedente, dijo, se encuentra en Tlalchapa, Guerrero, de la Arquidiócesis de Morelia en el día de la Santa Cruz de 1859 cuando el cura del lugar describió “En el atrio las músicas o como se dice el Mariache compuestas de arpas grandes, violines y tambora tocaban sin descansar”. Estos ejemplos, asegura el historiador, son previos al afrancesamiento mexicano.
En ese contexto, dijo Álvaro Ochoa Serrano, la palabra Mariachi más que referirse al grupo o ensamble musical, era una referencia que se usaba para nombrar las fiestas y fandangos en exceso al grado que en 1900 el gobierno en Zamora los prohíbe “posteriormente en 1917 se menciona que en La Rinconada hubo un Mariachi y ahí hubo un muerto, porque en los fandangos y los mariachis las pasiones se desbordaban”.
Establecido esto, el investigador del Colegio de Michoacán señaló que las versiones tanto del origen de la palabra y del mariachi como concepto no son del todo precisas en cuanto al origen francés o nativo de la palabra “Esa ha sido mi insistencia, que se entienda el origen del espacio festivo-ritual, no solamente el conjunto musical.
La dignificación del Mariachi
Fue a partir de que Lázaro Cárdenas del Río determinó que estas agrupaciones musicales fungieran a manera de embajadores de la cultural del país, que los mariachis lograron la dignificación fuera de las cantinas o las tertulias populares. “Cárdenas envía a los mariacheros como embajadores a Sudamérica, Centroamérica, a Estados Unidos sobre todo en las fiestas patrias, a Europa no porque la guerra ya estaba”.
El tema del Mariachi, dijo se resume en tres tiempos y tres vertientes “Los tres tiempos son el mitote prehispánico, el fandango colonial y el mariachi de la vida nacional y las tres vertientes étnicas son: la población originaria, los europeos y la africanos que hemos olvidado mucho, que negamos o que rechazamos”.