Muerte al Verano: una banda de rock en una ciudad de contrastes

Inscrita en la competencia oficial del FICM, esta película narra el paso de jóvenes que sueñan con ser rockstars, pero no todo será tan sencillo.

Francisco Valenzuela

  · miércoles 23 de octubre de 2019

Foto: Fernando Maldonado

Morelia, Mich. (OEM-Infomex).-“Muerte al verano”, debut del regiomontano Sebastián Padilla, relata la formación y quebranto de una banda de death metal que acaricia la fama cuando les avisan que serán teloneros de Necrosis, institución en el género. La cinta forma parte de la competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia y se proyectó la tarde de este martes.

En la historia, vemos a unos jóvenes desenfadados que además de hacer música andan en patineta y juegan naipes. Nada parece que los va a alterar, hasta que una enigmática y bella chica los pone de cabeza hasta el punto de ser un peligro para sus fines profesionales.

Entrevistado por El Sol de Morelia, Sebastián Padilla apunta que Monterrey vive un segundo resurgimiento creativo después de una avanzada musical a inicio de los dosmiles. “Somos una ciudad enorme, más grande que Barcelona, era para que hiciéramos cine desde mucho antes; lo que pasa es que finalmente el fenómeno de Eficine tardó en entrar a la mente corporativa regiomontana. Me parece que cuestiones como la globalización y el Internet nos abrieron los ojos y ahora tenemos a empresas como Bengala, que ha marcado todo un trabajo cinematográfico sin el cual no sería posible mucho de lo que estamos viendo. Yo supongo que de aquí para adelante seguiremos haciendo cine, solo espero que se vuelvan constantes, que en cada festival tengamos unas dos de la ciudad.

-¿Qué historias nos faltan de conocer sobre esa ciudad?

Uf, pues tantas cosas; algunos temas sociales que se repiten en muchas partes del mundo. Tenemos las obvias diferencias de clases; allá hay gente viviendo en una suerte de principado que se llama San Pedro y que está amurallado por montañas, entonces no tienen que ver a México: ahí tenemos un ejemplo súper interesante de lo que podemos hablar.

-¿Cómo fue que construyeron el guion?

Más que escribir un primer guion, hicimos como productores una lluvia de ideas para contar algo emocional, queríamos ser pragmáticos y tácticos, pero al mismo tiempo honestos con nosotros mismos. El guion se alimentó también de nuestras propias experiencias, de lo que vivimos como chavos hace varios años, de cuando vimos caer a la ciudad a manos del narco mientras nos enamorábamos.

¿Resultó difícil el proceso de casting?

Mucho, sobre todo por las edades que necesitábamos. Fue muy tedioso, lo hicimos en varias etapas e incluso tres de los actores llegaron por accidente, originalmente solo estaban para hacer las réplicas de los diálogos pero nos gustaron más que los que hacían la audición.

¿Y el tiempo para concretar el proyecto?

Ya hasta perdí la cuenta, creo que hace siete años fue cuando me decidí a concretarlo y desde ese momento comencé a invertirle dinero. Es que no sabes todo lo que se cambió el guion: llegó a ser una historia de vaqueros, luego de zombies… tirábamos los proyectos y volvíamos a empezar, pero mira, luego de tantos años me siento muy cómodo, muy satisfecho.

-Parece imposible hablar de Monterrey y no pensar en música…

Es que tuvimos una escena magnífica que fue silenciada por la guerra contra el narco. Hay una zona llamada Barrio Antiguo que es el corazón de la vida nocturna regia. De ahí salió Control Machete, ahí se hizo Plastilina Mosh, y todos esos lugares ya no existen. Otra cosa es que se rompían las barreras sociales porque en esos bares podía coincidir gente a la que le gustaba Pearl Jam y al final veías a millonarios, clase media y chavos del barrio tomando una caguama. Esa era la fórmula y se tronó; el narco la mató.