Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Ubicado sobre una de las avenidas más transitadas de Morelia, el Museo de Historia Natural (Muhna) Manuel Martínez Solórzano ofrece desde 1986 uno de los espacios más completos en materia de biología y naturaleza.
La mirada fija y las enormes fauces de un velociraptor es lo primero que se ve. A su lado, un gigantesco tiranosaurio logra que uno se desconecte del bullicio de la ciudad.
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Adentrarse a Sáurika, exposición permanente del Muhna, es retroceder a la época de los dinosaurios. El paseo circular contempla como figura central el ya mencionado un tiranosaurio, el cual, en su tiempo, fue un dinosaurio de unos seis metros de altura y unas tres toneladas.
El pasaje lleva hacia dos deinonychus que cuidan celosamente su nido y a una gigantesca ave jurásica (archaeopteryx) a la que se identifica como el origen de todos los alados y plumíferos.
Aquí se puede ver información sobre su historia, lo que ocurrió con ellos y también cuáles vivían en lo que ahora es México.
De hecho, se puede ver cuál fue descubierto en Michoacán: el Huehuecanauhtlus tiquichensis, que caminó hace 85 millones de años por donde ahora están Tiquicheo y Tuzantla.
A un lado de los dinosaurios, está un Paseo Escultórico donde resulta notoria el contraste de estilos, porque junto a las obras de tema contemporáneo, hay piezas con formas más bien tradicionales.
Contiene artesanías y trabajos de jóvenes artistas egresados de la Facultad Popular de Bellas Artes (FPBA), las cuales llegaron ahí luego de una exposición llamada “Los cantos de la piedra”.
La directora del Muhna, Martina Medina Nava, dice que luego de la exposición fueron donadas las esculturas.
Los artistas y sus obras son: Viridiana Gómez, con la pieza Caracol 1; Miguel Rincón Pasaye, con Chac; Diego Rodríguez, con una obra sin título; Adela Ferreyra, con La llave maestra; mientras que AbRigo donó Algo Irracional.
También está Carmen Bernal con la obra Vida; Villa2 con Transmutación; Leopoldo Peña, con Semilla; María del Pilar, la cual donó una pieza llamada Lágrima. Las esculturas fueron elaboradas entre 2016 y 2017.
Junto a estas hay piezas artesanales y, aunque no muestran los nombres de quienes las realizaron, es notable la minuciosidad con que fueron talladas. Algunas recurren a iconografía religiosa y otras aluden a fragmentos de la arquitectura antigua de Morelia.
Plantas de todas las formas y colores
En el espacio hay varias zonas temáticas dedicadas a las plantas. Una es el vivero, donde según cuenta la bióloga encargada del área Blanca Martínez, se cultivan 200 especies.
Justo afuera de este espacio, hay un módulo con plantas aromáticas y medicinales, como lavanda y salvia; unos pasos más allá se encuentra una exposición de plantas tóxicas, poblada por especies que suelen estar dentro de las casas, como la hiedra, la oreja de elefante, la nochebuena o el vistoso floripondio.
Junto a Blanca Martínez enfilamos los pasos a la zona de suculentas. Es un jardincito circular dividido en cuatro, uno por familia.
Se puede caminar por entre las jardineras para ver las distintas especies, pues como anota la bióloga "el museo es una ventana al conocimiento".
La naturaleza como arte
Más allá de los módulos con plantas se encuentra “Visiones de nuestra naturaleza. 5 años de naturaleza y arte”, una exposición compuesta por 81 fotografías que participaron en el Concurso Nacional de Fotografía de Naturaleza de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y le fueron prestadas al Muhna.
Las fotografías están montadas en la reja que delimita al Muhna y sólo se pueden ver desde dentro del territorio del museo. Fueron montadas este julio y estarán hasta finales de 2022. Son imágenes tan impresionantes que vale la pena caminar para observarlas.
