Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Un acto de gratitud y reconocimiento para quien fuera no sólo uno de los artistas más destacados de su generación, sino “un amigo y mentor”, fue lo que motivó la exposición “Arte que en Zalce”.
En entrevista para El Sol de Morelia, la artista plástica Soledad Tafolla Leveroni señaló que el pintor oriundo de Pátzcuaro fue su maestro durante tres años y lejos de buscar una efeméride para homenajearlo “la idea surgió por lo mucho que lo estimaba”.
Luego de buscar espacio en la presidencia municipal de la ciudad lacustre y otras instancias, el hotel Casa del naranjo le abrió sus puertas al proyecto en el cual colaborarán una treintena de artistas, sin contar a la organizadora.
Grabados, tintas, óleos y acrílicos realizados ex profeso para saludar el legado de Alfredo Zalce (Pátzcuaro 1908- Morelia 2003), serán exhibidos y puestos a la venta en “Arte que en Zalce”, a inaugurarse el viernes 17 de julio a las 19:00 horas.
Entre discípulos, amigos y admiradores, la muestra está conformada por obra de Rafael Sosa, Héctor Boix, Margara Garza, Tere Romero, Brizeida Zepeda, Derli Romero, Marco Antonio López Prado, Tere Heredia, Norma Fabela, Estela Govea, Samuel Díaz, Felipe González, Felipe Elvira, Soledad Tafolla, Juan Vázquez, Miguel Ángel Pardo, Jesús Hernández, Julián Guerrero, Martín Quintanilla, Rosy Gómez, Marcy Miranda, Javier Ornelas, Froilán Ruiz, Humberto Valdés, Alejandro Sandoval, Arturo Heredia, Josué Calderón, Jorge Pérez, Rogelio Padilla, Gabriel Torres y Salvador Luna.
Misiones culturales
De 1923 a 1938 se llevaron a cabo las “Misiones culturales”, una iniciativa de José Vasconcelos, implementada en el México postrevolucionario, cuyo objetivo era hacer del arte y la cultura elementos esenciales de la política educativa nacional.
Alfredo Zalce participó durante seis años en dicho proyecto, al lado de maestros rurales. Al respecto, Tafolla Leveroni cuenta una anécdota de cómo al poco tiempo de conocer al maestro ambos cayeron en cuenta que los unía vínculo previo:
“Mi abuelo era comandante militar en el norte, en el tiempo de la Revolución, y el maestro iba a las misiones culturales. Entonces mi abuelo lo mandó llamar a la oficina y le dijo ‘¿cómo puedes andar sin pistola aquí, si a los maestros los agarran y los arrastran de los pies? Toma esta pistola’ y le encomendó a un par de soldados que cuidaran de él para que no lo mataran. Decía que le tocaba brincar a los muertos en la calle porque era a finales de la Revolución”, relató al estimar que el patzcuarense tuvo que ser muy joven al participar en la iniciativa vasconceliana.
"Creo que eso me ayudó mucho con él porque me tenía mucha consideración", comentó.
Otra anécdota retrata al pintor como alguien que disfrutaba aislarse en la parte más alta de su casa a pintar “la panorámica de Morelia a todas horas”.
En una de las tardes que Soledad asistía al maestro –“yo le ayudaba a barrer el taller y le llevaba el café; él sólo se dedicaba a pintar con su pipa y música clásica de fondo”–, cuenta que llegó el procurador general de la República a buscarlo y Zalce se negó rotundamente a recibirlo “porque no deseaba tener trato con esa gente”. Sin embargo, el funcionario insistió varios días hasta conseguir entrevistarse con el artista para encargarle un mural en la dependencia federal a su cargo.
“Él dijo ‘no lo voy a hacer, porque si lo hago no lo van aceptar’ y ellos le dijeron que aceptarían lo que pintara, entonces les pidió que regresaran en seis meses y les mostró un proyecto de tamaño natural, pero era de denuncia: secretarias pintándose las uñas, mientras la gente está formada en las filas de la Procu. Una escena burocrática y otra, aún más crítica, mostraba unos policías golpeando civiles”, explicó.
Tafolla Leveroni cuenta que, pese a la reticencia del maestro por trabajar con la PGR en ese proyecto, terminó aceptándolo al contar con total libertad de representación.
"Después de recibir la mitad del anticipo, le llegaron de la Ciudad de México los materiales y paneles en los que trabajaría arduamente varias semanas".