Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Volvió el silencio. Luego de dos años de ausencia obligada por la pandemia de Covid, la avenida Madero enmudeció en su totalidad para respetar el caminar de la Procesión, tradición que data de la Edad Media y que, en el caso de Morelia, tiene más de tres décadas de realizarse.
En punto de las 19:30 horas, se dio el primer redoble del tambor, mismo que sirvió para indicar que se iba a iniciar el trayecto desde la Calzada de Fray Antonio de San Miguel y el cual abarcó poco más de tres kilómetros por toda la avenida principal del Centro Histórico de la ciudad.
Te puede interesar: Catedral de Morelia se ilumina de morado tras Procesión del Silencio
Todo se trata de un duelo. De acuerdo con la historia que marca la religión católica, en este día se recuerda la muerte de Jesucristo en la cruz de los romanos, por lo que el ambiente que se vivió en las calles era de zozobra y un respeto absoluto a quienes sufrían la pena como propia.
Desde las aceras, los feligreses no perdían detalle alguno, pues incluso, había quienes lo registraban a través de sus celulares. También estaban los turistas, que más allá de la parte religiosa, observaban la marcha como uno más de los atractivos que ofrece la capital michoacana durante esta temporada.
A lo largo del recorrido, la Procesión del Silencio se detuvo en los once balcones para pronunciar las saetas, mismas que en la tradición cristiana se definen como “las coplas breves y sentenciosas que, para excitar la devoción o la penitencia, se cantan en las iglesias o por las calles durante ciertas solemnidades religiosas como la Semana Santa”.
Dentro de las saetas que se suelen declamar en la capital michoacana, se encuentra la que a propia voz de los creyentes dice: “Nuestra Madre dolorosa/ se acerca entre mil luceros/ viene derramando gracias/ bajo el azul de los cielos”.
Una de las particularidades de la procesión que se lleva a cabo en Morelia desde 1977, cuando estaba a cargo el Pbro. Joaquín Altamirano, es que busca cumplir a cabalidad con todos los elementos que la tradición indica, pues durante el trayecto se pudieron observar las esculturas alusivas a los eventos que se describen en la Biblia en torno al día de crucifixión y muerte de Jesús, destacando en ese sentido la imagen de la Virgen Dolorosa.
Pero también se complementan con otros elementos como son los encapuchados que caminan con la cabeza baja en señal de sacrificio y humildad, la imagen de Cristo, objetos de la crucifixión que pueden ser la corona de espinas, los clavos, el letrero de INRI, la lanza con la que fue atravesado, entre otros.
Tampoco se deja de lado a La Dolorosa; es decir, la escultura de María, la madre de Jesús, quien es cargada y trasladada todo el tiempo por mujeres, esto en señal de acompañamiento a su dolor por el hijo muerto.
Al llegar a Catedral, la marcha se detuvo de nueva cuenta para escuchar el pésame en voz del arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, quien visiblemente conmovido, expresó con paciencia las palabras de duelo que él mismo escribió.
Ya con la noche apoderada de la ciudad, la procesión se dirigió hacia la Plaza Valladolid, donde de nueva cuenta se replica la ceremonia del pésame a la Virgen de la Soledad y finalmente, el contingente avanzó hacia su destino final en el templo de Capuchinas. Y aunque, a partir de ese momento, las voces ya estaban permitidas, el silencio siguió reinando por un buen rato más.