¿Qué era el Clavijero antes de convertirse en museo?

El Palacio de Clavijero, al igual que muchos edificios novohispanos de Morelia, fueron construidos por Los Jesuitas

Ulises Fonseca | El Sol de Morelia

  · lunes 28 de febrero de 2022

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- De convento a correccional para menores, luego a registro civil y ahora centro cultural, de esta brevísima forma se podría sintetizar el pasado del Clavijero, un espacio amplio que ahora acoge exposiciones, talleres y bodas, del que te presentamos aquí su historia.

Para sustentar esa mirada hacia el pasado, la historiadora e integrante de la Asociación de Cronistas por Michoacán, María Lizbeth Macedo Flores, otorgó una entrevista en la cual desveló que el área de museo que ahora es Clavijero, en el siglo XVIII formaba parte de todo un conjunto que también incluía lo que ahora es el Mercado de dulces, las oficinas de la Universidad Michoacana, el teatro José Rubén Romero, la biblioteca pública y fragmentos de las cuadras situadas en dirección poniente, porque ahí habían huertos donde los jesuitas, que eran los antiguos moradores del sitio, producían alimentos.

Pero ese conjunto tan grande, desde luego no apareció en un santiamén y en este sentido, Macedo Flores anotó que todas las construcciones monumentales del centro moreliano fueron realizadas en etapas, muchas veces a lo largo de muchos años.

“Clavijero fue construido por y para la orden de la compañía de Jesús, mejor conocida como Los Jesuitas, de hecho ellos edificaron en las principales ciudades novohispanas de los territorios de la colonia española, al obispado llegaron primero a Pátzcuaro que era la capital en 1574; pero las sedes se trasladaron a Valladolid en 1578 donde siguieron su labor educativa”.

Por esos años lo que tenían los jesuitas era una sede edificada con materiales perecederos como adobe y barro, “pero lo que se aprecia hoy día data del siglo XVIII; sí, la colocación de la primera piedra fue el 2 de diciembre de 1660, pero nada más se puso la primera piedra y tardaron tiempo en juntar fondos para iniciar la construcción, entonces lo que podemos ver ahora es del siglo XVIII y su estilo es barroco, uno de los mejores que tenemos en la ciudad”.

Ahí los jesuitas realizaron una labor que influyó principalmente en cuestiones intelectuales, dado que la orden estaba muy volcada en impulsar la educación. Pero a diferencia de lo que ocurrió con otros sitios, que le fueron quitados a la iglesia católica por las leyes Lerdo de Tejada emitidas en 1853, los ocupantes de Clavijero tuvieron que abandonar el sitio cuando el país todavía era una colonia española, debido a que la corona española ordenó su expulsión de sus dominios.

“Los jesuitas estuvieron desde el siglo XVI hasta el 25 de julio de 1767, ese año el rey Carlos III la expulsión de ellos de todas las colonias y luego de eso el edificio fue utilizado para otros usos y lo repartieron entre los cleros secular y regular, pero con las leyes de reforma todo pasó a manos del estado y el edificio fue desintegrado; el siglo XIX fue muy convulso, fue ocupado y desocupado”.

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Pero en 1882 fue establecido ahí una escuela correccional de artes y oficios, que para 1894 tuvo el nombre de militar Porfirio Díaz y fue “como el primer tutelar para corregir a jóvenes que andaban en ‘malos pasos’, los mandaban ahí tanto autoridades como los papás y había talleres de herrería, carpintería, hojalatería, encuadernación, dibujo lineal e instrucción primaria”.

Macedo Flores añadió que esa instancia sobrevivió a la revolución pero tuvo cambios, desde el nombre: Escuela Técnica Industrial Álvaro Obregón hasta su carácter, pues comentó que “fue el antecedente de las secundarias industriales, es el primero y se dio en ese edificio justamente”.

Foto: Carmen Hernández | El Sol de Morelia

La historiadora añadió que la década de los 60 fue clave porque en ese momento se efectuaron trabajos de restauración, se entregaron las instalaciones a la Universidad Michoacana, que ahora es el área de tesorería pero entonces tenía la rectoría, mientras que el Mercado de dulces fue inaugurado en 1968.

Ya para la década de los 70, lo que era el convento fue restaurado y el arquitecto Manuel González Galván diseñó la fuente que el espacio tiene en su interior; en esa época fue convertido en registro civil y fue hasta el 2008 en que fue convertido en centro cultural.

Todo lo anterior es el bosquejo de una historia que tiene muchos detalles, mismos que han sido objeto de estudio en tesis y libros como los nombrados por el presidente de la Asociación de Cronistas por Michoacán, Arturo Villaseñor, entre los que está Catálogo de construcciones artísticas, civiles y religiosas de Morelia, de Esperanza Ramírez Romero o Los libros peregrinos. Desmembramiento, tránsito y dispersión de las bibliotecas jesuitas novohispanas a través de su tribunal de Temporalidades, 1767-1798, estudio hecho en el Colegio de Michoacán por Malinalli Hernández Rivera.

La Biblioteca Bosh Vargaslugo, ubicada dentro del Clavijero, también cuenta con publicaciones especializadas, pero eso sí, esta redacción confirmó que no hacen préstamos y sólo deben consultarse ahí, convenientemente entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde.