Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Había una vez una niña con raíces ucranianas, rusas y tártaras que creció en los barrios de una ciudad de provincias, Krasnodar. Es Ioulia Akhmadeeva, cuyo camino vital le ha conducido a otra urbe de provincia, pero mexicana, Morelia, donde vive para enseñar y producir lo que más le apasiona desde pequeña: las artes visuales.
De toda la gama de posibilidades que ofrece este mundo de color y texturas, Ioulia Akhmadeeva eligió la gráfica y el libro de artista o libro-arte como campos creativos. De hecho, este mes abrirá una exposición en la Galería La Mano Gráfica en Pátzcuaro, titulada Aire, Mar y Tierra. Paisaje gráfico, la cual se inaugurará el día 20 a las 17:00 horas.
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Antes de hablar de la exposición y sobre los elementos que la compondrán, Akhmadeeva accedió a abrir su memoria para contar su historia, un relato de resiliencia ante los cambios políticos y económicos que han azotado a su país y al resto del mundo, como la actual guerra lanzada por Vladimir Putin en Ucrania, con la cual, dijo, se opone drásticamente.
“Krasnodar es el sur de Rusia, tiene un clima agradable y por su población es lo mismo que Morelia, porque también es capital de una región. La educación soviética de los pioneros indicaba hacer propaganda y yo siempre participaba en la parte visual; también hacíamos álbumes ilustrados y los periódicos para los temas oficiales”, rememora la artista, una mujer con sensibilidad y fuerza de carácter, dos características que para muchas personas podrían resultar antónimos, aunque en ella conviven de manera equilibrada.
La fuerza de carácter le ha sido útil no sólo para tener constancia en la formación y el ejercicio profesional, sino para afrontar las cuestiones como grandes crisis económicas o los choques culturales que ella vivió con el colapso de su país y llegar a México.
En este punto, la artista contó que “aprendí la cultura mexicana de los quince años, los bautizos, las grandes reuniones familiares, el vivir sábado y domingo con música de banda o Los Ángeles Azules, un mundo al que no pertenecía”.
El (difícil) camino del arte
Ioulia Akhmadeeva produce obra, es investigadora y profesora universitaria, jurado, gestora, organizadora y coordinadora de varios proyectos interuniversitarios. Ha expuesto en países como Japón, China, Lituania, Polonia, Egipto y su propia nación; dentro de México, ha llevado su obra a espacios de Oaxaca, Aguascalientes, Guadalajara y Morelia.
Los trabajos forman parte del sendero que ella comenzó desde los 11 años: “Entré a una escuela de artes visuales para niños y por cuatro años se llevaba en paralelo con los estudios de secundaria normal; iba en tranvía al centro de la ciudad. Después asistí cuatro años al Colegio de arte, recibí mi título técnico de maestra en artes plásticas y me fui a Moscú a estudiar la carrera de las artes gráficas por seis años más, la licenciatura y maestría”.
En su relato, dijo haber escogido el arte a pesar de que su familia no tenía muchos recursos “y sin ninguna palanca, era una niña de provincia en la capital y Moscú no perdona las lágrimas, quienes veníamos de provincia a estudiar en el Instituto V.I. Surikov nos ayudamos mucho”.
Ese apoyo mutuo resultó necesario, pues como lo contó Akhmadeeva, “entré a estudiar en 1991, el año de agonía de la Unión Soviética de crisis económica y cuando vives dentro de una catástrofe, pero eres joven, ocurre que si tienes tres papas la repartes entre diez; entonces nos juntábamos en un cuarto del hostal de estudiantes del Instituto Surikov de la Academia Estatal de Bellas Artes para hacer una cena, pues era necesario compartir (...) con la atmósfera de hambre pero libres de hablar y hacer, antes en los 90s, el rock salió de los sótanos y las obras literarias que estaban prohibidas, todo estaba público. La libertad de expresión en su apogeo, no como ahora”.
En ese momento, la apertura de su país le permitió salir a México: “yo lo visité de turista porque mi novio era mexicano. Volamos a este país el 19 de agosto de 1991, cuando hubo un golpe de estado contra Gorbachov (Putch GKCHP). Había tanques en el centro, trolebuses en llamas, todo duró tres días y cuando aterrizamos en México ya se había acabado y liberaron a Gorbachov. Este golpe fue la gota que derramó el vaso: en diciembre, la URSS dejó de existir”.
Ioulia Akhmadeeva llegó a territorio nacional después en 1993; al año siguiente de tener su hija mayor, volvió a Moscú para concluir sus estudios. Desde 1996 vive en el país permanente: primero entre Ciudad de México y Puerto Vallarta para luego llegar a Morelia, hace 21 años.
“Encontrar trabajo en México es muy complicado. Para impartir los cursos universitarios en la capital deberías ser recomendado y tener contactos. No estar en el gremio artístico, no estudiar en La Esmeralda de INBA ni en San Carlos de la UNAM era muy complicado, pero me aceptaron para dar dibujo en la Facultad de Diseño de la Universidad Iberoamericana. Otro ingreso eran las clases particulares y retratos por encargo; en Puerto Vallarta vendía obra para acuarela, dibujos y óleos temáticos ”.
La capital michoacana apareció en el horizonte por medio de un curso de acuarela que impartió en el 2000 dentro de la Escuela Popular de Bellas Artes (EPBA) y decidió volver luego de una tragedia personal, pues en 2001 “mi mamá vino de Rusia para apoyarme y murió en México de cáncer; decidí cambiar el rumbo y venir a vivir a Morelia. Concursé por ocho materias y gané una en la Universidad Michoacana, a la que debo todo”, porque a partir de entonces su carrera en las artes gráficas empezó a consolidarse.