Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Dicen que las tiendas de música son como los gatos: tienen siete vidas. Juan Carlos Trejo, dueño de Tarkus Rock, sabe de eso y de resistir al paso del tiempo. Con poco más de 30 años, su local sigue siendo testigo en Morelia de generaciones y generaciones, a las que siempre termina por conocer gracias a la música que escuchan.
Rodeado de figuras de los Kiss, chamarras y botas de piel, cd´s, dvd´s y Lp´s, dice que por ahora sigue sin pasarle por la mente el cerrar su negocio, aunque eso no le impide ver una realidad tan latente como riesgosa: “Los espacios físicos ya son arcaicos, están dirigidos para un público reducido”.
Y es que las estadísticas a nivel mundial son demoledoras. Si en 1982 el formato del cd fue revolucionario, ahora su permanencia se encuentra en terapia intensiva. En el año 2011 Sony cerró sus fábricas de cd´s en Nueva Jersey y Toronto, para el 2015 lo hizo en México y culminó con la de Indiana en los Estados Unidos.
Esa crisis también vino a golpear a las tiendas de música, quienes no supieron responder ante el sorpresivo internet y a la música que circulaba de forma gratuita en las plataformas, por lo que terminaron desapareciendo o cambiando radicalmente su giro. Si antes en Morelia persistía la diversidad de locales dedicados a la venta de cd´s, ahora mismo se cuentan con una sola mano.
“Son procesos que han ido cambiando conforme a las nuevas organizaciones económicas de nuestra sociedad, las estructuras mercantiles dentro de nuestro sistema han estado marcados en el cómo nos relacionamos con la manera de consumir y en este sentido, las nuevas herramientas tecnológicas han modificado la cultura y el arte” reflexiona el propietario de Tarkus Rock.
Juan Carlos no se asusta ni se siente agredido. Inclusive, celebra las bondades que tiene el internet, el poder dar con propuestas musicales de cualquier parte del mundo, cosa que era impensable hace 30 años, cuando la única manera de acceder al arte era con tu vendedor de discos de confianza.
“Hasta las tiendas transnacionales han reducido sus espacios dedicados para la música y Mixup es un ejemplo de ello. Si tú vas, te darás cuenta que los anaqueles de discos cada vez son más pequeños y que ahora se enfocan en videojuegos, ropa, juguetes, series y otras cosas que estén de moda en el momento”.
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La producción discográfica en físico se ha convertido también en la menor de las aspiraciones de las bandas, al menos en el terreno económico. No Estamos Solos es una agrupación de punk rock moreliana que fue fichada por el sello Denver, una de las más emblemáticas a nivel nacional por tener dentro de su repertorio a bandas como Three Soul in my Mind, Charlie Montana, Sur 16, Espécimen, entre otras.
El “Vienen por ti” de No Estamos Solos es uno de los tantos cd´s que aparece en los escondidos anaqueles de rock en Mixup. Su precio no supera los 100 pesos y parece destinado a combatir el olvido en el que lo ha dejado la propia tienda.
El vocalista y guitarrista de la banda, Sergio Mosqueda, explica que el acuerdo con la disquera fue la edición, arte y maquilación del disco en físico, la distribución del mismo y recibir cierto tiraje para que los integrantes pudieran vender el material.
Fue emocionante que nos llamara un sello como Denver, pero considero que lo de hoy son las plataformas digitales, ya es muy poca gente la que adquiere un formato físico, solamente lo hacen los que son de la vieja escuela
Para Juan Carlos Trejo, las tiendas de música figuran al día de hoy como una curiosidad, un lugar para la nostalgia y lo retro. Hablar de Tarkus Rock, dice que es hacer referencia de un esfuerzo, de un ciclo de vida que nació como una necesidad de encontrar en la ciudad un nicho para la gente que buscaba especialmente el rock, ese género maginado y estigmatizado por muchos.
“Desde que nació la tienda en 1989, decidimos que nos íbamos a ocupar de aquellos géneros que no eran tomados en cuenta, queríamos reivindicar al rock en una sociedad conservadora que no tenía información y que partía de análisis meramente superficiales”.
Bajo esos principios y posturas ideológicas, Juan Carlos Trejo defiende la subsistencia de Tarkus. Contabiliza las modas de consumo que pasaron ante sus ojos todos estos años y como su aparición fue tan repentina como su desaparición en la cultura popular.
Es un convencido de que la buena música y las buenas propuestas no tienen límite generacional, que trascienden más allá de los años. A final de cuentas, argumenta que siempre habrá un espacio para los melómanos románticos que gustan de tener en físico el disco y apreciar su arte. Al gato de la música, todavía le quedan muchas vidas.