Morelia, Mich (OEM-Infomex).- Un cubículo que en algún momento fue una caseta de seguridad te da la bienvenida. Tiene los cristales rotos, sus paredes totalmente grafiteadas y en su interior resguarda basura y olores insalubres. La segunda postal, es un auditorio que se está cayendo a pedazos, presenta huecos en el domo y sus accesos se encuentran totalmente destruidos.
A un costado y por medio de grafitis, una barda registra un amor obsesivo, tóxico y peligroso. Por todos lados, se puede leer el nombre de Isabel: “Te amo, Isabel”, “Isabel, dame otra oportunidad”, “Perdóname, fui una perra infiel, pero te amo, no te supe valorar”, son algunas de las frases que se leen a las afueras de las instalaciones.
Es la Unidad Deportiva Bicentenario, un espacio tan complejo y contrastante como las colonias que lo rodean. Son las seis de la tarde y al interior todavía hay vida: adolescentes jugando futbol, personas trotando en la pista de atletismo, niños tomando clases de patines, señoras entrando y saliendo de la alberca, un chico intentando batear una pelota de béisbol y otros más haciendo trucos sobre las rampas del skatepark.
Inaugurada en el año 2012 en el cierre de sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y bajo una inversión federal de 122 millones de pesos, este espacio lucha diariamente contra el deterioro y da la impresión de que nunca alcanza, que siempre hay algo pendiente por hacer.
Si al inicio te encuentras con una cancha de futbol rápido rehabilitada y en perfectas condiciones para desarrollar un torneo, enseguida viene la decepción con un espacio en el que el pasto sintético se encuentra levantado y con huecos que hacen peligrosa la práctica de cualquier deporte.
Mientras la pista de atletismo todavía presume de un tartán casi nuevo, a un lado la señalética que indica una pista de BMX solamente te llevará una zona de maleza. Es una historia de dualidad que se repite al momento de recorrer cada rincón de la unidad.
La inseguridad es otro tema con el que usuarios y vecinos han tenido que lidiar a lo largo de diez años, por lo que la Policía de Morelia, a través de la instalación de un corralón para autos infraccionados, ha intentado inhibir la incidencia delictiva.
A decir del comisionado de seguridad, Alejandro González Cussi, también la presencia de elementos de la Guardia Nacional ha impactado en la disminución de delitos como el robo; sin embargo, reconoce que cada fin de semana se están enfrentando a la práctica constante de los llamados “arrancones” en la explanada del complejo deportivo, aunque aclara que algunas de estas actividades cuentan con la autorización municipal.
En la misma sintonía, la directora del Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte (IMCUFIDE), Verónica Zamudio Ibarra, considera que desde que se le comenzó a inyectar atención al mantenimiento de las áreas, se ha logrado atacar los problemas delictivos.
“No voy a decir que estamos al cien por ciento, pero al día de hoy en la unidad ya no se han registrado asaltos, porque cuando llegamos era algo que ocurría diariamente, mientras que en la parte de la infraestructura se ha estado reforzando como es la electrificación, ya que anteriormente no había luz tanto al interior como al exterior”.
La reparación del domo del auditorio es uno de los grandes pendientes que se arrastran desde hace un par de administraciones. En reiteradas ocasiones, la funcionaria de la paramunicipal ha detallado que la inversión requerida para intervenir el inmueble asciende a los 13 millones de pesos, recurso que se busca gestionar a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), pero hasta el momento han tenido éxito.
Como si de un mirador se tratara, desde la colonia Barrio Alto se puede apreciar el complejo deportivo en toda su extensión. “Es una tristeza”, es lo primero que expresa la encargada del orden, Lidia Montaño Soto, cuando se le pregunta sobre las condiciones actuales del Bicentenario.
Situada en una de las calles que rodean a la unidad, explica que atrás quedaron los días en que se sentían orgullosos por tener un espacio que fuera propio de la colonia, pues desde su percepción, se ha convertido en una infraestructura que vive en la derrota.
“Cuando tú vas te das cuenta de que las banquetas ya están levantadas, observas maleza por todos lados y no se tiene una sola brigada que venga a darle mantenimiento, en otras palabras no hay nadie que le esté dando vida a algo que tanto trabajo costó y que nosotros como colonos pedimos en su momento”.
Contrario a lo que mencionan las autoridades, Montaño Soto afirma que la sensación que tienen los pobladores de la zona norte de Morelia es que no se les está dando importancia y simplemente quedan marginados de los proyectos sociales del Gobierno Municipal.
“Yo tengo la intención de coordinarme con los encargados del orden de las colonias Soledad y Francisco J. Mújica para ver cómo le podemos hacer para que en el Ayuntamiento nos pongan más atención, sobre todo para que no se nos termine la unidad, porque a partir de las siete de la tarde todo se muere y no hay nadie que baje para allá”.
Aunque lo ideal, abunda, es que fuera el propio alcalde, Alfonso Martínez Alcázar, quien debería visitar las instalaciones para darse cuenta de las necesidades, la encargada del orden reconoce que también han fallado como comunidad al carecer de organización entre colonos para llegar a un acuerdo con el que intenten rescatar el Bicentenario.
Sin embargo, también dice entender que la apatía parte de la decepción, pues con el paso de los años, asevera que nunca los toman en cuenta y la mayoría de los pobladores de la zona asumen una postura de resignación, “en la que de nada sirve decir algo o cuestionar” porque todos los esfuerzos se están centrando en el Centro Histórico y su cantera, como si la periferia no existiera en esta ciudad.
