Morelia, Michoacán (OEM-infomex).- Antes de decir adiós al alto rendimiento, Salvador Hernández Mondragón, de 57 años buscará llegar a París 2024 y con ello sellar sus séptimos Juegos Paralímpicos, pero con más de tres décadas inmerso en el deporte, comparte que hubo un tiempo en el que estuvo a punto del retiro. “Ese hubiera sido el peor error de mi vida”, reconoce en entrevista con El Sol de Morelia.
Situados en la pista de atletismo que se ubica al interior del estadio Venustiano Carranza, la cual ha sido su casa desde mediados de los 80, el michoacano hace un recorrido por lo que ha sido su vida deportiva, una que comenzó en la alberca del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero que se trasladó a la velocidad sobre silla de ruedas.
Yo inicié nadando por invitación y en ese tiempo era muy escéptico porque no creí que lo fuera a lograr, pero para mí fue motivante hacerlo porque me di cuenta de que es verdad que la discapacidad real estaba en la mente y no en mis piernas
Pese a este logro, decidió no seguir por el camino de la natación y fue cuando se vio tentado a dejar el mundo del deporte, pero un consejo que lo orientó a probar con el atletismo le terminaría por marcar su destino, mismo que se ve reflejado en un total de ocho medallas paralímpicas, 21 en Campeonatos Mundiales, 16 Panamericanas y más de 200 nacionales.
Para el año de 1987, todavía con una silla rudimentaria, Salvador Hernández comenzó a cosechar sus primeros logros nacionales dentro de la Categoría T52, luego vinieron los cinco metales en los Panamericanos de Venezuela, los Mundiales y la consagración de un primer sueño: competir en los Paralímpicos de Atlanta 96.
“Después me seguí preparando por cuatro años para Sidney 2000 y fue cuando logré tres medallas, dos de oro y una plata. En Atenas se sumaron dos metales más, le siguieron Beijing 2008, Londres 2012 donde también me subí al podio y finalmente Río de Janeiro”.
Para llegar a los logros, el atleta relata los sacrificios a los que se ha sometido, como es el hecho de estar lejos de casa por varios meses sin tener una certeza de que se vaya a llegar a un resultado positivo, además de apegarse a rutinas de entrenamiento totalmente estrictas, donde no existen los desvelos ni distracciones.
Realmente a mí lo que me motivaba era el orgullo de representar a mi país, el poder ver a mi bandera ondeando en medio de otras dos es una satisfacción que trato de describirte con palabras, pero que solo yo que lo he vivido sé de lo que hablo”
Chava, como se le conoce en el gremio, señala que antes de salir a la pista no cuenta con ninguna fórmula en especial, pues en todo caso, refiere que su único ritual es presentarse con la mentalidad de saberse el “más chingón”.
En este sentido, expresa que en su caso son pocas las ocasiones que requirió de un psicólogo como respaldo, puesto que argumenta que siempre su carácter es el que lo ha sacado a flote, lo que le permite no intimidarse ante ningún escenario.
Hay que tener mucha determinación y lo digo por experiencia, en el momento de la competencia no debes estar pensando en tu familia ni dejar que los problemas te arrastren, pues me sucedió en un Mundial que yo acababa de perder a mi padre, entonces mi mente se encontraba en otro lado y eso trajo como consecuencia que yo terminara competencias en sexto lugar
Para este 2023, tiene contemplado tener acción en el Campeonato Nacional y también se está planteando la posibilidad de meterse a Parapanamericanos de Chile y el Mundial de Japón. Con franqueza, admite que dar la marca para París 2024 no será una tarea fácil, pero fuera de las pistas ha encontrado otra zona de satisfacción que se centra en las charlas motivaciones a los jóvenes, donde pretende contagiar la pasión que siente por el deporte y la superación individual.
No obstante, a más de 30 años de haber iniciado una vida de entrega total al atletismo, Salvador Hernández lamenta que en Michoacán no se le ha reconocido como él merece, pues no duda en afirmar que es uno de los atletas que más medallas le han otorgado al estado.
Critica que su presencia ante las autoridades deportivas ha sido prácticamente nula, “pues básicamente me dan el avión, me dicen que soy el mejor, pero no me dan un nombramiento como promotor deportivo ni tampoco me piden que entrene a las nuevas generaciones, aunque sea una realidad que detrás de un escritorio no se puede saber lo que es ganar una medalla”.