Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Tres adultos sufren sobre la caminadora. Además del esfuerzo físico que implica, tienen que soportar el cubrebocas. Con el sudor a tope, uno de ellos claudica. Se toma un descanso de unos segundos y regresa al ejercicio, siempre con la boca y nariz cubierta. Es la “nueva normalidad” y ha alcanzado también al mundo del deporte y de los gimnasios.
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Lo primero al entrar son los tapetes desinfectantes, el gel antibacterial, el chequeo de la temperatura, la designación de equipo de limpieza y sobre todo, la nula interacción. Si antes los gimnasios eran espacios para socializar, ahora se han convertido en zonas exclusivas y de rígido entrenamiento.
“Todo es por nuestra propia salud, ahora toca entrenar con el cubrebocas, pero en mi caso la adaptación no me ha sido complicada, estuve parado estos 3 meses y la verdad es que estuve comiendo mucho, ahora el reto será incrementar la masa muscular y subir el nivel de entrenamiento” expresó Edgar Carrillo.
El temor por Covid-19 todavía es latente y eso se refleja en los gimnasios. Las autoridades municipales han permitido un aforo que va del 25 al 50 por ciento, dependiendo del espacio. Pero no se ha tenido necesidad de limitar el acceso, pues los establecimientos lucen semivacíos.
Viridiana Medina Miramar del International Fitness relata que anteriormente era común que por las noches el gimnasio estuviera atiborrado de usuarios, pero tras la llegada del virus, es precisamente en este lapso cuando la tranquilidad reina en el lugar.
“Curiosamente ahora buscan venir cuando es la hora de la comida porque en teoría es el rato en que no se tiene tanta afluencia, llegan y se mantienen separados de los demás por el mismo temor que tienen a contagiarse”.
Aunque Covid-19 se ha convertido en un riesgo más que se suma a la vida, Viridiana argumenta que el deporte y los gimnasios no pueden parar, pues a final de cuentas es un método ideal para sacarse todo el estrés que se ha acumulado durante la cuarentena.
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La forma de entrenar también ha cambiado radicalmente, pues ya sea con cubrebocas o mascarilla, los usuarios se ven obligados a adaptarse a esta modalidad. Cuenta Daniel Abarca López lo incomodo que es hacer una rutina con estos utensilios, ya que se llegan a presentar mareos y cansancio excesivo.
Pero la comunicación ya también es otra, pues pocas palabras son las que se intercambian durante el ejercicio. Ahora las expresiones son totalmente corporales, los usuarios se dan a entender con miradas y señas.
El primer día que volvimos fue un ambiente raro, había muchas preguntas, todo incertidumbre y aunque son años de estar en el gimnasio, era como si estuviéramos empezando algo nuevo, desde cero
La contingencia motivó a Rubén Farías a hacer ejercicio. En cuanto supo que los gimnasios volverían a abrir sus puertas, no dudó en inscribirse. Dice que el confinamiento lo terminó por aburrir y solamente le dejó sobrepeso.
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“Sé que muchas personas tienen miedo, pero en ese temor no se dan cuenta que están adquiriendo otras enfermedades, que están engordando, se están deprimiendo y al final van a morir de cualquier cosa menos de Covid”.
Por ahora, Rubén ha comenzado con rutinas ligeras. Asiste tres veces a la semana al gimnasio y con una supervisión a distancia, ya trabaja en el objetivo de perder kilos. Es de los que no suelta el cubrebocas y aunque se muestra enfadado, asegura que es cosa de tiempo para que se acostumbre. “Ya después ni me voy acordar que lo traigo puesto”.