Morelia, Mich (OEM-INFOMEX).- La historia de Yunuén Mejía Almonte se acompaña de incontables lesiones. Desde temprana edad, soñaba con ser atleta y estar en las grandes competencias internacionales, pero el infortunio le decía una y otra vez que no, ya fuera en parkour, breaking, gimnasia o alguna otra disciplina en la que se inmiscuía.
Hasta que conoció el Wushu-kung fu. La profesional de danza contemporánea y música tiene casi 31 años y en agosto representará a México en la cuarta edición de los Juegos Panamericanos de Kung fu Toronto, pero también, de alguna manera, significará concretar aquello que anhelaba cuando era niña.
"Yo venía de practicar parkour, entonces un día pasé por la escuela de kung fu y pues me metí a observar, me di cuenta que usaban armas y hacían acrobacias, entonces decidí inscribirme. Curiosamente, es lo único que mi cuerpo ha recibido, pues desde mi ingreso dejé de lesionarme, entonces siento que mi organismo lo abrazó como una medicina".
Hace seis años que Yunuén ha hecho del dojo y toda la filosofía del kung fu parte de su vida. Lo califica como algo mágico que genera adicción y que lleva su proceso aprenderlo a profundidad. Para ello, en su momento formó parte del campamento que viajó a China para conocer de primera mano todo lo que implica este arte marcial.
Ante las frecuentes lesiones que vivía periódicamente previo a conocer el Wushu-kung fu, reconoce que varias veces por su mente se atravesó la idea de abandonar el deporte y dedicarse a otras actividades, pero ya fuera por terquedad o pasión, insistía en volver a intentarlo.
La michoacana consiguió su boleto a los Panamericanos en el Campeonato Nacional que se realizó en Chihuahua, pero en un tono sincero, admite que en un inicio veía complejo poder lograrlo, pues su experiencia en competencias de este nivel era prácticamente nula.
"Yo decía que no iba a pasar porque nunca había estado en un nacional, acababa de recibir mi cinta negra y me sentía sin experiencia, pero al final, junto a una chica de Jacona, nos seleccionaron para estar en el Panamericano de Canadá".
El proceso de asimilación no ha sido sencillo, puesto que generalmente a eventos de este tipo acuden atletas que no llegan a superar los 20 años, pero a su vez, también lo contempla como una inspiración el poder estar compitiendo fuera del país.
"Es importante porque con mi historial de diez años de lesiones, es una forma de decirme que sí puedo ir a un evento Panamericano como atleta, es una manera de comunicarle a los demás que en algún han pensado en abandonar sus sueños que no lo hagan, que tengan paciencia y escuchen a su cuerpo".
Yunuén expone que la formación personal que tiene dentro de la danza y la música es algo que le ha ayudado desde que comenzó a practicar el kung fu, pues señala que su maestro le enseñó que la disciplina es la "poesía de las artes marciales".
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Al ser más estético, abunda que se asimila mucho a bailar con sus intenciones y matices, en donde el uso de un arma se convierte en una extensión más del cuerpo y en el que el practicante tiene que aprender a sentirla de esta manera.
Yunuén Mejía Almonte conoció el Wushu-kung fu hace seis años y ya no se visualiza fuera de él. Después del Panamericano afirma que el camino seguirá siendo largo. No habla de cantidad traducidos en años, pero expresa que dentro de sus deseos está la docencia y el poder transmitir a otros lo que ella encontró en esta disciplina.
Más allá de las actividades físicas que realiza sobre el dojo de lunes a viernes, la ahora atleta panamericana sitúa como valor principal del kung fu su manera de percibir el mundo, uno que se basa en el equilibrio, en el no observar las cosas de manera aislada y en la búsqueda de hacer el bien, ya sea en una competencia, en el hogar, el trabajo, la escuela, con amigos, ante el de enfrente y en todo aquello que implica la vida misma.