/ lunes 19 de junio de 2023

El Morado, la leyenda del skateboarding en Morelia

El deportista ha dedicado 32 años a esta disciplina

Morelia, Mich (OEM-Infomex).- El Morado no ha perdido la técnica. Pese a estar lesionado de su pierna izquierda, va de un lado a otro sobre su tabla en el skatepark del Bosque Cuauhtémoc. Tiene 46 años, de los cuales 32 los ha pasado patinando. En el ámbito de los que aman este deporte, forma parte de lo que se conoce como la vieja escuela.

Le dicen el Morado, pero su nombre de pila es Omar Francisco García Bedolla. Dice que todos los días carga con su patineta por si se le atraviesa la oportunidad de realizar algunos trucos sobre el aire, una rampa, el bowl o una barandilla.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Viste con una gorra plana, una playera negra amplia, un pantalón gris, unos tenis cómodos y su patineta marca Rogers con la que está listo para ejecutar su truco favorito desde siempre: el kickflip 360.

Yo estaba en la secundaria y ahí me regalaron mi primera tabla, desde entonces nunca he parado de patinar. No tengo dudas de que si volviera a nacer le daría a lo mismo, pues rápidamente me enganché a este deporte, no fue algo que se haya dado de manera gradual.

Relata que en aquellos álgidos 90s, la única pista que existía para patinar en la ciudad se ubicaba en la colonia Punhuato, por lo que el resto era hacerlo en superficies planas o variantes que ofrecía la estructura urbana de Morelia.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

A comparación de las tardes actuales en que el skatepark se observa atiborrado de jóvenes con sus tablas, el Morado comparte que en aquellos años eran pocos los que practicaban la disciplina, ya que estaba dirigido sobre todo a los que contaban con cierta posición económica para comprar las patinetas.

Omar García fue uno de esos chicos afortunados, pues además a los 22 años llegó a ser patrocinado por la leyenda del skateboarding, Julio de la Cruz y su tienda Metrópolis. Gracias a ese respaldo, no solo se pudo hacer de accesorios, sino que tuvo la posibilidad de competir en campeonatos nacionales y viajar por el país con su tabla en mano.

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Recuerda que anteriormente los skates se veían obligados a lidiar con los prejuicios sociales y los estigmas que los colocaban como parásitos que entorpecían el desarrollo de los demás.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Antes el concepto en el que nos tenían era de vagos y drogadictos que estorbábamos en las calles, pero creo que afortunadamente ha ido cambiando con el paso de los años gracias a que el skateboarding se ha vuelto más comercial, ya es un deporte olímpico y eso hace que sea más visto y por lo tanto aceptado.

Por circunstancias de la vida y su entorno, el Morado no pudo seguir desarrollándose en lo profesional, pero resalta que lo importante es que nunca ha abandonado la práctica como sí sucedió con la mayoría de su generación.

Yo algo que he notado es que mucha gente de la vieja guardia se desanima porque sus cuerpos ya no son los mismos y no aceptan la evolución que ha venido teniendo el deporte. Ahora los chavos tienen más ideas, están más sueltos y se les hace más sencillo realizar ciertas cosas gracias a que ya cuentan con más espacios. Toda esta realidad no es admitida por los patinadores de antaño.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

En este sentido, considera que algo que falta en Morelia para que crezca la comunidad skate es la unidad, el que los más jóvenes entiendan que no todo se trata de competir, sino de sentir su patineta y divertirse.

Yo lo que pido es que no se envidien unos a otros porque al final eso es lo que los frena, deben entender que mientras más equipo sean, las posibilidades de que Morelia crezca serán mayores y es algo que nos conviene a todos los involucrados.

En todo este tiempo, Morado ha pasado por fracturas en las muñecas, tobillos y codos. Argumenta que son gajes del oficio y que por ello su estadía en el mundo del skate no tiene tiempo de caducidad. Además, reconoce que ese ruido que se genera debajo de las llantas de la tabla le genera una sensación de libertad que se niega a dejar fuera de su vida.

Morelia, Mich (OEM-Infomex).- El Morado no ha perdido la técnica. Pese a estar lesionado de su pierna izquierda, va de un lado a otro sobre su tabla en el skatepark del Bosque Cuauhtémoc. Tiene 46 años, de los cuales 32 los ha pasado patinando. En el ámbito de los que aman este deporte, forma parte de lo que se conoce como la vieja escuela.

Le dicen el Morado, pero su nombre de pila es Omar Francisco García Bedolla. Dice que todos los días carga con su patineta por si se le atraviesa la oportunidad de realizar algunos trucos sobre el aire, una rampa, el bowl o una barandilla.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Viste con una gorra plana, una playera negra amplia, un pantalón gris, unos tenis cómodos y su patineta marca Rogers con la que está listo para ejecutar su truco favorito desde siempre: el kickflip 360.

Yo estaba en la secundaria y ahí me regalaron mi primera tabla, desde entonces nunca he parado de patinar. No tengo dudas de que si volviera a nacer le daría a lo mismo, pues rápidamente me enganché a este deporte, no fue algo que se haya dado de manera gradual.

Relata que en aquellos álgidos 90s, la única pista que existía para patinar en la ciudad se ubicaba en la colonia Punhuato, por lo que el resto era hacerlo en superficies planas o variantes que ofrecía la estructura urbana de Morelia.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

A comparación de las tardes actuales en que el skatepark se observa atiborrado de jóvenes con sus tablas, el Morado comparte que en aquellos años eran pocos los que practicaban la disciplina, ya que estaba dirigido sobre todo a los que contaban con cierta posición económica para comprar las patinetas.

Omar García fue uno de esos chicos afortunados, pues además a los 22 años llegó a ser patrocinado por la leyenda del skateboarding, Julio de la Cruz y su tienda Metrópolis. Gracias a ese respaldo, no solo se pudo hacer de accesorios, sino que tuvo la posibilidad de competir en campeonatos nacionales y viajar por el país con su tabla en mano.

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Recuerda que anteriormente los skates se veían obligados a lidiar con los prejuicios sociales y los estigmas que los colocaban como parásitos que entorpecían el desarrollo de los demás.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

Antes el concepto en el que nos tenían era de vagos y drogadictos que estorbábamos en las calles, pero creo que afortunadamente ha ido cambiando con el paso de los años gracias a que el skateboarding se ha vuelto más comercial, ya es un deporte olímpico y eso hace que sea más visto y por lo tanto aceptado.

Por circunstancias de la vida y su entorno, el Morado no pudo seguir desarrollándose en lo profesional, pero resalta que lo importante es que nunca ha abandonado la práctica como sí sucedió con la mayoría de su generación.

Yo algo que he notado es que mucha gente de la vieja guardia se desanima porque sus cuerpos ya no son los mismos y no aceptan la evolución que ha venido teniendo el deporte. Ahora los chavos tienen más ideas, están más sueltos y se les hace más sencillo realizar ciertas cosas gracias a que ya cuentan con más espacios. Toda esta realidad no es admitida por los patinadores de antaño.

Foto: Adid Jiménez | El Sol de Morelia

En este sentido, considera que algo que falta en Morelia para que crezca la comunidad skate es la unidad, el que los más jóvenes entiendan que no todo se trata de competir, sino de sentir su patineta y divertirse.

Yo lo que pido es que no se envidien unos a otros porque al final eso es lo que los frena, deben entender que mientras más equipo sean, las posibilidades de que Morelia crezca serán mayores y es algo que nos conviene a todos los involucrados.

En todo este tiempo, Morado ha pasado por fracturas en las muñecas, tobillos y codos. Argumenta que son gajes del oficio y que por ello su estadía en el mundo del skate no tiene tiempo de caducidad. Además, reconoce que ese ruido que se genera debajo de las llantas de la tabla le genera una sensación de libertad que se niega a dejar fuera de su vida.

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