/ domingo 8 de diciembre de 2019

Morelia y América, una revancha pendiente

Los duelos entre Morelia y Águilas están marcados por aquel episodio del torneo 87-88 que dejó un sabor amargo entre los aficionados del equipo michoacano

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Todavía duele. Cuando Mario Díaz habla de la semifinal del Torneo 87-88 contra las Águilas del América, la mirada se le pierde y admite que la nostalgia sigue presente. Rodeado de fotos, playeras y recuerdos, el ex capitán de los Canarios del Atlético Morelia dice que hasta la fecha no le queda del todo claro lo que sucedió aquella tarde del 26 de junio de 1988.

La historia es por demás conocida. En el juego de ida de las semifinales, Morelia y América empataron a 2 goles en la cancha del Venustiano Carranza. Para la vuelta, la serie continuó pareja y el marcador concluyó 2-2. Vendrían los tiempos extras, Ricardo Campos marcó por los visitantes y Alfredo Tena haría lo propio por los de Coapa.

Tras el pitazo final, apareció la confusión. El árbitro Miguel Ángel Salas dio por ganador al Morelia olvidando por completo que el reglamento, en su artículo 14, señalaba que en tiempos extras el gol de visitante ya no tenía un valor adicional, por lo que se debía disputar la tanda de penales para definir al conjunto finalista.

Cuenta Mario Díaz que algunos jugadores del América ya se encontraban derrotados, con lágrimas en los ojos e inclusive intercambiando playeras. Del otro lado, todo era fiesta en el vestidor rojiamarillo. Las arengas, los brincos y las felicitaciones por haber logrado el pase a la final no cesaban.

Así transcurrieron por lo menos 45 minutos. El ex mediocampista relata que muchos de sus compañeros ya se habían bañado, otros más se encontraban tomando refresco y en general el ambiente era de plena relajación.

En eso el abanderado llega al vestidor y me manda llamar a la caseta arbitral, ahí Miguel Ángel Salas me entrega el reglamento y me anuncia que se deben tirar penales, yo voy de inmediato al vestidor con el entrenador Antonio Carbajal y Nicandro Ortiz para informarles lo que ocurría

A 31 años de aquel episodio, Mario Díaz reconoce que el nerviosismo se lo carcomió y que no pudo leer de manera concentrada el reglamento. Explica que la noticia lo tomó en frío y era como si hubiera recibido el documento en un estado inconsciente.

Con el pasar del tiempo y tras darle vueltas a la situación, el ex capitán ahora lo tiene claro: “no debimos salir a tirar esos penales, nos faltó una asesoría jurídica o un abogado, pues ese documento también estipulaba que no puede haber marcha atrás cuando el árbitro ha decretado el final del partido”.

Lo correcto, expone Mario Díaz, es que la serie de penaltis se hubiera desarrollado al día siguiente y en otras circunstancias, o en todo caso, negarse rotundamente a salir y perder el partido por default con un marcador de 3-0. “Eso era una actitud más digna” considera.

El ex canario aclara que no puede referirse de la situación como una trampa, pero sí expone que América tomó ventaja del reglamento y a sabiendas de que no estaban en igualdad de condiciones, alentaron para que se cobraran los penales.

Fue una situación mental que nos jugó de forma negativa, nos desconcentramos porque estábamos muy molestos, no creíamos que fuera posible. Yo veía a mis compañeros derrotados, fallar tres penales es algo increíble

Mario Díaz confirma la versión de que el entonces gobernador de Michoacán, Luis Martínez Villicaña, fue el responsable de que Morelia saliera a cobrar la tanda de penales, esto pese a la negativa del dueño Nicandro Ortiz y el entrenador la “Tota” Carbajal.

Tras la dramática derrota, el vestidor del Atlético Morelia se convirtió en un espacio de reproches y lamentos. Mientras unos jugadores golpeaban y pateaban todo lo que encontraban a su paso, otros simplemente se perdían en la tristeza y en la incredulidad.

Ni las palabras de consuelo de la “Tota” Carbajal y Nicandro Ortiz surtían efectos en el ánimo de los futbolistas. “Así se dio, vamos a levantar la cabeza”, “Es futbol, estas cosas pasan” se oía por un vestidor que había pasado de la alegría a la decepción en cosa de minutos.

Por aquellos años, la parte administrativa del club estaba conformada por el dueño de la franquicia y una secretaria particular. No más. Esta falta de estructura como organización, relata Mario Díaz, no dio posibilidad a presentar una queja formal ante la dirigencia del futbol mexicano.

Lo que más amargura causa es saber que pudimos haber ganado la final ante un Pumas que no presentaba su mejor versión. En cambio, nosotros éramos un equipo que vino de menos a más, competitivo, lleno de humildad y que soñaba

A partir de ese momento, Mario Díaz considera que la afición de Morelia vivió una transformación radical producto del dolor y la frustración de aquella derrota. Sin pensarlo, asegura que la rivalidad deportiva contra América creció de forma inesperada. La batalla entre el equipo chico contra el grande se afianzó en el colectivo rojiamarillo.

Si algo puede rescatar el ex capitán de los Canarios de aquel fatídico día, es el “gracias” de los aficionados. Luego de la derrota, viajaron directamente a los Estados Unidos para encarar una breve gira de partidos amistosos. A su llegada a la ciudad de Morelia y todavía con los rostros cabizbajos, un pueblo rojiamarillo ya los esperaba para recibirlos como héroes. Ese día nació un mote imborrable: “El campeón sin corona”.

El futbol es generoso

Para ese momento, el estadio Azteca ya estaba transformado en un auténtico manicomio tras poco más de tres horas de partido. Fue cuando llegó su turno. Con la camiseta número 18, se acercó al manchón penal, tomó el balón y trató de acomodarlo lo mejor posible. Caminó unos pasos hacia atrás mientras miraba a sus compañeros en el medio campo, angustiados y al mismo tiempo con esperanza.

Previamente, Gonzalo Farfán había errado su ejecución ante Olaf Heredia. La oportunidad era inmejorable para que Morelia se volviera a meter a la pelea en la serie de penales. Mario el “Mudo” Juárez tomó poca distancia y al disparar le metió toda la parte interna del botín derecho. Adrián Chávez ya estaba vencido hacia su lado izquierdo, pero poco importaba. El balón tomó rumbo desconocido hacia la tribuna norte.

El “Mudo” Juárez miró por un momento al cielo mientras el ruido ya era ensordecedor en las gradas. Posteriormente, bajó la mirada y lentamente regresó al medio campo. Junto a sus compañeros, observó como Antonio Carlos Santos le ponía fin a esta historia. Morelia estaba eliminado.


Hoy, 31 años después, el ex mediocampista forma parte de la estructura de las Fuerzas Básicas de Monarcas. Por las mañanas, entrena a sus futbolistas en el gimnasio y luego se trasladan a hacer trabajo de campo. Es serio por ratos, pero también bromea con ellos. Entiende que se encuentran en un proceso de formación.

Pese al paso del tiempo, el “Mudo” comparte que para él siguen existiendo dudas respecto a lo que sucedió en aquel partido. Dice que nunca se clarificó el tema y que le cuesta trabajo entender que un cuerpo arbitral no tuviera conocimiento del reglamento.

Está la duda todavía de si modificaron el reglamento en ese momento, la incertidumbre permanece hasta la fecha, no sabemos si hubo un mal entendido o que simplemente quisieron perjudicar al Morelia por ser un equipo de provincia que no contaba con el gran presupuesto como sí lo tenía el América

Pero el futbol da revanchas y el “Mudo” lo sabe. Relata que vivió con la espina clavada por 9 años, hasta que en el Verano del 97 la casualidad y la vida lo volvió a poner cara a cara con una nueva oportunidad. Morelia se calificó a la liguilla en repechaje y en los cuartos de final se encontraría al súper líder y favorito América.

Mario Juárez ya no perdonó. Al minuto 87 en el juego de ida disputado en el estadio Morelos, el “Mudo” apareció para darle la ventaja al plantel canario. La cosa no acabó ahí. El mediocampista tenía sed de venganza deportiva y en el encuentro de vuelta, silenció a la fanaticada americanista con tremendo testarazo que fue a dar a las redes y que significó el boleto directo a semifinales.

“El futbol te da oportunidades y en aquellos cuartos de final los eliminamos claramente, fue una revancha para varios jugadores que nos tocó estar en la serie del 88, pudimos comprobar que fuimos mejores”.

Para Mario Juárez, el Monarcas actual tiene aspectos similares al equipo que le tocó defender en los 80´s y 90´s. Considera que los muchachos de Pablo Guede también se caracterizan por esa hambre, lucha y garra que marcaron la identidad del Atlético Morelia.

Monarcas lleva una ventaja de 2-0 en las semifinales contra América y está a 90 minutos de alcanzar una final más en su historia. En 1997, el “Mudo” logró cobrar la factura que tenía pendiente en el terreno individual; pero también sabe, que todavía queda una deuda más, otra revancha, la del 88. El domingo se podría cerrar ese capítulo. El futbol es generoso.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Todavía duele. Cuando Mario Díaz habla de la semifinal del Torneo 87-88 contra las Águilas del América, la mirada se le pierde y admite que la nostalgia sigue presente. Rodeado de fotos, playeras y recuerdos, el ex capitán de los Canarios del Atlético Morelia dice que hasta la fecha no le queda del todo claro lo que sucedió aquella tarde del 26 de junio de 1988.

La historia es por demás conocida. En el juego de ida de las semifinales, Morelia y América empataron a 2 goles en la cancha del Venustiano Carranza. Para la vuelta, la serie continuó pareja y el marcador concluyó 2-2. Vendrían los tiempos extras, Ricardo Campos marcó por los visitantes y Alfredo Tena haría lo propio por los de Coapa.

Tras el pitazo final, apareció la confusión. El árbitro Miguel Ángel Salas dio por ganador al Morelia olvidando por completo que el reglamento, en su artículo 14, señalaba que en tiempos extras el gol de visitante ya no tenía un valor adicional, por lo que se debía disputar la tanda de penales para definir al conjunto finalista.

Cuenta Mario Díaz que algunos jugadores del América ya se encontraban derrotados, con lágrimas en los ojos e inclusive intercambiando playeras. Del otro lado, todo era fiesta en el vestidor rojiamarillo. Las arengas, los brincos y las felicitaciones por haber logrado el pase a la final no cesaban.

Así transcurrieron por lo menos 45 minutos. El ex mediocampista relata que muchos de sus compañeros ya se habían bañado, otros más se encontraban tomando refresco y en general el ambiente era de plena relajación.

En eso el abanderado llega al vestidor y me manda llamar a la caseta arbitral, ahí Miguel Ángel Salas me entrega el reglamento y me anuncia que se deben tirar penales, yo voy de inmediato al vestidor con el entrenador Antonio Carbajal y Nicandro Ortiz para informarles lo que ocurría

A 31 años de aquel episodio, Mario Díaz reconoce que el nerviosismo se lo carcomió y que no pudo leer de manera concentrada el reglamento. Explica que la noticia lo tomó en frío y era como si hubiera recibido el documento en un estado inconsciente.

Con el pasar del tiempo y tras darle vueltas a la situación, el ex capitán ahora lo tiene claro: “no debimos salir a tirar esos penales, nos faltó una asesoría jurídica o un abogado, pues ese documento también estipulaba que no puede haber marcha atrás cuando el árbitro ha decretado el final del partido”.

Lo correcto, expone Mario Díaz, es que la serie de penaltis se hubiera desarrollado al día siguiente y en otras circunstancias, o en todo caso, negarse rotundamente a salir y perder el partido por default con un marcador de 3-0. “Eso era una actitud más digna” considera.

El ex canario aclara que no puede referirse de la situación como una trampa, pero sí expone que América tomó ventaja del reglamento y a sabiendas de que no estaban en igualdad de condiciones, alentaron para que se cobraran los penales.

Fue una situación mental que nos jugó de forma negativa, nos desconcentramos porque estábamos muy molestos, no creíamos que fuera posible. Yo veía a mis compañeros derrotados, fallar tres penales es algo increíble

Mario Díaz confirma la versión de que el entonces gobernador de Michoacán, Luis Martínez Villicaña, fue el responsable de que Morelia saliera a cobrar la tanda de penales, esto pese a la negativa del dueño Nicandro Ortiz y el entrenador la “Tota” Carbajal.

Tras la dramática derrota, el vestidor del Atlético Morelia se convirtió en un espacio de reproches y lamentos. Mientras unos jugadores golpeaban y pateaban todo lo que encontraban a su paso, otros simplemente se perdían en la tristeza y en la incredulidad.

Ni las palabras de consuelo de la “Tota” Carbajal y Nicandro Ortiz surtían efectos en el ánimo de los futbolistas. “Así se dio, vamos a levantar la cabeza”, “Es futbol, estas cosas pasan” se oía por un vestidor que había pasado de la alegría a la decepción en cosa de minutos.

Por aquellos años, la parte administrativa del club estaba conformada por el dueño de la franquicia y una secretaria particular. No más. Esta falta de estructura como organización, relata Mario Díaz, no dio posibilidad a presentar una queja formal ante la dirigencia del futbol mexicano.

Lo que más amargura causa es saber que pudimos haber ganado la final ante un Pumas que no presentaba su mejor versión. En cambio, nosotros éramos un equipo que vino de menos a más, competitivo, lleno de humildad y que soñaba

A partir de ese momento, Mario Díaz considera que la afición de Morelia vivió una transformación radical producto del dolor y la frustración de aquella derrota. Sin pensarlo, asegura que la rivalidad deportiva contra América creció de forma inesperada. La batalla entre el equipo chico contra el grande se afianzó en el colectivo rojiamarillo.

Si algo puede rescatar el ex capitán de los Canarios de aquel fatídico día, es el “gracias” de los aficionados. Luego de la derrota, viajaron directamente a los Estados Unidos para encarar una breve gira de partidos amistosos. A su llegada a la ciudad de Morelia y todavía con los rostros cabizbajos, un pueblo rojiamarillo ya los esperaba para recibirlos como héroes. Ese día nació un mote imborrable: “El campeón sin corona”.

El futbol es generoso

Para ese momento, el estadio Azteca ya estaba transformado en un auténtico manicomio tras poco más de tres horas de partido. Fue cuando llegó su turno. Con la camiseta número 18, se acercó al manchón penal, tomó el balón y trató de acomodarlo lo mejor posible. Caminó unos pasos hacia atrás mientras miraba a sus compañeros en el medio campo, angustiados y al mismo tiempo con esperanza.

Previamente, Gonzalo Farfán había errado su ejecución ante Olaf Heredia. La oportunidad era inmejorable para que Morelia se volviera a meter a la pelea en la serie de penales. Mario el “Mudo” Juárez tomó poca distancia y al disparar le metió toda la parte interna del botín derecho. Adrián Chávez ya estaba vencido hacia su lado izquierdo, pero poco importaba. El balón tomó rumbo desconocido hacia la tribuna norte.

El “Mudo” Juárez miró por un momento al cielo mientras el ruido ya era ensordecedor en las gradas. Posteriormente, bajó la mirada y lentamente regresó al medio campo. Junto a sus compañeros, observó como Antonio Carlos Santos le ponía fin a esta historia. Morelia estaba eliminado.


Hoy, 31 años después, el ex mediocampista forma parte de la estructura de las Fuerzas Básicas de Monarcas. Por las mañanas, entrena a sus futbolistas en el gimnasio y luego se trasladan a hacer trabajo de campo. Es serio por ratos, pero también bromea con ellos. Entiende que se encuentran en un proceso de formación.

Pese al paso del tiempo, el “Mudo” comparte que para él siguen existiendo dudas respecto a lo que sucedió en aquel partido. Dice que nunca se clarificó el tema y que le cuesta trabajo entender que un cuerpo arbitral no tuviera conocimiento del reglamento.

Está la duda todavía de si modificaron el reglamento en ese momento, la incertidumbre permanece hasta la fecha, no sabemos si hubo un mal entendido o que simplemente quisieron perjudicar al Morelia por ser un equipo de provincia que no contaba con el gran presupuesto como sí lo tenía el América

Pero el futbol da revanchas y el “Mudo” lo sabe. Relata que vivió con la espina clavada por 9 años, hasta que en el Verano del 97 la casualidad y la vida lo volvió a poner cara a cara con una nueva oportunidad. Morelia se calificó a la liguilla en repechaje y en los cuartos de final se encontraría al súper líder y favorito América.

Mario Juárez ya no perdonó. Al minuto 87 en el juego de ida disputado en el estadio Morelos, el “Mudo” apareció para darle la ventaja al plantel canario. La cosa no acabó ahí. El mediocampista tenía sed de venganza deportiva y en el encuentro de vuelta, silenció a la fanaticada americanista con tremendo testarazo que fue a dar a las redes y que significó el boleto directo a semifinales.

“El futbol te da oportunidades y en aquellos cuartos de final los eliminamos claramente, fue una revancha para varios jugadores que nos tocó estar en la serie del 88, pudimos comprobar que fuimos mejores”.

Para Mario Juárez, el Monarcas actual tiene aspectos similares al equipo que le tocó defender en los 80´s y 90´s. Considera que los muchachos de Pablo Guede también se caracterizan por esa hambre, lucha y garra que marcaron la identidad del Atlético Morelia.

Monarcas lleva una ventaja de 2-0 en las semifinales contra América y está a 90 minutos de alcanzar una final más en su historia. En 1997, el “Mudo” logró cobrar la factura que tenía pendiente en el terreno individual; pero también sabe, que todavía queda una deuda más, otra revancha, la del 88. El domingo se podría cerrar ese capítulo. El futbol es generoso.

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