Morelia, Michoacán.-¿Recuerdas al perrito que se hizo pipí en la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM)? Su nombre es Cácaro y ya consiguió familia, te contamos su historia.
Esta edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) trajo invitados especiales y directores de renombre como Francis Ford Coppola, Liv Tyler, Alejando Speitzer, entre otros.
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Aunque sin duda, quien se robó las miradas fue un perrito callejero que llegó a pasearse por la alfombra roja del FICM como toda una celebridad, el pasado sábado 19 de octubre.
Su pelaje chocolate brilló bajo los reflectores, aunque no se veía del todo limpio hacía contraste entre el color rojo de la alfombra y el azul que este año representa al festival. Sin embargo, la emoción le ganó y terminó por hacer pipí sobre la alfombra.
Después de ese día su vida dio un vuelco, pues recibió caricias y atenciones, incluso recibió una invitación de Daniela Michel, la fundadora y directora del FICM, a asistir a una de las funciones.
Además de la invitación al cine, el canino también recibió comida y atención veterinaria, pues alguien deseaba adoptarlo.
El perrito ahora es conocido como Cácaro y pronto dejará Morelia para irse a la CDMX con su nuevo humano.
¿Qué significa Cácaro?
Su nuevo nombre no es una casualidad, más bien es el nombre perfecto para este perrito que decidió hacer una aparición en un festival de cine.
Cácaro es un término antiguo que se utilizaba para referirse a las personas encargadas de proyectar las películas en las salas de cine.
Según cuenta la gente, este término tiene origen en uno de los primeros cines de la ciudad de Guadalajara, donde existía un hombre llamado Rafael González, quien era reconocido por una característica física: un rostro con cicatrices.
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Así que su apodo era “Cácaro” una variación de la palabra Cacarizo, que se usa para describir a una persona que tiene imperfecciones en el rostro, que generalmente son causadas por viruela o acné.
Rafael González era el encargado de proyectar las cintas en los cines y cuando los clientes del cine notaban algún desperfecto en la cinta gritaban “¡Cácaro!” esperando que el hombre atendiera los problemas que impedían ver la película.