Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- Los loros si que son parlanchines por naturaleza, ya que son capaces de imitar con expresividad y aprender con precisión el habla humana, pero aquí nos preguntamos sobre ¿cómo lo hacen o cómo nos comprenden?
No solamente los loros pueden imitar sonidos o aprender a hablar, también las cotorras y guacamayos son capaces de articular sonidos, y todo gracias al órgano vocal llamado siringe, que es una caja ósea, formada por anillos ensanchados y se sitúa en la tráquea y se bifurca para formar los bronquios.
Con la forma y tamaño de la siringe, las membranas vibratorias de su interior y los músculos varían de una especie a otra. Como ejemplo, las aves cantoras como los jilgueros o los canarios tienen una siringe mejor dotada, ya que emiten variedad de tonos y gorjeos, y pueden emitir dos notas a la vez al manejar cada lado de la tráquea, mientras que las aves como los buitres, avestruces y algunas cigüeñas, no cantan porque no tienen siringe.
En cuanto a los loros, éstos tienen una siringe más modesta, y el más hablador es el yaco o el loro gris de cola roja.
Esa última especie mencionada, fue el más famoso del mundo científico, pues fue adquirido por la psicóloga Irene Pepperberg en 1977, y lo llamó Alex, y era para demostrar que no solo repiten palabras, sino que son capaces de entender su significado y hasta usarlas con criterio.
La psicóloga Irene compró a Alex cuando éste solo tenía un año de vida, y luego de 30 años de entrenamiento, el loro podía identificar nombres de 50 objetos, conocía 100 palabras, distinguía colores y formas y cantidades del uno al seis.
Aunque los científicos no estaban de acuerdo con que esas especies sean inteligentes, así que Irene Pepperberg se encargó de hacer sus propias conclusiones válidas. Por lo que sometía a Alex a repetir varios experimentos, y según la científica, en las primeras 12 o hasta 20 se sentía emocionado, pero después se hartaba y agitaba las plumas y tiraba todo al suelo.
El loro Alex murió joven, en 2007, con 31 años. Los loros grises suelen llegar a los 50 años. La científica Irene se encontraba trabajando con él sobre su pronunciación de algunas palabras y al término del trabajo lo llevó a su jaula y Alex se despidió al decir “Sé buena. Hasta mañana. Te quiero” , y nunca volvió a despertar.
La ciencia aún no tiene claro si realmente los loros comprenden lo que dicen o solo repiten los vocablos.