Morelia, Michoacán (OEM Infomex).- En primavera y otoño se presencia millones de aves emprendiendo sus vuelos desde sus sitios de reproducción a sitios donde pasarán el invierno, viceversa.
Esta migración ocurre principalmente en las noches, cuando las corrientes de viento son más suaves, y la luna y las estrellas son su guía.
De acuerdo a National Geographic, las aves suelen seguir rutas migratorias establecidas, generalmente rutas de norte a sur con lugares propicios para descansar y reponer energías en el camino.
Como ejemplo, los charranes árticos realizan un viaje completo, de polo a polo que abarca más de 95 mil kilómetros y esta es la migración animal más extensa del mundo.
También existen aves que no vuelan pero que migran, tal como el pingüino Adelia, que recorre casi 13 mil kilómetros a lo largo de la gélida Antártida.
El director del Max Planck Institute for Ornithology y Explorador de National Geographic, Martin Wikelski resaltó que la migración es parte del ciclo de vida de las aves y que es habitual desde hace miles de años.
La migración de esas especies se cree que principalmente es por la búsqueda de comida, y otras razones podrían ser por las inclemencias del tiempo y alejarse de los depredadores o parásitos, sobre todo en tiempos de reproducción.
Actualmente, con las nuevas tecnologías, las sofisticadas etiquetas GSP y los sistemas de detección de radar, los científicos pueden observar la migración de las aves.
La migración es común en la mitad de casi 10 mil especies de aves conocidas en el mundo, entre las más conocidas se encuentran la aguja colipinta del Ártico, que caracteriza por su gran resistencia.
Los científicos registraron a esa especie en 2020, realizando un viaje de Alaska a Nueva Zelanda, y fue la migración ininterrumpida más larga de la historia. El ave viajó a más de 12 mil kilómetros por el Océano Pacífico durante 11 días seguidos.
Otras aves más pequeñas también emprenden viajes épicos, tal como el colibrí Calíope, que es la más chiquita de América del Norte, y hace viajes de ida y vuelta de nueve mil kilómetros entre praderas altas y bosques abiertos de las Montañas Rocosas del norte y bosques de pino-encino de México.