El cerro de La Beata, en la ciudad de Zamora, es uno de esos sitios en los que se encierran innumerables historias, mitos que pasan de una generación a otra y se enriquecen con el paso de los años.
El cerro, que alberga una enorme cruz en lo alto, también es hogar de interminables leyendas, como la historia que se cuenta sobre la entrada a una ciudad perdida y la del oro que ahí se encuentra pero que jamás deberás tomar.
La historia de la Cueva del Ermitaño es una de las leyendas más místicas y llenas de misterios que se platican sobre este mágico sitio. Entre los habitantes más longevos se transmite la siguiente narración, la cual se transcribe a continuación proveniente de la tradición oral.
La Cueva del Ermitaño
En las extrañas barrancas que se encuentran a los pies del cerro de La Beata, cierto día dos señores de Jacona, quienes venían por el sendero, subieron la cuesta para intentar obtener algunos camotes, comunes en esa área. Uno de ellos se separó del camino y continuó su marcha, pero a los pocos metros encontró la mística cueva que en la actualidad todos podemos observar.
Se acercó, entró a la cueva y en el interior encontró a dos señores que jugaban baraja; los extraños moradores lo invitaron a unirse a la partida y le pidieron no tener miedo. El extrañado visitante dudó un poco, pero posteriormente se unió a la tertulia y se puso a jugar con ellos.
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Mientras jugaban, los dos hombres guardaban silencio, no platicaban nada; entonces el viajero comenzó a soltar preguntas al aire para intentar obtener alguna información sobre esas extrañas personas; preguntaba cómo se llamaban, dónde trabajaban y dónde vivían, pero no contestaban.
El mutismo de ese momento le empezó a preocupar y ya no se sintió a gusto; al término de la segunda partida de cartas decidió retirarse y salir de la cueva. Ya en el exterior comenzó a buscar a su compañero pero no logró encontrarlo. Al observar que comenzaba a obscurecer decidió descender y al poco tiempo llegó a su casa en Jacona.
Al llegar a su vivienda se sorprendió al ver que se encontraba en ruinas. Sus vecinos ya no eran los mismos y la cuadra estaba muy cambiada. Entonces se acercó a un anciano y le preguntó si sabía dónde se encontraban la mujer y sus dos hijos que habitaban esa casa.
El hombre de edad avanzada le respondió que hace muchos años esa mujer perdió a su marido cuando éste se fue en busca de camotes al cerro de La Beata. Su esposo jamás regresó y ella murió poco después; el viejo contó que aquellos niños crecieron pero fallecieron igualmente.
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El hombre, sorprendido por lo que le contaba aquel anciano, le confesó que esa mujer y niños eran su esposa e hijos. Le platicó cómo subió al cerro y encontró la cueva, en la que jugó dos partidas de baraja y después salió, sin pensar que habían pasado cerca de cien años. El hombre se fue de Jacona y nunca más supieron de él.
En la actualidad los que conocen la leyenda de la Cueva del Ermitaño saben que si la encuentras, jamás deberás ingresar y mucho menos jugar baraja en su interior, pues a los pocos minutos habrán pasado varios años y el tiempo habrá transcurrido irremediablemente; no envejecerás, pero cuando salgas la vida será muy distinta.