Zamora, Michoacán- La riqueza de la tradición verbal en Michoacán es enorme y una prueba de ello son todas las leyendas que se han transmitido de boca en boca durante generaciones; entre ellas, en la ciudad de Zamora encontramos la leyenda del Ahorcado de Zamora.
La leyenda del Ahorcado de Zamora, se trata del escalofriante encuentro de Juan, un valiente joven aficionado al fútbol, con el fantasma de una trágica historia de amor.
Juan, conocido por su pasión por el fútbol, solía reunirse con sus amigos todas las noches para disfrutar de un partido en una cancha ubicada a dos kilómetros de su hogar.
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Una noche, tras su regreso a casa se convirtió en un encuentro con lo paranormal.
Era cerca de la una y media de la madrugada, mientras caminaba por las solitarias calles, Juan se topó con una casa que guardaba un oscuro secreto.
La leyenda urbana afirmaba que en aquel lugar un joven se había ahorcado porque su novia lo dejó por haberle sido infiel.
Según los rumores, el espíritu del joven se aparecía en forma de fantasma durante las noches.
Aunque Juan era escéptico respecto a las historias de fantasmas, al pasar frente a la casa sintió un escalofrío indescriptible.
Intentó atribuirlo al frío nocturno, pero al voltear hacia atrás, quedó petrificado.
Juan había visto a un muchacho vestido de blanco flotando en el aire, portando una vela en su mano derecha.
Su rostro pálido y desencajado, con ojos negros y profundos, lo atemorizó hasta la médula.
El miedo se apoderó de Juan, quien huyó despavorido hasta llegar a su casa.
Tembloroso y sin palabras, no podía conciliar el sueño mientras recordaba la horrenda aparición.
Aterrado, guardó silencio sobre su encuentro, temiendo que el fantasma lo persiguiera.
Durante toda una semana, el joven vivió atormentado por pesadillas y un miedo paralizante.
Finalmente, cuando no pudo soportarlo más, Juan decidió compartir su experiencia con su sabia abuela.
La anciana, conocedora de las tradiciones y leyendas locales, le reveló la única solución para liberarse del espanto y encontrar la tranquilidad.
La abuela le aconsejó regresar a la casa maldita y arrojar un vaso lleno de agua.
Armado con valentía y temor, Juan se dirigió a la casa embrujada al día siguiente.
Sosteniendo un gran vaso con agua, se enfrentó a sus miedos.
Al llegar, lanzó el agua contra la puerta de la mansión.
El joven no volvió a sufrir pesadillas y pudo dormir en paz como si una bendición celestial lo hubiera protegido.
La leyenda del fantasma de la casa maldita de Zamora continúa cautivando a los habitantes de la ciudad.
Algunos se aventuran a visitar la mansión, mientras otros prefieren mantenerse alejados, temerosos de encontrarse con el espíritu vengativo.