Cuando iniciamos una dieta es común encontrarnos con una interminable lista de recomendaciones de familiares, en internet y del nutriólogo, en las que encontramos el consumo nulo, reducido o alto de legumbres, pero ¿qué son las legumbres?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las legumbres son las semillas secas maduras y limpias procedentes de la familia de las plantas leguminosas, es decir que en ese grupo encontramos alfalfa (Medicago), almorta (Lathyrus), chícharo (Pisum sativum), frijol (Phaseolus vulgaris), garbanzos (Cicer arietinum), habas (Vicia faba), ejote (Phaseolus vulgaris), lentejas (Lens culinaris), lupino (Lupinus), cacahuate (Arachis hypogaea), soya (Glycine max), arveja (Vicia sativa) y azuki (Vigna angularis).
Diversas culturas las han cultivado durante varios siglos, pues son alimentos ricos nutricionalmente, ya que contienen proteínas, hidratos de carbono, lípidos, fibra, minerales y vitaminas.
Su fama en México se debe a su alto contenido proteínico, un factor determinante en las familias mexicanas, ya que las legumbres tienen entre el 20 y el 25 por ciento de su peso en proteínas.
Actualmente las semillas de leguminosas son el complemento más usado para aumentar el contenido de proteínas en niños y personas con problemas de desnutrición.
Sin embargo, en su consumo hay que tener en cuenta otro factor importante, existen dos tipos: las legumbres grano, que son bajas en grasas (lentejas, garbanzos, alubias o habas), y las oleaginosas, que tienen un aporte de grasa mayor (soya y cacahuate).
Otros dos factores beneficiosos son su contenido de azúcar y sal, el cual es casi nulo, lo cual los convierte en alimentos con poder saciante e ideales para hipertensos.