/ viernes 23 de octubre de 2020

Buscando a Casal narra con efectos especiales la vida de un poeta trasgresor

La película cubana Buscando a Casal de Jorge Luis Sánchez es una de las 16 preseleccionadas para representar a la isla en los Goya

El realizador Jorge Luis Sánchez tenía 29 años cuando descubrió la poesía de Julián del Casal. La misma edad a la que murió el artista, contemporáneo de José Martí. Hasta entonces, dice Sánchez en entrevista, tenía apenas referencias de este autor, por el cual sintió un magnetismo especial, pues su obra refleja cómo "todo el tiempo estuvo persiguiendo la libertad, que encontró en la poesía".

Así como el poeta en las letras, el cineasta es libre en las imágenes y el sonido, usando voces humanas y efectos especiales que crean un ambiente fantástico, para narrar la vida de Julián del Casal en una película que comenzó a crear hace casi tres décadas y que es una de las 16 preseleccionadas para competir en la categoría de Mejor Película Iberoamericana en los premios Goya, según anunció la Academia de Cine Español que entrega cada año estos reconocimientos.

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"Me encontré con una biografía de Casal (7 de noviembre de 1863-21 de octubre de 1893) y me quedé asombrado. Es una vida como de novela y entonces me propuse hacer un filme", relata el realizador de otros títulos como El Beny (una biografía ficcionada de Beny Moré), o la histórica Cuba libre, en la cual usó por primera vez efectos especiales, para recrear, entre otros elementos, una réplica fiel del acorazado Maine.

"En ese momento había un costado doloroso de él que me estremeció, pero también su resistencia me atrapó. Yo tuve que esperar muchos años para hacer esta película, tuve que resistir la carencia de muchas cosas que me imposibilitaron hacerla y Casal en su vida tuvo que resistir y esperar; dejó apenas tres libros, no le alcanzó la vida para hacer más, el último prácticamente fue póstumo, estamos ante un poeta de la resistencia, del sueño, de la quimera, del desafío, todos esos son elementos muy importantes para nuestra cultura".

En la cinta, el director se vale de efectos especiales poco comunes en el cine cubano para la recreación del espacio encerrado que aprisionaba al poeta, incomprendido e incluso ignorado en su tiempo, en contraste con los vuelos infinitos de su imaginación y el resultado es una pieza visual de alcances poéticos.

"Hubo un momento en que me di cuenta que Casal no se merecía una película naturalista filmada en La Habana Vieja, donde vivió y murió. Porque fue un renovador de las letras iberoamericanas junto con Rubén Darío, José Martí, Gutiérrez Nájera y otros más. Un trasgresor, que vivió 29 años pero irrumpió con una poética nueva y se merecía una película con ese aire también de trasgredir y de hacer el artificio una realidad".

Un universo cinematográfico de esas dimensiones, "no se podía construir sin el apoyo de los efectos visuales con los que la película se abre a un terreno de más atmósfera para expresar todo este mundo casaliano. Increíblemente en Cuba han tenido un desarrollo bastante interesante en los últimos años, no es la primera película que usa efectos especiales, pero a nivel de desarrollo, de industria, le aporta algo porque no son naturalistas, aportan una cuota de expresividad a la trama.

"A pesar de que nuestra cinematografía no es poderosa, en Cuba hay un movimiento de gente que se dedica a hacer los efectos visuales que no están al servicio únicamente del cine de ciencia ficción; el 33% de mi película son efectos visuales, hay directores que no le interesan, pero a mí me abren un campo enorme de innovación, de búsqueda, de complementar algo a la imagen que es difícil que lo abandone, no son solamente para crear monstruos y naves espaciales, sino para expresar; los efectos visuales llegaron al cine cubano y van a seguir ayudando a ofrecer una imagen diferente o estados de ánimo diferentes".

El realizador quiso recrear una obra poética del inframundo, explica. "Hay un cliché de que la poesía ensalza lo bello, lo vital y Casal fue el poeta de la tristeza, del dolor, vivió en un periodo de pesimismo en Cuba, después de una guerra que duró 10 años y terminó con un fracaso, por eso escribe una poesía de rabia, dolor, tristeza y sin embargo, su ética y su poesía fueron por el mismo camino, eso también lo hace un hombre ejemplar, dio su vida por el arte, por ser auténtico, merece un elogio, porque cuánta gente tiene que hacer concesiones, hacer un arte que no es lo que quiere, él es la antítesis de eso, la resistencia del artista cuando está en un medio hostil, pero sigue pensando que su obra tiene valor y la va a seguir haciendo contra viento y marea. Es un hombre fuerte, convencido, ese es nuestro Casal, una fortaleza para nuestra cultura, por eso atrae a la gente joven, como me pasó a mí y como le pasa ahora a muchos jóvenes que lo descubren y quedan encantados, hay claves en Casal que son muy contemporáneas".

Buscando a Casal fue preseleccionada junto a la argentina Crímenes de familia, de Sebastián Schindel; la colombiana El olvido que seremos, de Fernando Trueba, la mexicana Ya no estoy aquí, de Fernando Frías de la Parra y la paraguaya Matar a un muerto, de Hugo Giménez, entre otras. Los 16 títulos se proyectarán del 13 de noviembre al 4 de diciembre, en sesiones abiertas a académicos y público general.





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El realizador Jorge Luis Sánchez tenía 29 años cuando descubrió la poesía de Julián del Casal. La misma edad a la que murió el artista, contemporáneo de José Martí. Hasta entonces, dice Sánchez en entrevista, tenía apenas referencias de este autor, por el cual sintió un magnetismo especial, pues su obra refleja cómo "todo el tiempo estuvo persiguiendo la libertad, que encontró en la poesía".

Así como el poeta en las letras, el cineasta es libre en las imágenes y el sonido, usando voces humanas y efectos especiales que crean un ambiente fantástico, para narrar la vida de Julián del Casal en una película que comenzó a crear hace casi tres décadas y que es una de las 16 preseleccionadas para competir en la categoría de Mejor Película Iberoamericana en los premios Goya, según anunció la Academia de Cine Español que entrega cada año estos reconocimientos.

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"Me encontré con una biografía de Casal (7 de noviembre de 1863-21 de octubre de 1893) y me quedé asombrado. Es una vida como de novela y entonces me propuse hacer un filme", relata el realizador de otros títulos como El Beny (una biografía ficcionada de Beny Moré), o la histórica Cuba libre, en la cual usó por primera vez efectos especiales, para recrear, entre otros elementos, una réplica fiel del acorazado Maine.

"En ese momento había un costado doloroso de él que me estremeció, pero también su resistencia me atrapó. Yo tuve que esperar muchos años para hacer esta película, tuve que resistir la carencia de muchas cosas que me imposibilitaron hacerla y Casal en su vida tuvo que resistir y esperar; dejó apenas tres libros, no le alcanzó la vida para hacer más, el último prácticamente fue póstumo, estamos ante un poeta de la resistencia, del sueño, de la quimera, del desafío, todos esos son elementos muy importantes para nuestra cultura".

En la cinta, el director se vale de efectos especiales poco comunes en el cine cubano para la recreación del espacio encerrado que aprisionaba al poeta, incomprendido e incluso ignorado en su tiempo, en contraste con los vuelos infinitos de su imaginación y el resultado es una pieza visual de alcances poéticos.

"Hubo un momento en que me di cuenta que Casal no se merecía una película naturalista filmada en La Habana Vieja, donde vivió y murió. Porque fue un renovador de las letras iberoamericanas junto con Rubén Darío, José Martí, Gutiérrez Nájera y otros más. Un trasgresor, que vivió 29 años pero irrumpió con una poética nueva y se merecía una película con ese aire también de trasgredir y de hacer el artificio una realidad".

Un universo cinematográfico de esas dimensiones, "no se podía construir sin el apoyo de los efectos visuales con los que la película se abre a un terreno de más atmósfera para expresar todo este mundo casaliano. Increíblemente en Cuba han tenido un desarrollo bastante interesante en los últimos años, no es la primera película que usa efectos especiales, pero a nivel de desarrollo, de industria, le aporta algo porque no son naturalistas, aportan una cuota de expresividad a la trama.

"A pesar de que nuestra cinematografía no es poderosa, en Cuba hay un movimiento de gente que se dedica a hacer los efectos visuales que no están al servicio únicamente del cine de ciencia ficción; el 33% de mi película son efectos visuales, hay directores que no le interesan, pero a mí me abren un campo enorme de innovación, de búsqueda, de complementar algo a la imagen que es difícil que lo abandone, no son solamente para crear monstruos y naves espaciales, sino para expresar; los efectos visuales llegaron al cine cubano y van a seguir ayudando a ofrecer una imagen diferente o estados de ánimo diferentes".

El realizador quiso recrear una obra poética del inframundo, explica. "Hay un cliché de que la poesía ensalza lo bello, lo vital y Casal fue el poeta de la tristeza, del dolor, vivió en un periodo de pesimismo en Cuba, después de una guerra que duró 10 años y terminó con un fracaso, por eso escribe una poesía de rabia, dolor, tristeza y sin embargo, su ética y su poesía fueron por el mismo camino, eso también lo hace un hombre ejemplar, dio su vida por el arte, por ser auténtico, merece un elogio, porque cuánta gente tiene que hacer concesiones, hacer un arte que no es lo que quiere, él es la antítesis de eso, la resistencia del artista cuando está en un medio hostil, pero sigue pensando que su obra tiene valor y la va a seguir haciendo contra viento y marea. Es un hombre fuerte, convencido, ese es nuestro Casal, una fortaleza para nuestra cultura, por eso atrae a la gente joven, como me pasó a mí y como le pasa ahora a muchos jóvenes que lo descubren y quedan encantados, hay claves en Casal que son muy contemporáneas".

Buscando a Casal fue preseleccionada junto a la argentina Crímenes de familia, de Sebastián Schindel; la colombiana El olvido que seremos, de Fernando Trueba, la mexicana Ya no estoy aquí, de Fernando Frías de la Parra y la paraguaya Matar a un muerto, de Hugo Giménez, entre otras. Los 16 títulos se proyectarán del 13 de noviembre al 4 de diciembre, en sesiones abiertas a académicos y público general.





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