El tequila sin duda es una de las bebidas más emblemáticas de México,que cuenta con un fascinante proceso de la destilación de agave azul que se distingue por el proceso de envejecimiento y maduración que determina su clasificación. El tequila reposado y blanco, pero ¿cuáles son las diferencias de este elixir jalisciense?
El tequila blanco (o plata) se caracteriza por su frescura y pureza. Este tipo de tequila se embotella directamente después de la destilación o tras un breve periodo de reposo en barricas de acero inoxidable, conservando así su color cristalino y un sabor vigoroso, con notas herbales y cítricas que lo hacen ideal para cócteles frescos como margaritas o palomas.
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El tequila reposado, por su parte se somete a un reposo mínimo de dos meses en barricas de roble u otro tipo de madera. Durante este periodo, el tequila adquiere matices más complejos y suaves, así como tonos dorados o ambarinos que provienen de la interacción con la madera.
Estos tequilas reposados suelen tener aromas más dulces y suaves, con notas de vainilla, caramelo y frutos secos, lo que los convierte en una opción excelente para disfrutar solos o en cócteles más complejos que requieren una base con más cuerpo y carácter.
Ambas variedades, blanco y reposado, son expresiones únicas del arte de la destilación mexicana y reflejan la diversidad de sabores que el tequila puede ofrecer. La elección entre uno u otro depende del gusto personal y del tipo de experiencia sensorial que se busque disfrutar en cada ocasión.
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Así que levantemos nuestras copas y brindemos por el Día del Tequila, mientras disfrutamos de las distintas expresiones que este destilado de agave nos ofrece. ¡Salud!