En la región de Tierra Caliente ya se vive un conflicto del agua por el cultivo de aguacate. El gobierno de Michoacán tiene identificado como focos rojos al menos siete municipios por pelea entre productores aguacateros, que retienen agua para sus cultivos, y comuneros.
Tacámbaro, Parácuaro, Tancítaro, Ziracuaretiro, Taretán, Ario y Zitácuaro son los municipios que presentan esta problemática.
En el grueso de la franja de producción aguacatera en Michoacán, y sin tomar en cuenta la zona oriente, se tienen detectadas cerca de 7 mil 600 ollas de agua: en Tacámbaro tienen cerca de mil 300, en Tancítaro mil 200, Ario cerca de mil 100 ollas.
“Es principalmente en la zona de transición hacia Tierra Caliente donde los productores están tomando el agua de los manantiales y de los ojos de agua de la Sierra. De manera que el agua que correría por esos cauces ya no llega a las poblaciones para el consumo humano, se queda en las ollas de recolección”, aseguró en entrevista el doctor Alberto Goméz-Tagle Chávez, investigador del Instituto de Investigaciones sobre Recursos Naturales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
En entrevista con El Sol de Morelia, el especialista advirtió que “no estamos lejos de escenarios como los que se han visto en la región de Petorca en Chile, donde los productores pueden adquirir los derechos por la explotación de pozos de agua y se pueden ver extensiones agrícolas perfectamente suministradas del líquido frente a hogares que carecen del mismo y que padecen serios problemas de salud derivado de ello”.
Pero para el Gobierno del Estado ese día ya llegó. “Ya se tienen conflictos en algunas comunidades por el agua, como el caso de productores comuneros de Parácuaro que están peleando el agua con productores aguacateros de Tancítaro, que están reteniendo el agua para el riego del aguacate”, admitió Ricardo Luna García, secretario de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático.
“Lo mismo sucede en Ziracuaretiro y Taretan, así como en Zitácuaro, donde ha habido conflictos entre comunidades y pequeños propietarios, quienes perforan pozos, construyen ollas y disminuyen las reservas de agua de sus regiones”, señaló en entrevista con El Sol de Morelia.
Conflictos por el agua entre productores
“No es el aguacate lo que está acabando con las zonas forestales de Michoacán sino la estructura económica y legal que favorece la forma cómo se produce”, opinó el doctor Alberto Goméz-Tagle Chávez.
“El desinterés por parte de los consumidores para saber el origen de lo que comen está encaminando al estado a un escenario de conflictos por el agua, pues mientas se han secado arroyos enteros para producir el “oro verde”, poblaciones ya comienzan a padecer la escases del vital líquido para las necesidades más elementales”, aseguró.
Explicó que aunque en México el derecho al agua es concesionada, para los productores resulta más rentable la utilización de enormes ollas de agua que pagar los permisos por la perforación de los pozos, por la excavación y por la explotación, así como las concesiones que conllevarían. Es así que los productores llevan la maquinaria pesada hasta la punta de los cerros, deforestando de tajo o de forma gradual.
“En Michoacán ya empiezan a suceder conflictos por los derechos de agua superficial, la carencia de agua por poblaciones humanas asociados a la utilización de agua en las huertas a través de las ollas. Los casos más drásticos ocurren en Chile, en la zona de Petorca y La Ligua, donde la legislación chilena permite la compra de derecho de agua en subasta pública. Hay ríos de la cordillera de los Andes que fueron secados por el aprovechamiento de agua para el cultivo de aguacate. Son casos emblemáticos mundialmente, y estamos empezando a tener situaciones como esas. Vamos hacia allá”, advirtió el académico.
Desde el ámbito gubernamental, al menos en la administración estatal, ya se tienen identificados focos rojos donde, de hecho, ya se desarrollan conflictos entre productores y pequeños propietarios, pero también entre productores y productores.
La reducción de 1.3 millones de hectáreas de bosques o selvas en los últimos 20 años para sustituirles por plantaciones de agrícolas, aguacate principalmente, ya tiene sus repercusiones en la recarga de los mantos acuíferos, expuso Ricardo Luna García, titular de la Semaccdet.
“Estamos perdiendo 66 mil hectáreas de selva y bosque, si no detenemos esta inercia en corto tiempo tendremos conflictos fuertes por el tema del agua. Cuando se pierde el bosque se pierde la capacidad de tener agua”, aseveró.
Citó el caso del Parque Nacional de Uruapan, donde La Rodilla del Diablo, la que fuera el atractivo principal del Parque, pasó de tener un flujo de 2 mil litros de agua por segundo a sólo 750 litros en las últimas dos décadas.
“Necesitamos que los productores de aguacate hagan consciencia, porque son quienes hacen el cambio de uso de suelo. El aguacate consume agua, mientras que el pino la produce. Un árbol de aguacate consume lo que ocho o 10 pinos”, agregó.
Morelia y Uruapan, con incendios relacionados
El investigador Alberto Gómez-Tagle sostuvo que nueve de cada 10 incendios forestales son intencionales, la mayoría en búsqueda de realizar el cambio de uso de suelo, invariablemente ilegal, pues en los últimos 20 años la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no ha emitido permisos de cambio de uso de suelo.
Para el Gobierno de Michoacán en el municipio de Uruapan hay un índice que muestra una correlación muy grande entre producción de aguacate e incendios forestales.
“Morelia y Uruapan han tenido el mayor número de incendios forestales en los últimos tres años y que hay una relación muy directa con el cambio de uso de suelo y estos incendios intencionales con el fin de ampliar la superficie agrícola desentendiéndose de los costos ambientales”, opinó Ricardo Luna García, titular de la Semaccdet.
El funcionario estatal manifestó que no se ha visto un combate a la expansión de suelos agrícolas por parte de instituciones federales como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales o la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
“El estado ha estado actuado prácticamente solo, aunque Semarnat y Profepa tienen atribuciones más directas porque se están afectando tierras de vocación forestal y están reguladas en la Ley General Forestal, por ende los primeros que deberían actuar para detener este deterioro es la Federación a través de estas dos dependencias y a la fecha no quieren tomar una decisión al respecto”.
Afirmó que ninguno de los 33 amparos promovidos ante algunos de los 79 operativos encabezados por Semaccdet han sido favorables a los quejosos y que en estas acciones se han recuperado 632 hectáreas de suelo forestal, lo que significa que únicamente se han logrado salvar 0.057 por ciento de esos bosques y selvas.
Puntualizó que en 2016 el Gobierno del estado emitió un decreto para la recuperación de superficie de bosque y fue que se creó la Mesa de Seguridad Ambiental. Al amparo de ella es que se han podido realizar operativos para retiro de plantaciones desde ese año, aunque reconoció que existe un rezago en la atención de las mismas pues de las 156 denuncias recibidas, las cuales realizan principalmente ejidatarios o comuneros, apenas se han atendido 80.
Abundó que como resultado de los operativos, algunos productores abandonan los plantíos pero también hay casos de quienes buscan regularizar su situación reconvirtiendo a bosques entre un 10 y un 30 por ciento de la superficie plantada y aportando recursos para un fondo ambiental que ya lleva cerca de 2.5 millones de pesos que serán utilizados para el pago de servicios ambientales. Puntualizó que de los plantíos retirados, 95 por ciento eran de aguacate y el 5 por ciento restante de durazno o berries.
No hay interesa de saber cómo se produce el aguacate
El investigador de la Universidad Michoacana atribuye una parte importante de la responsabilidad del deterioro ambiental por el cultivo de aguacate al comportamiento del mercado y al consumidor.
Indicó que al menos en Europa ya se está tomando en cuenta e factor ambiental y de responsabilidad social pero en México no se tienen un efecto de concientización de mercado “porque a los consumidores nacionales no les importa cómo se produce”.
“No es para quitar el hambre del mundo. No. Se produce porque es rentable, y es rentable por todo esto. El meollo no es el cultivo de aguacate en sí, sino la estructura de mercado y de gobierno que permita que sea así. Se requiere un cambio muy fuerte ¿Cómo? Si alguien dice ‘ya no quiero consumir aguacate producido en estas condiciones. La solución es que la gente esté informada de lo que consume y cómo se produce: nadie quiere que ninguno de sus alimentos haya producido abortos”, señaló.
Alertó en que el mercado chino es más laxo incuso que el mercado mexicano o estadounidense y su demanda ha crecido en 4000 y 5000 por ciento, y es a donde va a parar mucho del aguacate que va al gigante asiático. Sin embargo ya hay empresarios chileno, peruanos, mexicanos ya invierten en cultivo de aguacate en China; en Colombia el cultivo de aguacate está desplazando al del café y los productores michoacanos que han sido afectados por acciones de la Mesa de Seguridad Ambiental están instalando plantaciones en Jalisco y Estado de México.