/ sábado 8 de febrero de 2020

Atletismo, un estilo de vida saludable

Correr es una práctica que mantiene al cuerpo en un buen estado físico; la mayoría empieza por mejorar su salud y dehí continúan con una disciplina que incluso puede salvar la vida

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- No hay excusas que valgan. El atletismo es un estilo de vida y nada más. Así por lo menos lo entiende Ricardo García Campos de 57 años, quien es cirujano dentista por las mañanas, pero corredor y entrenador durante las 24 horas.

Presidente del Club Curicaveri Morelia de Atletismo, Ricardo Campos se inició en eso de la trotada por cuestiones de salud. Cuenta que hace 15 años el sobrepeso lo estaba alcanzando y una buena mañana decidió ponerse los tenis y comenzar a correr. Desde entonces no ha parado.

Una cosa llevó a la otra. A los tres años se animó a correr maratones y la curiosidad lo hizo involucrarse más en el deporte, hasta que consiguió su certificado como entrenador profesional. La amistad con otros atletas lo llevaron a fundar el club Curicaveri, donde la única condición que se pide para formar parte es ser alguien totalmente disciplinado.

“Yo empecé por esa cuestión de salud, pero después de correr, uno quiere más y más, se activan las endorfinas y el organismo se va habituando al ejercicio, empiezas entrenando dos o tres días a la semana, pero llega un momento en que es diario”.

Cuando llega alguien con el interés de ser entrenado, Ricardo les hace muchas preguntas. Explica que trata de entender el motivo que los llevó a pensar en el atletismo como una opción de vida. Si el aspirante sólo desea entrenar una o dos veces por semana, les sugiere que mejor regresen a sus casas.

“El atletismo es un deporte que no se deja”, es una de las máximas de Ricardo y aunque parece un tanto estricta la exigencia, expone que todo tiene su razón de ser y un objetivo claro. Inclusive, refiere que ni en fiestas decembrinas se permiten un descanso, “hay que mantenerse activos, aunque sea trotando media hora”, reafirma.

“Claro que cuesta la disciplina, no es sencilla adquirirla, pero yo lo que les digo es que primero tienen que sostener una lucha interna, al ser humano lo dividimos entre el ser y el cuerpo. Cuando les pongo una rutina y si no entrenan por equis circunstancia, les hago ver precisamente que ésa es la batalla, levantarte y correr aunque la mente te haga dudar”.

Si alguien no está dispuesto a llegar a esa disciplina, Ricardo simplemente le dice adiós. Subraya que él no cobra un solo peso por entrenar, pero el único requisito es que sigan al pie de la letra las rutinas que se establecen. “Si no se quieren disciplinar, yo no les insisto, simplemente los dejo de preparar”.

El cuarto lugar en el maratón de Aguascalientes en el año 2017 ha sido el mejor resultado que ha obtenido Ricardo desde que se propuso bajar de peso hace 15 años. El estilo de vida del atletismo lo ha llevado a correr en Berlín y ahora se ha propuesto hacerlo en Chicago.

Como corredor le gusta la concentración. Es enemigo de usar audífonos o cualquier otro distractor que le absorba la energía durante el trayecto. El único diálogo que sostiene durante un maratón es con su cuerpo y con el tiempo ha aprendido aquéllo que se dice entre corredores: “Cuando el cuerpo no puede, la mente es quien te mueve”.


Salvavidas

A Alberto Cervantes García el atletismo le salvó la vida. Y es verdad en todo el sentido literal. No se trata de una metáfora ni de una frase con sentido poético. Gracias a que hizo de los entrenamientos y las carreras un hábito, en el año 2015 pudo librar la muerte.

Caminaba por la noche en el Bosque Cuauhtémoc junto a su esposa, cuando dos tipos los emboscaron por la espalda. Les pidieron los celulares, pero también los hirieron con una navaja. Beto se llevó la peor parte al registrar una herida en el costado izquierdo cerca de los pulmones, una más en la espalda y una última en el rostro.

Estuvo varios días en el hospital bajo una condición grave. La recuperación se fue dando de a poco y la explicación fue insólita: debido a que Beto llevaba 3 años entrenando y corriendo habitualmente, sus costillas se expandieron, lo que impidió que la navaja perforara el pulmón.

La capacidad de respiración contenida, fue otro factor que hacen que Beto pueda contar esta historia, pues aunque en ese momento perdió demasiada sangre por una ambulancia que se demoró casi una hora en llegar, el hecho de saber utilizar poca cantidad de oxígeno al momento de correr le hizo resistir en el difícil momento.

Por aquel tiempo Beto se había inscrito a un maratón que se desarrollaría en Torreón, Coahuila. Al salir del hospital, tenía exactamente 15 días para entrenar e intentar correrlo. Lo hizo. Como pudo emprendió el trayecto y relata que en el kilómetro 26 su cuerpo comenzó a desvanecerse.

Dice que las piernas y los brazos no le respondían, pero también describe que la motivación de saber que la vida le había dado una segunda oportunidad para volver a correr y sentir el aire en su cuerpo, lo hicieron terminar la competencia entre lágrimas y emociones cruzadas.

Y es que, antes del 2012, Beto llevaba una vida desordenada entre excesos y poco equilibrio alimenticio. Como doctor en Ciencias en Ingeniería Mecánica, decidió participar en lo que fue la primera edición de la carrera atlética de su Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). La experiencia no fue grata: “El cansancio me duró una semana”, confiesa.

En aquel año su peso rondaba los 85 kilógramos, por lo que tras la fatídica carrera, comenzó a entrenar todos los días. De a poco, comenzó a ver resultados físicos, pero también en su actitud ante la vida. Era como si se atiborrara de energía cada mañana.

El correr también lo llevó a encontrarse con la que ahora es su esposa. La conoció en una cena de atletas, posteriormente forjaron una amistad los días martes cuando se encontraban para correr por el bosque y el amor terminó por concretarse en los maratones que han compartido.

Hace dos años, Beto volvió a correr la justa de la UMSNH. La historia fue totalmente distinta. En una distancia de 3.5 kilómetros, disfrutó más el trayecto por la Avenida Madero. Cuando se dio cuenta que era el momento de apretar y cerrar fuerte, aceleró para quedarse con el tercer lugar.

La sensación fue de mucha fortaleza y satisfacción, la recompensa estaba dada. Pero había algo más que lo movía. Su esposa estaba embarazada en aquel entonces y fue cuando Beto lo entendió todo: cruzar la meta representaba culminar un ciclo que inició en 2012, para dar paso a uno nuevo. El atletismo le sigue salvando la vida.

Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- No hay excusas que valgan. El atletismo es un estilo de vida y nada más. Así por lo menos lo entiende Ricardo García Campos de 57 años, quien es cirujano dentista por las mañanas, pero corredor y entrenador durante las 24 horas.

Presidente del Club Curicaveri Morelia de Atletismo, Ricardo Campos se inició en eso de la trotada por cuestiones de salud. Cuenta que hace 15 años el sobrepeso lo estaba alcanzando y una buena mañana decidió ponerse los tenis y comenzar a correr. Desde entonces no ha parado.

Una cosa llevó a la otra. A los tres años se animó a correr maratones y la curiosidad lo hizo involucrarse más en el deporte, hasta que consiguió su certificado como entrenador profesional. La amistad con otros atletas lo llevaron a fundar el club Curicaveri, donde la única condición que se pide para formar parte es ser alguien totalmente disciplinado.

“Yo empecé por esa cuestión de salud, pero después de correr, uno quiere más y más, se activan las endorfinas y el organismo se va habituando al ejercicio, empiezas entrenando dos o tres días a la semana, pero llega un momento en que es diario”.

Cuando llega alguien con el interés de ser entrenado, Ricardo les hace muchas preguntas. Explica que trata de entender el motivo que los llevó a pensar en el atletismo como una opción de vida. Si el aspirante sólo desea entrenar una o dos veces por semana, les sugiere que mejor regresen a sus casas.

“El atletismo es un deporte que no se deja”, es una de las máximas de Ricardo y aunque parece un tanto estricta la exigencia, expone que todo tiene su razón de ser y un objetivo claro. Inclusive, refiere que ni en fiestas decembrinas se permiten un descanso, “hay que mantenerse activos, aunque sea trotando media hora”, reafirma.

“Claro que cuesta la disciplina, no es sencilla adquirirla, pero yo lo que les digo es que primero tienen que sostener una lucha interna, al ser humano lo dividimos entre el ser y el cuerpo. Cuando les pongo una rutina y si no entrenan por equis circunstancia, les hago ver precisamente que ésa es la batalla, levantarte y correr aunque la mente te haga dudar”.

Si alguien no está dispuesto a llegar a esa disciplina, Ricardo simplemente le dice adiós. Subraya que él no cobra un solo peso por entrenar, pero el único requisito es que sigan al pie de la letra las rutinas que se establecen. “Si no se quieren disciplinar, yo no les insisto, simplemente los dejo de preparar”.

El cuarto lugar en el maratón de Aguascalientes en el año 2017 ha sido el mejor resultado que ha obtenido Ricardo desde que se propuso bajar de peso hace 15 años. El estilo de vida del atletismo lo ha llevado a correr en Berlín y ahora se ha propuesto hacerlo en Chicago.

Como corredor le gusta la concentración. Es enemigo de usar audífonos o cualquier otro distractor que le absorba la energía durante el trayecto. El único diálogo que sostiene durante un maratón es con su cuerpo y con el tiempo ha aprendido aquéllo que se dice entre corredores: “Cuando el cuerpo no puede, la mente es quien te mueve”.


Salvavidas

A Alberto Cervantes García el atletismo le salvó la vida. Y es verdad en todo el sentido literal. No se trata de una metáfora ni de una frase con sentido poético. Gracias a que hizo de los entrenamientos y las carreras un hábito, en el año 2015 pudo librar la muerte.

Caminaba por la noche en el Bosque Cuauhtémoc junto a su esposa, cuando dos tipos los emboscaron por la espalda. Les pidieron los celulares, pero también los hirieron con una navaja. Beto se llevó la peor parte al registrar una herida en el costado izquierdo cerca de los pulmones, una más en la espalda y una última en el rostro.

Estuvo varios días en el hospital bajo una condición grave. La recuperación se fue dando de a poco y la explicación fue insólita: debido a que Beto llevaba 3 años entrenando y corriendo habitualmente, sus costillas se expandieron, lo que impidió que la navaja perforara el pulmón.

La capacidad de respiración contenida, fue otro factor que hacen que Beto pueda contar esta historia, pues aunque en ese momento perdió demasiada sangre por una ambulancia que se demoró casi una hora en llegar, el hecho de saber utilizar poca cantidad de oxígeno al momento de correr le hizo resistir en el difícil momento.

Por aquel tiempo Beto se había inscrito a un maratón que se desarrollaría en Torreón, Coahuila. Al salir del hospital, tenía exactamente 15 días para entrenar e intentar correrlo. Lo hizo. Como pudo emprendió el trayecto y relata que en el kilómetro 26 su cuerpo comenzó a desvanecerse.

Dice que las piernas y los brazos no le respondían, pero también describe que la motivación de saber que la vida le había dado una segunda oportunidad para volver a correr y sentir el aire en su cuerpo, lo hicieron terminar la competencia entre lágrimas y emociones cruzadas.

Y es que, antes del 2012, Beto llevaba una vida desordenada entre excesos y poco equilibrio alimenticio. Como doctor en Ciencias en Ingeniería Mecánica, decidió participar en lo que fue la primera edición de la carrera atlética de su Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). La experiencia no fue grata: “El cansancio me duró una semana”, confiesa.

En aquel año su peso rondaba los 85 kilógramos, por lo que tras la fatídica carrera, comenzó a entrenar todos los días. De a poco, comenzó a ver resultados físicos, pero también en su actitud ante la vida. Era como si se atiborrara de energía cada mañana.

El correr también lo llevó a encontrarse con la que ahora es su esposa. La conoció en una cena de atletas, posteriormente forjaron una amistad los días martes cuando se encontraban para correr por el bosque y el amor terminó por concretarse en los maratones que han compartido.

Hace dos años, Beto volvió a correr la justa de la UMSNH. La historia fue totalmente distinta. En una distancia de 3.5 kilómetros, disfrutó más el trayecto por la Avenida Madero. Cuando se dio cuenta que era el momento de apretar y cerrar fuerte, aceleró para quedarse con el tercer lugar.

La sensación fue de mucha fortaleza y satisfacción, la recompensa estaba dada. Pero había algo más que lo movía. Su esposa estaba embarazada en aquel entonces y fue cuando Beto lo entendió todo: cruzar la meta representaba culminar un ciclo que inició en 2012, para dar paso a uno nuevo. El atletismo le sigue salvando la vida.

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