/ domingo 5 de septiembre de 2021

Cerro de Garnica cumple 85 años como parque nacional

Este sitio fue elegido por su cercanía con Mil Cumbres y se buscaba la conservación perpetua de la flora y fauna comarcanas

Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Preocupado por el crecimiento de los asentamientos humanos y sus repercusiones en el medio ambiente, el presidente Lázaro Cárdenas del Río emitió un decreto el 5 de septiembre de 1936 en el que se declaraba como Parque Nacional al Cerro de Garnica, en los límites entre los municipios de Queréndaro e Hidalgo.

Este sitio fue elegido por su cercanía con la en aquel entonces nueva carretera México-Guadalajara, mejor conocida hoy en día como Mil Cumbres y se buscaba la "conservación perpetua de la flora y fauna comarcanas", de acuerdo con la publicación del Diario Oficial de la Federación.

Para determinar los límites del parque se tomó la propia carretera México-Guadalajara como eje y a partir de la bifurcación con el Cerro de Garnica se midieron mil cien metros a cada lado de la vía, luego estos mismos puntos fueron la referencia para medir otros dos mil 200 metros perpendiculares al eje para formar un rectángulo con una superficie total de mil 936 hectáreas, lo que equivale a dos mil 800 canchas de futbol.

Cómo llegar

No hay señalamientos que indiquen cuando uno llega al Parque Nacional Cerro de Garnica, pero la comunidad de San José de la Cumbre es un buen punto de referencia, ya que se encuentra a diez minutos del acceso al mirador Atzimba.

El parque carece de infraestructura turística, a pesar de que en el decreto de 1936 se consideró "que la misma gran belleza de esa montaña y de su flora y fauna forman un atractivo poderosísimo para el desarrollo del gran turismo, acondicionando, como se está haciendo, buenos caminos y senderos de acceso para ascender a él". Aún así, las rutas que se adentran al cerro son tan amplias que permiten el tránsito de vehículos, pero el acceso de los mismos es restringido para reducir el impacto ambiental.

Lo ideal es subir a pie a través de los caminos bordeados por 23 variedades de árboles entre los que destacan pino, encino y oyamel de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), que es la institución encargada del cuidado y administración del parque.

Durante la temporada de lluvias los troncos de los árboles luces cubiertos de musgo y liquen, así como los bordes de los caminos, donde también proliferan hongos como los cola de pavo que se desarrollan en la madera muerta o algunos gigantes como el llamado pedo de lobo.

Poco antes de llegar a la cima, a dos mil 911 metros sobre el nivel del mar de acuerdo con la Conanp, aparecen las tememetlas u orejas de burro, un tipo de suculenta que gusta de los bosques mixtos del centro del país y que crece adherida a los muros rocosos con abundante humedad.

En cuanto a la fauna del lugar, a plena luz del día es posible escuchar los cantos de aves como el vireo gorjeador o la codorniz barrada, aunque verlas implica un reto, ya que se ocultan muy bien entre el follaje. Un ojo entrenado será capaz de detectar a las aguilillas cola roja, que surcan el aire en busca de presas.


La amenaza humana

Durante el día es raro toparse con personas en el bosque, pero eso no siginifica que no haya presencia humana en el sitio, basta con ver las botellas plásticas abandonadas a lo largo del camino para saber que de vez en cuando hay visitantes en la zona.

Pero la basura no es la única señal humana en el parque, los árboles cortados con motosierras también indican que los talamontes acuden periódicamente a la zona para obtener madera ilegal, lo que contraviene la idea original plasmada en el decreto de 1936 para que "estas montañas sean protegidas de manera eficaz por sus bosques, pastos y yerbales, a fin de que estos elementos forestales formen una cubierta suficientemente protectora del suelo y garantice las buenas condiciones climáticas y biológicas de las extensas regiones del país".

Sin embargo hay otras pruebas de la presencia humana con fines positivos, como muestra están los pequeños pinos que crecen lentamente al borde de los caminos como resultado de una campaña de reforestación reciente.

Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Preocupado por el crecimiento de los asentamientos humanos y sus repercusiones en el medio ambiente, el presidente Lázaro Cárdenas del Río emitió un decreto el 5 de septiembre de 1936 en el que se declaraba como Parque Nacional al Cerro de Garnica, en los límites entre los municipios de Queréndaro e Hidalgo.

Este sitio fue elegido por su cercanía con la en aquel entonces nueva carretera México-Guadalajara, mejor conocida hoy en día como Mil Cumbres y se buscaba la "conservación perpetua de la flora y fauna comarcanas", de acuerdo con la publicación del Diario Oficial de la Federación.

Para determinar los límites del parque se tomó la propia carretera México-Guadalajara como eje y a partir de la bifurcación con el Cerro de Garnica se midieron mil cien metros a cada lado de la vía, luego estos mismos puntos fueron la referencia para medir otros dos mil 200 metros perpendiculares al eje para formar un rectángulo con una superficie total de mil 936 hectáreas, lo que equivale a dos mil 800 canchas de futbol.

Cómo llegar

No hay señalamientos que indiquen cuando uno llega al Parque Nacional Cerro de Garnica, pero la comunidad de San José de la Cumbre es un buen punto de referencia, ya que se encuentra a diez minutos del acceso al mirador Atzimba.

El parque carece de infraestructura turística, a pesar de que en el decreto de 1936 se consideró "que la misma gran belleza de esa montaña y de su flora y fauna forman un atractivo poderosísimo para el desarrollo del gran turismo, acondicionando, como se está haciendo, buenos caminos y senderos de acceso para ascender a él". Aún así, las rutas que se adentran al cerro son tan amplias que permiten el tránsito de vehículos, pero el acceso de los mismos es restringido para reducir el impacto ambiental.

Lo ideal es subir a pie a través de los caminos bordeados por 23 variedades de árboles entre los que destacan pino, encino y oyamel de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), que es la institución encargada del cuidado y administración del parque.

Durante la temporada de lluvias los troncos de los árboles luces cubiertos de musgo y liquen, así como los bordes de los caminos, donde también proliferan hongos como los cola de pavo que se desarrollan en la madera muerta o algunos gigantes como el llamado pedo de lobo.

Poco antes de llegar a la cima, a dos mil 911 metros sobre el nivel del mar de acuerdo con la Conanp, aparecen las tememetlas u orejas de burro, un tipo de suculenta que gusta de los bosques mixtos del centro del país y que crece adherida a los muros rocosos con abundante humedad.

En cuanto a la fauna del lugar, a plena luz del día es posible escuchar los cantos de aves como el vireo gorjeador o la codorniz barrada, aunque verlas implica un reto, ya que se ocultan muy bien entre el follaje. Un ojo entrenado será capaz de detectar a las aguilillas cola roja, que surcan el aire en busca de presas.


La amenaza humana

Durante el día es raro toparse con personas en el bosque, pero eso no siginifica que no haya presencia humana en el sitio, basta con ver las botellas plásticas abandonadas a lo largo del camino para saber que de vez en cuando hay visitantes en la zona.

Pero la basura no es la única señal humana en el parque, los árboles cortados con motosierras también indican que los talamontes acuden periódicamente a la zona para obtener madera ilegal, lo que contraviene la idea original plasmada en el decreto de 1936 para que "estas montañas sean protegidas de manera eficaz por sus bosques, pastos y yerbales, a fin de que estos elementos forestales formen una cubierta suficientemente protectora del suelo y garantice las buenas condiciones climáticas y biológicas de las extensas regiones del país".

Sin embargo hay otras pruebas de la presencia humana con fines positivos, como muestra están los pequeños pinos que crecen lentamente al borde de los caminos como resultado de una campaña de reforestación reciente.

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