Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- Después de la última hilera de casas, la vista se pierde en la nada. Da la impresión de que se está en el límite, pues a los alrededores solo se observan cerros, algunos caballos, perros callejeros y una suerte de mirador accidentado en el que se aprecia a la Morelia restante que poco o nada sabe de este lugar.
A lo más alto de la zona, solamente llegan los camiones y sus choferes del transporte público que pertenecen a la ruta Panteón, los mismos que se encargaron de bautizar a esta colonia con el nombre de Ciudad Peluche como una manera de mofarse de la precariedad que caracteriza el entorno de las familias que habitan en esta parte del sur de la ciudad.
Ya pasa de las doce del día y el calor incomoda. Por las brechas de tierra transita el camión recolector de basura y las personas se apresuran a salir de sus casas. En estos intentos de calles, se aglutinan las bolsas de basura y los colonos esperan pacientemente a que sea su turno de deshacerse de los residuos acumulados con el transcurrir de los días.
Aquí no hay parques ni centros deportivos o recreativos en el cual los niños puedan salir a jugar. El único menor que se le ve por las veredas se encuentra ocupado buscando desesperadamente a alguien que le pueda hacer una recarga de saldo para su celular. De momento no está teniendo mucha suerte.
La mayoría de las casas son de cartón y lámina, aunque los más afortunados están bajo techos de cemento. Pero todos, sin excepción, padecen la deformidad del suelo, la falta de los servicios básicos, la incertidumbre legal sobre sus propiedades y la ausencia de seguridad. Encima de todo esto, también se han acostumbrado a cargar con la marginación y los estigmas que se les imponen desde la sociedad.
“Para la gente nosotros somos rateros, paracaidistas y antorchistas. Siempre nos tachan de lo peor y no toda la gente es así, como en todos los lugares hay delincuencia, pero el hecho de que haya un ladrón no significa que todos lo vamos a ser”, expresa una señora que despacha una de las dos tiendas que se tienen en Ciudad Peluche.
Prefiere omitir su nombre, pero para efectos de esta crónica la llamaremos María. Comparte al Sol de Morelia que el hecho de pertenecer a uno los 400 asentamientos irregulares contabilizados en el municipio ha provocado que vivan en el olvido. Tras cinco años de habitar en este sitio, señala que a los políticos solo se les ve en tiempos electorales.
“Cuando son elecciones nos visitan todos, hasta te abrazan y te besan como si te conocieran de toda la vida. La última vez vino Alfonso Martínez y prometió regularizarnos, construir caminos y muchas cosas, pero nosotros ya sabemos cómo son los políticos”.
En Ciudad Peluche la red eléctrica es comunitaria, pero en cambio no existe el servicio de agua potable, por lo que dependen de la distribución de las pipas que proporciona el Ayuntamiento de Morelia periódicamente.
María identifica el posicionamiento de líderes de la colonia como un problema que afecta a la comunidad, ya que señala que ellos son los encargados de repartir los pocos apoyos que llegan, situación que asegura se presta a los malos manejos y a la corrupción.
“Hay dos mesas directivas tanto en Ciudad Peluche como en la colonia aledaña que es La Quebrada, pero están trabajando mal porque ya están cobrando el pago de terrenos a familias sin que el verdadero dueño de las tierras haya todavía hecho en una venta oficial, pues todos los trámites están en juicio”.
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Dos cuadras más adelante, en la segunda tienda de Ciudad Peluche, la encargada del establecimiento expone que los robos a casa-habitación suelen presentarse frecuentemente. Critica la falta de seguridad, ya que afirma que los rondines policiacos no existen “y solamente llegan cuando se les llama, después de que ya pasó el baile, así no sirve de nada”.
Curiosamente, estos terrenos que a nadie parecen importarles, se presentan como un área privilegiada para la flora y la fauna. Por el canal que atraviesa la colonia, se pueden apreciar aves como el Chorlo Tildío, Gorrión Doméstico, Golondrina Tijereta y el Tordo Ojos Rojos. Después de todo, para quien sabe mirar, Ciudad Peluche también tiene su encanto.