San José de Gracia, Michoacán (OEM-Infomex).- A ocho días de ocurrida una presunta masacre en San José de Gracia donde habrían sido fusiladas entre 10 y 17 personas, el hermetismo que prevalece en el pueblo es proporcional al deslinde de las autoridades municipales, estatales y federales sobre estos hechos.
Los avances en las investigaciones de este caso, que hasta ahora es la mayor masacre ocurrida en lo que va del año, corren lento porque ni a los fiscales investigadores, ni a la policía ni al Ejército, nadie les quiere decir nada en parte por miedo, en parte por discreción.
“De la existencia de la señora, la mamá del muchacho que vino al velorio (Alejandro García, alias El Pelón), me enteré ese día, nadie sabía nada de esa familia” dice el alcalde del pueblo, Jorge Luis Anguiano, y lo secunda uno de sus colaboradores, a pesar de que la casa de la difunta está prácticamente a espaldas de la alcaldía.
Lo cierto es que la violencia que cubrió a San José de Gracia el último domingo de febrero, ocurrió como una ráfaga de viento que impactó más a nivel nacional que a nivel microlocal.
Es como si nada hubiera ocurrido en San José de Gracia
¨Las vacas dan leche todos los días y nosotros hemos seguido con nuestra vida porque somos un pueblo trabajador e importante productor de lácteos y la producción no se puede detener. Aquí, al otro día todo estuvo prácticamente normal, porque nunca nos había pasado algo como esto”, señala el munícipe.
La tortería más famosa del lugar llamada “El Nido del Águila”, que es un negocio dedicado a los fans del equipo de fútbol el América, el día de la balacera solo bajó su cortina metálica hasta la mitad y siguió trabajando con normalidad en la venta de comida hasta las siete de la noche, que es su hora de cierre normal, comenta un trabajador.
El lunes 28 de febrero la calle Reforma tuvo su ajetreo normal, solo alterado por los boquetes de las 98 balas que impactaron en las puertas, las paredes y los cristales de las casas aledañas al número 188, donde formaron en fila a varios hombres de negro que después fusilaron y recogieron sus cuerpos.
Un poco de sangre seca se aprecia si se observa con detenimiento en la banqueta del número 188 de la calle Reforma, lo mismo que en la puerta blanca de ese lugar que alberga un salón de fiestas abandonado.
Lo que más impresiona ahora para los curiosos y vecinos es el tamaño de los agujeros que hicieron las balas y que en algunos casos volaron parte de las paredes de concreto, en los cuales caben a veces uno, a veces dos dedos. Nadie acude a la puerta de las casas baleadas que se aprecian vacías y sin ruidos.
El domingo 27 de febrero de 2022, en la presidencia municipal había de guardia seis de 22 policías municipales para cuidar a una población que casi alcanza los 10 mil habitantes.
Ninguno de ellos quiso indagar qué pasaba cuando vieron desfilar por la calle principal y la calle Galeana unas 14 camionetas blancas que transportaban hombres vestidos de negro y portaban armas largas. Tampoco se acercaron cuando se desató la balacera.
El presidente municipal Jorge Luis Anguiano dice con firmeza que: “preservar la vida es un derecho humano y para nadie es un secreto que la policía municipal tiene sus limitaciones. Un evento como estos rebasa a cualquiera”, reconoce.
Sin embargo, el gobierno del estado acusa al alcalde de haber dilatado la alerta para que la policía estatal y las fuerzas federales pudieran actuar en el momento, antes de que los sicarios lavaran con agua, jabón y cloro la escena del crimen que quedó registrada en un video tomado con el celular de un ciudadano y difundido en la redes sociales.
“En este momento estaríamos llorando además a seis oficiales municipales y quién sabe cuántos más civiles pudieron haber estado en riesgo ante esta situación. Cumplimos con el protocolo y ninguno de ellos iba a poder inhibirlos; ese lugar quedó sellado hasta que ellos se fueron”, indica.
El informe de la fiscalía señala que los 17 sicarios que acompañaron al funeral de la mamá de Alejandro García (alias “El Pelón”) habrían muerto a manos de otro jefe de plaza del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Abel Alcantar Vallejo, alias El Viejón, con quien el primero mantenía viejas y dolorosas rencillas personales desde hace tiempo.
Más de 40 sicarios de El Viejón fueron directo a lo que iban: mataron a los contrarios, recogieron y echaron los cuerpos inertes en las cajas de las camionetas, limpiaron la escena del crimen y se fueron con rumbo incierto sin que nadie pudiera hacer nada.
El alcalde de San José de Gracia, Jorge Luis Anguiano, no descarta buscar un amparo judicial para protegerse de las acusaciones por omisión que la Fiscalía ha dejado entrever que pudiera presentar contra el alcalde y su cuerpo policiaco.
Por ahora no hay indicios de la localización ni identificación de los cuerpos de la masacre, y solo ‘palos de ciego’ los que han dado las autoridades locales y federales sin resultados, solo guiándose por denuncias anónimas que no conducen a ningún lado.
“Que no quieran lavarse la cara, ni cortar el hilo por lo más delgado, no voy a dejar de decir que esto es un asunto de la Federación. Que avancen las investigaciones y no, no me voy a amparar para protegerme de nada. Hay que esperar para ver cómo vienen las investigaciones y si tengo que ser el portavoz de los alcaldes para dejar que nos pisen como autoridad cercana, pues lo voy a hacer”, sentencia.