Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El Mercado de Dulces tiene un nombre oficial, porque es Mercado de Dulces y Artesanías Valentín Gómez Farías, nombre que le hace honor al personaje que prácticamente hizo posible su existencia y que probablemente es referente maligno para la memoria católica.
Quien proporcionó el dato del nombre es la historiadora y guía de turistas Catalina Sáenz Gallegos, quien añadió que Valentín Gómez Farías fue un hombre que en las primeras décadas del siglo XIX promovió la expropiación de bienes a la iglesia.
Es decir, no se puede decir que Gómez Farías haya pensado en que el terreno iba a ser ocupado en el futuro por un mercado, cuyo carácter artesanal sería atractivo para los turistas y visitantes, pero las acciones que emprendió lo hicieron posible.
Es que, donde ahora se encuentra el mercado, antiguamente fue un huerto donde los moradores del convento Jesuita -el actual Centro Cultural Clavijero- cultivaban verduras para su propio consumo.
Pero el terreno le fue arrebatado a la iglesia por parte del estado, para usarlo con otros fines, ya fueran cívicos o comerciales. Aunque eso sí, tardaron más de un siglo desde la desincorporación de los bienes eclesiásticos, en las primeras décadas del XIX, hasta que fue abierto el Mercado: Sáenz Gallegos compartió que fue inaugurado el 14 de septiembre de 1968.
A decir de la historiadora, hay poca información recabada en donde se señale que usos tuvo el lugar antes de ser mercado. De plano considera que el lugar fue un terreno baldío, pues donde había oficinas de gobierno era en el Clavijero.
Pero lo que sí se sabe, es la tirria que generó en la iglesia la expropiación de las propiedades, pues contó que a mediados del siglo XIX hubo una epidemia de cólera en la Ciudad de México, un acontecimiento que a decir de los jerarcas de entonces “fue castigo divino, que dios había castigado al gobierno o a México por haberle quitado sus bienes”.
No obstante el enojo católico, el terreno quedó en manos del estado y se construyó el Mercado, que a decir de Sáenz Gallegos está conformado por alrededor de 150 locales. Su existencia dio una base para comerciantes que anteriormente deambulaban por otras zonas, “se dice que en los años 30, en los portales y catedral había algunos vendedores de dulces y de fruta en conserva”.
Sin embargo, la historiadora reconoció que desconoce el nombre de la persona que diseñó el inmueble. Sáenz Gallegos refiere que sí es muy probable que exista ese registro, pero confirma también que hay poca investigación documental respecto a la historia reciente de la ciudad, es decir, a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Señala entonces que los historiadores, en general “nos hemos concentrado más en historia de la catedral o del acueducto que de otras cuestiones como de las propias casas, son historias que se han ido perdiendo con las remodelaciones”.
Añadió que hubo un joven historiador interesado por indagar los cambios en el patrimonio de la ciudad, un hombre llamado Ricardo Aguilera, “de hecho ganó un premio del INAH (en referencia al Instituto Nacional de Antropología e Historia) por su tesis sobre la arquitectura doméstica de Valladolid”. Pero ese investigador desafortunadamente falleció.