Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).- Sin importar que este año no celebrarán como en otras ocasiones a su 'Virgen morena' por la circunstancia de la Pandemia por Covid-19, muchos fieles morelianos aún así acudieron a las inmediaciones del templo de San Diego y a otros tantos, como el de la Colonia Guadalupe, al poniente de Morelia.
Mientras uno se acerca al templo de la colonia Guadalupe en estos días, ubicado sobre Avenida Pedregal, se vislumbra una pequeña fila de creyentes. No importa el calor para los grupos de peregrinos, las familias y parejas con la imagen de la guadalupana, ya que buscan llegar al atrio y escuchar la misa de las 12 del medio día.
Entre los asistentes, un grupo de ciclistas esperan pasar el filtro sanitario, vienen de Jesús del Monte y tuvieron que adelantar la peregrinación que realizan cada año para celebrar a la Virgen ahora en esta modalidad.
En el atrio, algunas personas, todos con cubrebocas y con imágenes, forman un abanico alrededor de la puerta, en donde el párroco oficia la misa del mediodía. En el lugar se puede ver a personas de la tercera edad, con discapacidad, familias o feligreses de rodillas y con las palmas alzadas.
Entre estos feligreses, se encuentra cargando un cuadro de la Virgen de Guadalupe el señor Luis García, quien acude con su esposa e hijo desde el interior del estado.
Vienen cada 12 de diciembre al templo de San Diego, en el primer cuadro de la capital michoacana, pero debido la contingencia, decidieron acudir antes a este templo, ya que las autoridades municipales de Morelia, decidieron por precaución, cerrar el santuario guadalupano.
"Nosotros venimos desde hace 28 años, decidimos acudir hoy por el cierre del próximo 12, para bendecir nuestro cuadro, pues haremos un rosario y le cantaremos 'Las Mañanitas' en un estandarte que tengo en mi casa; es necesario hacerlo, pues no se puede describir con palabras lo que sentimos, nacimos con nuestra fe y así hemos de morir”, dice García.
Así como ellos, Sotero Poncio, quien carga un cuadro, acude a este templo por el cierre de San Diego, y refiere que lo hace porque no quiere dejar de hacer esa visita, pues la realiza desde hace años también al Santuario Guadalupano.
"Tuve que venir hoy, ya que llevo años asistiendo cada 12, pero en esta ocasión por la pandemia tuve que hacerlo hoy, no pude dejar de asistir, pues la Virgen representa la fe más grande en México y en el mundo, y yo soy un ferviente guadalupano", afirma.
En otro punto de la capital michoacana, en el Santuario guadalupano, en el cual se organiza año con año la celebración en honor a la Virgen, pero también la verbena popular, con las famosas cañas y los imprsescindibles 'futbolitos', este año se encuentra cercado por la Policía Michoacán, desolado, sin gente, sin fiesta.
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La razón de la presencia policial desde hace semanas en la zona, es porque debido a que las autoridades municipales no dieron el visto bueno para que se llevara a cabo la festividad, en vista de un muy posible aumento de contagios por Covid-19, los comerciantes amenazaron con colocarse ahí, sin embargo este año no será.
En cuanto a lo dicho por la autoridad eclesiástica moreliana, el arzobispo Carlos Garfias Merlos, tampoco dio su anuencia para que se celebraran eucaristías presenciales en el santuario, por lo que hace unas semanas, aseguró que "estarían obsequiando imágenes de la Virgen morena, para que los feligreses pudieran orar desde sus hogares".
Al observar el arrastre que tiene la imagen de la 'Morenita del Tepeyac' entre los mexicanos y los latinoamericanos e inlcuso en otras partes del mundo, es de sorprenderse, ya que pocas demostraciones tan profundas de fe en el mundo como la rendida a la Guadalupana.
Es por ello que en entrevista exclusiva para este diario, el antes consultado Ramón Sánchez Reyna, especialista en historia de Michoacán y profesor en varias instituciones educativas; al cuestionarlo sobre el fenómeno social que causa la imagen de la Virgen, resalta el gran sincretismo que representa para la sociedad mexicana.
"La imagen de la Virgen de Guadalupe vino a cohesionar y a reforzar dos cultos: por un lado, estaba la luna, y por otro, el cerro, visto como un espacio geográfico donde se reflejaba la vida en sí, las plantas, los animales, las cuevas. Lo cerros, por su ubicación en un lugar alto, eran motivo de culto, asociados con las pirámides”, señala.
Por ello, desde la primera aparición de la Virgen de Guadalupe según se fecha en el año de 1531, en el Cerro del Tepeyac, en el Virreinato de la Nueva España, el pueblo creyó y la adoptó como su 'madre protectora'.
Así, a más de cuatrocientos ochenta años de esa fecha, su culto y devoción no sólo se ha mantenido, sino que sigue creciendo y representándose en múltiples expresiones de la diversidad cultural, unión e identidad de los pueblos y creatividad de los fieles.
Después de que, como narra la tradición, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indígena chichimeca que acudió con el primer obispo de la diócesis de México, Fray Juan de Zumárraga, para revelarle la imagen milagrosa al descargar las rosas enviadas para erigirle a 'María Santísima', un templo en ese lugar, sobrevino la construcción de la primera iglesia dedicada al culto guadalupano.
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"Con el paso de los años, dentro de la cultura popular, la Virgen de Guadalupe representó un elemento muy importante, no sólo como parte de la tradición oral, en su papel de ser leyenda, narración, literatura, hasta penetrar en el campo de la música, sino que en el desarrollo del arte también podemos ver su gran significado, plasmándose en todos los materiales: madera, piedra, barro; grabada en coco, bordada en textil, reproducida en plumaria, en hueso, en metal”, añade Sánchez Reyna.
Y agrega: “Esta festividad tiene más que ver con la reelaboración simbólica de la cosmovisión de nuestros pueblos originarios y con nuestro paisaje ritual de la Ciudad de México, o cuenca de México, donde se da la adoración de los cerros como principio básico del sistema cultural de la milpa”.
Es por ello, que ante la circunstancia por la crisis sanitaria en el mundo, quizás más que en otros tiempos, la fe hacia la Virgen, asi como su adopción de símbolo de identidad del mexicano, está quizás más vigente que nunca.