Morelia, Mich. (OEM-Infomex).- Es la nostalgia. Mientras Erik Téllez, coordinador operativo de Correos de México nos da un recorrido por las instalaciones del servicio postal más antiguo del país, asegura que la gente se mantiene leal al servicio que ofrecen porque en la memoria siguen estando presentes como el primer canal que tuvieron para poder comunicarse a largas distancias: el correo.
Y es que pese a que la ciudadanía ya cuenta con múltiples opciones de paqueterías y mensajerías, recordó que Correos de México es el único organismo regulado por la ley para poder hacer el envío de correspondencia. En la época de la tecnología, donde los celulares y las computadoras predominan la cotidianidad, afirma que las cartas a puño y letra siguen vigentes como desde el primer día.
“De toda la correspondencia, el 30% se tratan de cartas escritas a mano, ya sean de amor, de felicitaciones o simplemente para hablar sobre cualquier cosa; a final de cuentas es el recurso por el cual las personas que viven en comunidades lejanas y sin Internet se pueden comunicar con familiares que viven en los Estados Unidos o con seres queridos que se encuentran presos en los reclusorios”.
Pero también está el lado pintoresco, pues Erik Téllez comparte a El Sol de Morelia que en ocasiones se han presentado clientes que pretenden enviar por paquetería animales, comida a los Estados Unidos y hasta un ropero, “luego nos confunden con el servicio de mudanza”.
Inclusive, relata que en otros estados han tenido casos donde se intentó traficar cocaína a través de figuras religiosas, así como incrustada en un queso viejo y seco, pero fue por vía del detector de rayos X como pudieron percatarse de la situación. En Michoacán, dijo recordar sólo un caso de una bayoneta que fue confiscada por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
TE HACES PARTE DE LA GENTE
“¡Uy no!, si lo entregas así se corre el riesgo de que le caiga otra caja encima y se rompa, busca algo que lo proteja de mejor manera”, advierte con total franqueza quien atiende en ventanilla a un joven que luce como inexperto y se llena de miedo al escuchar que hay un porcentaje de probabilidad de que su paquete no llegue con bien. Sale desesperado en busca de plástico burbuja.
El trabajador no escamita en decir la verdad a quien se le ponga enfrente. Minutos más tarde aparece una mujer que pretende enviar un medicamento a los Estados Unidos. Se le advierte que debe presentar la receta y aun así, se corre el riesgo de que el paquete sea decomisado al momento de cruzar la frontera. Decide aventurarse y paga el envío.
Aunque todos en algún momento han escuchado de experiencias desagradables con Correos de México, la realidad es que el mexicano le mantiene una fe inquebrantable a este servicio y con los nervios de por medio, siempre termina confiando su paquete a las mismas manos.
Para Jorge Loeza Soria, quien lleva 14 años de servicio en Correos de México, la franqueza con la que se puede hablar con los clientes se genera gracias a que con el pasar del tiempo se va conformando una cercanía con ellos.
Es la parte más bonita de este trabajo, que ya te conocen y te identifican, te platican sus historias y su día a día, de alguna manera te haces parte de ellos y hasta les da alegría cuando te ven porque saben que llevas algo que están esperando
Cuenta en entrevista antes de iniciar con sus labores, que con el pasar de los años logró consolidar un mapeo preciso de la ciudad, lo que le ayuda al momento de clasificar de forma más eficiente la correspondencia.
En temporada baja, precisa que llega a entregar entre 150 y 200 piezas al día, pero cuando se incrementa el fluido dice que se reparten hasta 500 encargos en una sola jornada laboral. “El reto es que al llegar mi pichonera esté vacía”.
Respecto a las anécdotas que puede contar con los años de servicio, Jorge Loeza relata que se ha vuelto común evadir a los perros, “es muy cierto eso de que a los carteros nos siguen mucho”. Asimismo, expone que hay lugares más complicados para acceder, donde lo único que encuentran es terracería.
Por su parte, Juan Rojas, quien también cuenta con 14 años de servicio, expresa que es importante el vínculo de amistad que se llega a dar con los clientes, “cuando yo inicié, las propias personas me recomendaban ante gerencia para que no me quitaran de los rumbos en que yo repartía, eso era muy grato”.
Comparte que con el pasar de los años los propios carteros se autoimponen retos como hacer menos tiempo de repartición en cada uno de los rumbos donde laboran, no tratar de pasar dos veces por la misma calle y hasta correr más rápido que los perros que los persiguen.
Sin embargo, también reconocen que se llegan a presentar reclamaciones y quejas cuando hay fallas en el servicio. En esos casos, admite que no queda de otra que admitir lo que se está haciendo mal y corregir.
Respecto a la competencia que existe con las empresas privadas, Juan Rojas asegura que no les preocupa, pues si bien procuran en estarse actualizando, señaló que el servicio de correos termina siendo utilizado por otras paqueterías, “ellos no salen a rancherías y no tienen nuestra cobertura, además de que sus costos son muy elevados”.
En Michoacán son alrededor de 480 empleados los que tiene Correos de México. La gerente estatal de la empresa, Carmen Ávila, asegura que es la experiencia de la gente en un servicio de tradición es lo que los ha logrado mantener vigentes.
Si bien resalta los precios bajos que manejan, apunta que no es la principal cualidad. Asimismo, con el pasar de los años, han tenido que aprender a adaptarse a los cambios y a usar lo que va surgiendo en cuanto a tecnología para no quedarse rezagados.
Al cuestionarle si Correos de México se distingue por el romanticismo producto de su antigüedad, la gerente expone que la gente mayor de 50 años sí mira el servicio como una oportunidad de recordar las épocas en que la manera de comunicarse era a través de la escritura.
No obstante, aclara que Correos no influye de esa forma con los más jóvenes, pero destaca que al final han sabido saciar la necesidad que tienen cada una de las generaciones, todo bajo el eje de la inclusión.