Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- A lo largo de 45 años, El Sol de Morelia también ha fungido como una escuela de periodismo, pues a través de su redacción, comenzaron a escribirse las historias profesionales de quienes, al día de hoy, figuran como comunicadores destacados del estado.
Este es el caso de Magdalena Guzmán Rosas, quien ingresó a esta casa editorial en el año de 1992 para lo que ella denomina “a hacer mis pininos”. Bajo el mando de Mario Barajas, exjefe de redacción, la actual titular del área de Comunicación Social de la Fiscalía General del Estado (FGE) comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la prensa escrita.
Tras haber adquirido aprendizaje y experiencia durante sus primeros tres años en el área de redacción, fue nombrada como reportera de la fuente policiaca, donde gracias a una nota relacionada con un accidente aéreo se hizo acreedora al Premio Estatal de Periodismo, galardón al que se resistía a participar por creer que solo lo ganaban aquellos periodistas que hablaban bien del gobierno en turno.
“Es una de las coberturas que más recuerdo, ya que nos habían reportado que una avioneta se estrelló en el Cerro de la Cruz, ubicado en el municipio de Uruapan. Entonces nos vamos con un fotógrafo y al llegar Protección Civil nos informa que la búsqueda se iba a suspender por la lluvia, pero junto a otros compañeros decidimos ascender el cerro por nuestra cuenta hasta dar con la tragedia que resultó impactante para mí, pues dentro de las víctimas se encontraban niños”.
Ya más afianzada en el oficio, Magdalena Guzmán fue removida a la fuente de Gobierno del Estado, cuando Víctor Manuel Tinoco Rubí ostentaba el cargo de gobernador. Posteriormente, se le designó como encargada de la sección política del diario, lo que le significó tener la oportunidad de cubrir campañas electorales, en específico la de Lázaro Cárdenas Batel.
En medio de estos cambios, la comunicadora también vivió uno generacional: el ingreso de la tecnología. Con humor, recuerda cómo de a poco fue quedando atrás el incesante ruido de las máquinas de escribir que se escuchaban desde una cuadra antes para dar paso a los teclados de las computadoras.
“Al principio con mis compañeros decíamos que queríamos nuestras máquinas, había cierta resistencia, es algo que no puedo negar, pero luego nos dimos cuenta de los beneficios y de lo bendita que es la tecnología”.
Como parte de su camino, admite que hubo situaciones en las que se equivocó pero que ahora recuerda con humor, como aquella ocasión en la que por una distracción al momento de redactar una entrevista al arzobispo Alberto Suárez Inda, no se percató que escribió que el clérigo “tenía una activa vida sexual” cuando lo que quiso decir es que “tenía una activa vida espiritual”.
Luego de trece años formando parte de las filas de El Sol de Morelia, Guzmán Rosas emprendió otro camino, pero en el marco de este aniversario, reflexiona sobre el cómo aprendió a humanizarse y a profesionalizarse en este medio de comunicación.
“Hubo situaciones y coberturas en la que abrí los ojos para que mi trabajo se hiciera con responsabilidad porque entendía que no solamente se trataba de escribir. Y es que, a pesar de que no tenía una carrera de comunicación o alguna otra licenciatura, finalmente siempre dedicaba tiempo a estudiar”.
Años de consolidación
El periodista José Luis Alejo forma parte de la generación de fundadores de El Sol de Morelia y luego de 22 años de haber ejercido el oficio en este medio de comunicación, afirma que pudo adquirir una formación periodística completa, pues si bien en el pasado ya había trabajado en el gremio, reconoce que fue aquí donde logró consolidarse como reportero y columnista.
“Yo empecé como reportero cubriendo política y todo lo que correspondía a la oficialidad del Gobierno del Estado, pero también fui jefe de información y columnista. Eran tiempos muy singulares porque no había tanta comunicación tecnológica como ahora, además de que el diario no se imprimía aquí, sino que era un proceso de entregar el material para que regresara impreso a eso de las cinco de la mañana”.
Una de las cosas por las que dice sentirse orgulloso, abunda, es que llegaron a competirle al tú por tú a los otros medios impresos de la época, cosa que aclara se debió al trabajo colectivo que hicieron todos los reporteros de aquel tiempo.
En poco más de dos décadas de trabajo reporteril, el comunicador expresa que todos los días implicaba enfrentarse a situaciones novedosas por la misma naturaleza de la profesión, pero también señala que vivió experiencias que quedan marcadas como aquel accidente carretero en el que salieron bien librados.
“Los 22 años que estuve ahí realmente me marcaron porque siempre había noticias para contar, pero por ejemplo recuerdo que en las viejas instalaciones en la calle Aquiles Serdán, donde por cierto se decía que había fantasmas, llegaron unos chiquillos de Ario de Rosales para que los entrevistara y pues resulta que eran los Bukis, cuando apenas estaban comenzando su carrera”.
Aprendizaje con la universidad como intermediario
A Jorge Vílchez le tocó estrenar las instalaciones en las que se ubica actualmente El Sol de Morelia, pero también debutó en el gremio periodístico como corrector. Corría el año de 1984 y por aquel tiempo también le dieron la confianza para pulir su pluma en las fuentes de Cultura y Espectáculos.
Su ingreso se dio porque el medio de comunicación lanzó una convocatoria en la que ofrecían vacantes, ya que al mudarse a sus nuevas oficinas, requerían de personal que solventara la expansión a la que se estaban aventurando, por lo que no dudó en aplicar la prueba en la que terminaría siendo seleccionado.
“Con el paso del tiempo, dejé por completo lo de la corrección y me dieron la oportunidad de cubrir Educación, específicamente la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y fue algo de mucho aprendizaje, ya que era la etapa más complicada de la institución porque se tenían dos rectores, eran los tiempos en que Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano era el gobernador del estado”.
Abunda que el poder darle cobertura a la vida nicolaita fue una de sus grandes experiencias, ya que le permitió entender que el Gobierno del Estado tiene intereses prioritarios en algunas instituciones y, por ende, son más observadores en la manera en que se maneja la información sobre dichas instancias.
De la misma manera, comparte que estuvo cerca de la Secretaría de Educación y de los sindicatos porque también estaba a su cargo todo lo relacionado con los obreros; sin embargo, apunta que empezó a generar un gusto especial por la política.
“Dentro de este proceso comencé a publicar una columna que se llamaba Los Universitarios, la cual se enfocaba principalmente a la comunidad estudiantil y siempre tuve un amplio espacio para poder desarrollar mis ideas”.
En dicho espacio, señala que llegó a exhibir como el gobierno estatal se estaba entrometiendo en las decisiones universitarias, cosa que naturalmente, asevera, a los funcionarios en turno no les agradaba.
A mediados de los 80 la redacción del diario estaba atiborrada de máquinas de escribir, pero antes de llegar al ruido constante de las teclas, refiere que a los reporteros se les podía ver por las mañanas en las calles en búsqueda de su información, ya que una exigencia de la jefatura era entregar diariamente una cuota de cinco notas.
Aunque Jorge Vílchez solamente estuvo tres años en esta casa editorial, afirma que recuerda con cariño aquellas jornadas laborales que iniciaban en la mañana y culminaban a eso de las ocho de la noche, puesto que califica al Sol de Morelia como el lugar donde aprendió a escribir en términos periodísticos.
Añade que antes de esta etapa, él no se pensaba como periodista, pero al salir de la empresa, subraya que se dio cuenta que ya tenía una formación más sólida como reportero y en el marco de los 45 años de la fundación del medio, reflexiona que desde que éste nació se convirtió en un referente de Michoacán.