Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- En la bodega de la Casa de Adultas Mayores, perteneciente al Patronato de Nuestra Señora de Guadalupe, ya no cabe nada más. Hay de todo: pañales, galletas, leche en polvo, productos de limpieza y hasta medicina.
A raíz de que desde el pasado 25 de julio se diera a conocer que en este lugar se habían registrado casos de Covid-19, la ayuda se desbordó y no ha cesado. Con dos camionetas, hace acto de presencia la ONG Cuerpo Diplomático de Derechos Humanos y de inmediato comienzan a bajar las donaciones.
Dialogan con el personal y se comprometen a regresar con batas médicas, guantes, botas y caretas. "Constantemente se nos acaban y es de lo que más necesitamos", explica la trabajadora Yadira, quien también detalla que tras la aparición de Covid-19, un total de 16 trabajadores abandonaron el lugar por temor a contagiarse.
El presidente del Cuerpo Diplomático de Derechos Humanos en Michoacán, Sidronio Torres Garibay, explica que uno de los ejes que tienen dentro de la organización es la ayuda humanitaria, por lo que no dudaron en hacer una colecta en cuanto se enteraron de la situación en el asilo.
De las 15 mujeres de la tercera edad que viven en este lugar, nueve resultaron contagiadas con el virus y todas se están recuperando satisfactoriamente. El saldo positivo hace dudar a algunos vecinos de la zona.
No es verdad eso que dicen, solamente quieren bajar recursos y apoyos, yo he estado adentro y todo es una mentira que se inventaron expresa una vecina al notar la presencia de la cámara fotográfica.
El presidente del asilo, Josué Javier Ponce, defiende la labor que han hecho por 17 años y argumenta que las personas que emiten malos comentarios tienen la posibilidad de ingresar al lugar para que conozcan el trabajo que se hace con las personas mayores.
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Por ahora el asilo se encuentra reestringido. Del primer pasillo no se puede pasar y de las personas contagiadas, solamente se sabe que se mantienen aisladas, aunque si todo camina bien, será el próximo lunes cuando cumplan con la cuarentena y retomen sus actividades diarias.
A las afueras del lugar, un señor y un niño se encuentran pintando la fachada. Los vecinos caminan por la calle y hay quienes se muestran despreocupados, pero también están los que no pueden ocultar sus miradas de duda, de sospecha. Lo cierto, es que a nadie, absolutamente a nadie, le es indiferente el letrero que adorna el asilo: "¡Cuidado! Zona de alto contagio... La entrada a este establecimiento es bajo tu propio riesgo".