Gojira, la banda francesa de metal, dejó una huella significativa en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, generando una gran controversia. Con una audaz propuesta musical que fusionó metal y ópera, la banda sorprendió a la audiencia con una interpretación que suscitó tanto elogios como críticas.
En el Palacio de la de la Conciergerie en París la ceremonia empezó con la imagen María Antonieta decapitada y ensangrentada cantando el himno francés del siglo XIX, «¡Ah! Ça Ira». Mientras tanto, los miembros de Gojira interpretaron su música desde diferentes ventanas del palacio, con un despliegue de fuego y luces que acentuó la atmósfera dramática.
La mezzosoprano Marina Viotti también se unió al espectáculo, ofreciendo su interpretación operística desde la punta de un barco en movimiento.
Aunque la actuación fue aclamada por su originalidad y el impacto visual, no estuvo exenta de polémica. Algunos sectores conservadores criticaron la presentación, tachándola de «satánica» y comparándola con la polémica apología a La Última Cena. La mezcla de simbolismo histórico y elementos oscuros no fue bien recibida por todos.
La respuesta de Gojira
El cantante y guitarrista de Gojira, Joe Duplantier, habló en entrevista con la revista Rolling Stone de su presentación, en donde negó las acusaciones de satanismo y destacó las imágenes revolucionarias de la actuación.
"No es nada de eso", dice el líder de Gojira cuando se le pregunta si el espectáculo fue "satánico".
Es historia francesa. Es el encanto francés, ya sabes, gente decapitada, vino tinto y sangre por todas partes; es romántico, es normal. No hay nada satánico”.
Duplantier explicó que la banda no seleccionó «¡Ah! Ça Ira», sino que fue una decisión del equipo organizador. La banda, bajo estricta confidencialidad del Comité Olímpico, no estaba al tanto de la presencia de otras estrellas como Lady Gaga o Celine Dion durante la ceremonia.
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En cuanto a la elección de la pieza musical, A pesar de las críticas, la actuación de Gojira en la ceremonia de apertura subraya la voluntad del Comité Olímpico de experimentar y ofrecer una representación cultural diversa y sorprendente, marcando un hito en la historia de los Juegos Olímpicos.