El amor maternal le devolvió la oportunidad de vivir. “Hoy tengo tres riñones, los naturales atrofiados y el de mi mamá, el que funciona, gracias a su donación”, señaló Guillermo Santana Hernández, quien logró sobrevivir a una insuficiencia renal crónica, que lo puso al borde de la muerte.
Hace poco más de 11 años, Memo apenas iniciaba su formación universitaria cuando como en cascada se le presentaron una serie de complicaciones de salud: Tos crónica, que no cesaba, flemas abundantes hasta tornarse con sangre, cansancio, sueño, presión extremadamente alta, pero sin problemas para orinar.
Cuando su estado físico, visiblemente agotado, con pérdida de la vista, ya no fue considerado normal, fue sometido de urgencia a una serie de estudios, el diagnóstico: insuficiencia renal crónica, a partir de un nivel de creatinina 26, cuando el rango promedio para los varones es de 0.9 hasta 1.5. “Estaba intoxicado, ocupaba de urgencia un riñón para poder vivir”, exclamó.
Como cada año, este septiembre, el sector Salud se da a la tarea de difundir la cultura de la donación de órganos y tejidos; además de informar de los resultados a partir de procuraciones multiorgánicas de donadores cadavéricos, así como los obtenidos gracias a los donadores vivos relacionados (familiares).
COMPATIBILIDAD
A sus 23 años de edad, Guillermo vivió los peores cuatro meses de su vida. Era diciembre de 2007 cuando presentó un cuadro clínico de malestar generalizado. “Ya no regresé de las vacaciones a la escuela”.
No lograba entender qué le sucedió, porque era un joven sano, deportista, poco enfermizo. Incluso, logró obtener una beca de 50% en una universidad particular de Morelia por ser destacado en el deporte del futbol.
Una vez que se le pudo estabilizar, luego de ingresar a urgencias del Hospital General Regional número 1 en la extinta Torre Médica en Morelia, él junto con toda su familia (padres y hermanos) se sometieron al protocolo de trasplante. Era una insuficiencia renal inexplicable, no tenía causa evidente.
Se fue descartando uno a uno a los posibles donantes, otro de sus hermanos fue eliminado de inmediato, su condición de menor de edad no lo permitía. El cruzamiento de análisis clínicos de sangre dio positivo, sería ella, Cecilia quien trajo al mundo a Guillermo, la donadora del riñón.
“Fueron meses que casi vivíamos en el Seguro, todos los días entre estudios y citas con especialistas”, hasta que llegó el día de la operación, 16 de marzo de 2008. “Nunca se me va a olvidar”, porque pudo percibir la preocupación de su madre, “nunca quiso que la viera angustiada, siempre fue fuerte; contó con el respaldo de mi papá y hermanos”.
Memo, como muchos enfermos, transitó depresión, estuvo a punto de claudicar, de sentarse a llorar y reclamar a la vida: “Por qué me pasa a mí”. Se dio cuenta, que no era el único con ese padecimiento, pudo entenderlo cuando estableció contacto con un grupo de trasplantados.
Primero ingresó a quirófano la señora de 48 años de edad y casi a la par Guillermo, transcurrieron cinco horas de la intervención. Se puso fin a las horas de angustia para quienes esperaban afuera, el doctor Guillermo Rojas, nefrólogo y actual coordinador de trasplantes del IMSS Michoacán, aseguró que la operación había sido un éxito.
Se debe precisar que la compatibilidad no es augurio de éxito, uno en un millón de casos el cuerpo puede rechazar un órgano, porque es un miembro extraño. Pero en este caso, la semejanza madre e hijo hicieron posible un acto de gracia, de amor. “Ella y el doctor, me salvaron la vida”, expresó agradecido.
Después de seis meses se garantizó el triunfo de este proceso médico, de un trasplante a partir de un vivo relacionado, “afortunadamente había terminado el calvario, el aislamiento, comencé a salir con todos los cuidados y recomendaciones”.
A LA VIDA NORMAL
“La fe nunca se perdió”, enfatizó, quien ahora como profesionista, entregado a su trabajo, labora en el Instituto Mexicano del Seguro Social en el régimen del Bienestar, quien desde hace siete años ocupa un espacio de empleado administrativo. La vida profesional lo regresó al IMSS.
A sus 34 años de edad, Guillermo Santana Hernández es un ejemplo de perseverancia, constancia, al pie de la letra sigue las instrucciones médicas: tomar sus medicinas en hora y tiempo, así como sus alimentos, libres de grasas saturadas, sin conservadores.
Tiene una vida normal, con algunas excepciones, como deportes o juegos de contacto que pueden poner en riesgo el riñón. Está casado desde hace tres años con Jocelyn Guzmán, quien desde el noviazgo y ahora como esposa, se adaptó al estilo de vida saludable de su esposo.
La insuficiencia renal crónica lo llevó a conclusiones: la unidad familiar, siempre se mantuvo a pesar de la crisis, la enfermedad tuvo un origen genético -una prima presentó un caso similar-, y cuidarse, optar por hábitos saludables.
Guillermo, trasplantado de riñón, es un promotor de la cultura de la donación, ha compartido su testimonio frente a grupos de pacientes y trasplantados.
“Mi mamá me ha dicho… que si llega a morir que guarden su otro riñón, lo tendría destinado para mí. Eso y más es lo que hacen las mamás por sus hijos, dar su vida por ellos”.
Numeralia
IMSS Michoacán tiene trayectoria de 23 años de trasplantes
98% de procedimientos exitosos de riñón
Riñón y córnea, los órganos de mayor demanda
Trasplante, intervención resolutiva a la insuficiencia renal crónica
De acuerdo con la Secretaría de Salud, en Michoacán hay una lista de espera de 379 personas que necesitan un órgano
272 requieren un riñón y 107 una córnea.