Morelia, Michoacán-(OEM-Infomex).-Desesperación por la desinformación, incertidumbre por lo que pasaría y mucho miedo fue lo que vivieron en los primeros días de contingencia, por la pandemia de la enfermedad de Covid-19, los trabajadores de la Casona de las Rosas.
Gloria Lázaro, empresaria y dueña del lugar lo recuerda. “No solamente eso, teníamos miedo a los saqueos y los robos porque se decía muchas cosas”.
A pesar de la zozobra y la falta de ingreso, los primeros meses, aunque no les pagó completa la quincena a los trabajadores, Gloria hizo el esfuerzo de no quitarles las prestaciones a sus empleados, sin embargo, poco a poco fueron desistiendo ante la urgencia de llevar dinero y comida a sus casas, por lo que optaron por salirse hasta quedar en nueve la planta laboral.
La Casona de las Rosas se ubica en el Jardín de las Rosas y fue cerrado temporalmente el 7 de marzo a causa de la pandemia de Covid-19. Junto con todos los antros y bares de Morelia, que por su giro de venta de alcohol no tenían permiso para trabajar, tuvieron que cerrar llenos de incertidumbre de que pasaría.
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“No era justo porque otros negocios si lo hacían (abrir) y nosotros tuvimos que vivir días insoportables de no saber nada”, explica Gloria Lázaro, en entrevista con El Sol de Morelia.
Previo al cierre, debido a que surtió el almacén del restaurante, la dueña les entregó a los 29 empleados que tenía, despensa y comida para que no se echara a perder y porque no sabían cuánto iba a durar la contingencia.
Javier vivió la incertidumbre; trabajaba en la Casona como mesero y recuerda que sólo un mes pudo apoyar a la Casona porque su familia lo presionó a buscar otro empleo, pero, nunca pudo conseguirlo porque querían pagarle menos.
“Hasta ahora no encontrado nada, me da mucho pesar porque no puedo regresar”, narra en entrevista.
Gloria Lázaro tuvo que dejar ir a los trabajadores que por necesidad no pudieron soportar las inclemencias, la mayoría de ellos aceptaron sueldos que van en contra de la dignidad de una persona.
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Según la empresaria, los trabajadores que pudieron aguantar y ellas salieron a vender tortas a la calle, principalmente en los lugares cercanos porque hay un hospital “y es riesgoso que se acercaran por los enfermos”.
“Tuvimos que hacer de todo, vender en la calle y todo lo necesario para no dejar sin salario a los trabajadores”. Actualmente trabajan 16 personas, la mayoría de ellos son los mismos y otros se incorporaron recientemente, pero las ventas no se han restablecido porque sigue la misma zozobra de contagio de Covid-19.
Algo positivo que le dejó la pandemia a Gloria es que pudieron limpiar el lugar, desde hacer renovaciones a las paredes y muebles, hasta la sanitización profunda que no dejó ni un rincón sucio en el restaurante bar.